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Messi y la caja de Corn Flakes de marca blanca

Foto: Evening Standard.
Foto: Evening Standard.

Jarvis Cocker es un genio. Esto es así. Para el que no conozca al líder de la mítica banda británica Pulp, Jarvis llevó a lo más alto a cinco muchachos de una localidad tan poco glamourosa como Sheffield. Aunque nadie suela mencionarles a en la misma frase que Oasis o Blur, Pulp no solo fue de lo mejor del britpop -y de la música británica en general- sino que lo consiguió principalmente merced a la gran ironía y creatividad de las letras que escribía Cocker. Aunque no es una de sus mejores canciones, ‘Bad Cover Version’ es un temazo incluido en sus Greatest Hits. En él, Jarvis -con la intención de demostrar que su ex novia se equivoca sustituyéndole por otro- empieza a enumerar una serie de elementos de la vida cotidiana que considera imitaciones baratas del original. Malas copias de uno mismo que no están a la altura. Cita a los Stones post-80’s, la última etapa de la serie Tom y Jerry (en la que por algún extraño motivo ambos tienen la capacidad de hablar) y pone como último ejemplo una caja de Corn Flakes de marca blanca. Parecen los cereales de verdad, huelen como los cereales de verdad pero no saben igual.

Si Cocker escribiera esa canción hoy, se vería obligado a incluir al Messi de la selección argentina. Parece el del Barça, se mueve como el del Barça, habla como el del Barça…pero no es el del Barça. En tiempos pretéritos, una observación como ésta se resumiría en un artículo, en una fotografía o hasta en un reportaje a todo color repleto de sesudas estadísticas que refuerzan la credibilidad de la afirmación. Hoy se resume en un meme. A estas alturas todo el mundo ha visto el vídeo a pantalla partida comparando el taconazo de Luis Suárez en el Benito Villamarín con ese engendro amorfo de jugada que intentan ofrecer a Messi sus compatriotas en el partido ante Venezuela. Uno podría argumentar que, más allá de los venezolanos, los grandes ganadores del partido de Argentina fueron Jordi Alba, Busquets, Arthur, Rakitic, Dembélé o el propio Suárez. Cualquiera que le haya devuelto una pared al argentino. Cualquiera que haya trabajado por él, peleado por él o tirado un desmarque para crearle un espacio. Compañeros que aunque son megaestrellas por derecho propio, en ocasiones hasta ellos quedan ensombrecidos por las hazañas del mejor futbolista de la historia. Los parones de selecciones sirven para que sus méritos recuperen el brillo correspondiente.

No haría falta añadir nada más si no fuera por un pequeño detalle. El perogrullo expuesto en este artículo es evidente, compartido y aceptado en todos los países del mundo excepto en uno. Los argentinos han tardado cero coma cinco segundos en pasar de regalarle un vídeo/homenaje/felación a Messi, expresando que encierra diez genios argentinos en uno (“sos Gardel, sos Maradona, sos Fangio”) a endosarle una bofetada con la mano abierta cuya onda expansiva ha llegado al barrio de Gràcia de Barcelona desde donde escribo estas líneas. Admitiendo que es llamativo que Leo no sea capaz de decidir muchos partidos albicelestes con una jugada aislada o una falta como hace de azulgrana, no podemos aceptar la esquizofrenia de la prensa y los aficionados de su país. La rapidez con la que pasan de la zanahoria al palo sería denunciable incluso con un jugador vulgar, imagínense con el mejor de la historia. Tal vez no han entendido que no son capaces, ya no de recrear un ecosistema como el del Barça, sino de armar a su alrededor algo mínimamente parecido a un equipo de fútbol. Tal vez no le merecen. Tal vez deberían escuchar la canción de Pulp.

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