Messi, en estado paranormal: descubre hasta lo invisible

Messi es la figura indiscutida de la Copa América: ahora viene lo más difícil.
NELSON ALMEIDA

El volante ecuatoriano Carlos Gruezo le rogaba a alguna divinidad que lo ampare, que ese error que había puesto a Lionel Messi en carrera al gol no terminase en el fondo de su arco. Lo escucharon, o Messi se apiadó, pero la base del poste devolvió el zurdazo del capitán argentino. El encuentro estaba en cero. Casi un calco de la ocasión que hace siete años desperdició Gonzalo Higuaín en la final del mundo ante Alemania, en el estadio Maracaná. ¿Se frustró el rosarino? Esas sensaciones hace tiempo que no aparecen en su radar emocional. Es que Messi está obsesionado con esta Copa América.

Nada de perderse en el desierto ni hundirse en caminatas melancólicas. Incisivo, agresivo, participativo. La influencia del capitán contagia a esa manada de lobos hambrientos que son sus compañeros. Menos de veinte minutos después de fallar un gol a pedido, le sirvió a Rodrigo De Paul, una de las banderas del ciclo Scaloni, su primera conquista en la selección. Cuando cualquier mortal hubiese encarado hacia el arco o, hasta hubiera probado desde ahí, la mirada perimetral de Messi atendió la solitaria presencia del volante de Udinese, de cara al gol. Y cruzó el pase, que pasó por una angosta callejuela entre Nicolás González, tendido tras la falta del arquero, y el propio y desesperado Galíndez.

Hincapié no puede levantarse, Di María y Messi le robaron la pelota y avanzan hacia el segundo gol argentino.
Andre Penner


Hincapié no puede levantarse, Di María y Messi le robaron la pelota y avanzan hacia el segundo gol argentino. (Andre Penner/)

La Argentina suma diez goles en el certamen y Messi ha participado en ocho: él convirtió cuatro, en el debut con Chile, otros dos frente a Bolivia y anoche cerró la victoria con un nuevo tiro libre, otro más y van ocho en su historia de selección. Y a Ecuador, su víctima preferida con seis gritos en la carrera. Nadie lo sufrió tanto en la red.

Pero su hoja profesional hace tiempo que es más sabrosa que la de un insaciable goleador. Si es el dueño del equipo –no se perdió ni uno de los 450 minutos del certamen–, naturalmente es su cerebro también. Después de cinco partidos en la Copa, después de cuatro festejos propios, también suma cuatro asistencias. Para el cabezazo de Guido Rodríguez, frente a Uruguay; para ‘Papu’ Gómez y su zurdazo contra Bolivia; en la gentileza para De Paul, y después de varios sofocones, para que Lautaro Martínez espantara cualquier incertidumbre y sellara el pasaje a las semifinales.

Quedaba una perla, otro tiro libre de manual. Si el árbitro brasileño Wilton Sampaoi se había equivocado al no cobrar penal en la falta sobre Ángel Di María, para Messi no se trató de un candado al gol patear desde algunos metros más lejos. Desafiarlo a Messi parece suicida.

Vuela Hernán Galíndez, tan rosarino como Messi, aunque ataje en Ecuador: pero su coterráneo ya hizo magia y la pelota terminará en la red.
NELSON ALMEIDA


Vuela Hernán Galíndez, tan rosarino como Messi, aunque ataje en Ecuador: pero su coterráneo ya hizo magia y la pelota terminará en la red. (NELSON ALMEIDA/)

Si un penal pude ser ordinario, mejor con un tiro libre de excepción. Se trató del gol N° 76 en la selección, para posicionarse a sólo uno de la legendaria marca que hace medio siglo estableció Pelé. “Siempre digo lo mismo: los premios individuales son secundarios. Acá estamos para otra cosa”, advirtió. Cuando repite que cambiaría sus Balones de Oro por un título con la selección, cómo no creerle. Y los Balones que guarda en su casa son seis… Arrebatarle el récord a Pelé, en Brasil, tendría una significación especial. Messi ya sabe que contará con dos partidos más por delante porque la selección completará las siete estaciones de la competencia. Como en 2015, 2016 y 2019. Falta la corona. Y no hay nada más peligroso –y esperanzador– que un genio inconforme.

En Messi se resume casi todo. Posiblemente no exista un futbolista que ejerza tanta influencia como él en el fútbol actual. Goleador histórico de la selección (76), nadie ganó tantos partidos para la Argentina (91), nadie llevó tantas veces la cinta de capitán (74), nadie sirvió más asistencias (46) y ni ninguno cuenta tantas presencias como él (149). Killer, patrón y titiritero, decisivo para el penúltimo toque o para castigar al arquero rival. La rutina de lo extraordinario.