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Para la medalla de oro también hay que contar con el reloj biológico interno

Madrid, 8 oct (EFE).- El reloj biológico interno determina los ritmos diarios de los cuerpos y regula características fisiológicas como la temperatura o los niveles de glucosa en sangre. Ahora, un nuevo estudio constata que este reloj tiene "efectos considerables" en el rendimiento de los atletas de élite.

Esta es la principal conclusión a la que ha llegado un equipo de científicos de la Universidad de Groninga (Países Bajos) tras estudiar los tiempos de los nadadores en cuatro Juegos Olímpicos: estos fueron mejor al final de la tarde, así que, según los autores, "cambiar el reloj interno para alcanzar el máximo rendimiento en el momento adecuado podría marcar la diferencia entre ganar y perder".

Los investigadores, que publican sus resultados en la revista Scientific Reports, estudiaron los tiempos en las series eliminatorias, semifinales y finales. Los Juegos elegidos fueron los de Atenas (2004), Pekín (2008), Londres (2012) y Río de Janeiro (2016).

"Elegimos la natación porque la situación externa es muy similar: la temperatura del agua está bien regulada y casi no se utiliza ningún equipo", explica en un comunicado la investigadora Renske Lok.

El análisis dio lugar a dos conclusiones principales. La primera, los atletas lo hicieron mejor en las finales, mientras que en las eliminatorias siempre fueron más lentos que en las semifinales. O sea, fueron capaces de adaptar su rendimiento y guardar sus mejores esfuerzos para las finales, según el estudio.

Una segunda observación fue que la diferencia entre las semifinales y las eliminatorias fue menor en Pekín.

"Esto fue muy interesante ya que en las otras sedes, las eliminatorias se programaron por la mañana, mientras que las semifinales y las finales se celebraron por la tarde-noche. Sin embargo, en Pekín, las eliminatorias se programaron por la tarde-noche, mientras que las semifinales y las finales se celebraron por la mañana y por la tarde".

Esto sugiere que el rendimiento en las eliminatorias, semifinales y finales se vio afectado por la hora del día.

Para corroborar las observaciones, Lok y sus colegas utilizaron un modelo para eliminar todas las variaciones que no estaban relacionadas con el reloj biológico. Este análisis dio como resultado un claro patrón de rendimiento sinusoide a lo largo del día.

Así, el rendimiento no era tan bueno por la mañana, mejor por la tarde y peor de nuevo por la noche, según los autores, que señalan que los tiempos más rápidos se produjeron al final de la tarde, justo después de las cinco.

El tamaño del efecto era considerable: superaba la diferencia de tiempo entre una medalla de oro y plata en el 40 por ciento de las finales; entre una medalla de plata y bronce en el 64 por ciento, y entre una medalla de bronce y ninguna medalla en el 61 por ciento.

Lógicamente en una final los nadadores están en la piscina todos al mismo tiempo, pero no todos tienen el mismo cronotipo (nivel de energía y alerta del cuerpo a lo largo del día), apunta Lok, para quien los atletas deberían, por tanto, tener en cuenta los cambios en su reloj biológico para mejorar el rendimiento y tiempos.

Esos "cronómetros internos" adaptan la fisiología de cada organismo a las diferentes fases del día y, según Lok, los atletas podrían cambiar su exposición a la luz en momentos específicos del día: "es posible cambiar tu reloj biológico exponiéndote a más luz del día a la hora correcta. Si lo haces durante varios días, podrías desplazar el período de máximo de rendimiento hacia el momento de la carrera".

Aún no está claro si el efecto del reloj biológico tiene un impacto en otros deportes. En el ciclismo, por ejemplo, la calidad de la bicicleta también es importante, recuerda Lok: el reloj biológico que se investigó en este trabajo afecta tanto a los músculos de los brazos como a los de las piernas y, por lo tanto, "parece lógico trasladar estos resultados a otros deportes". EFE

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(c) Agencia EFE