Marc Gasol esperaba un cuento de hadas y ha vivido una película de terror

Marc Gasol, por los suelos con la pelota agarrada y un jugador rival cayendo encima de él.
Marc Gasol (14) derribado durante un partido con los Lakers. Foto: Robert Gauthier/Los Angeles Times via Getty Images.

Qué felices nos las prometíamos allá por noviembre, cuando nos enteramos de que Marc Gasol había fichado por Los Ángeles Lakers. El hermano de Pau es un grande por sí mismo, como ha demostrado no solo con su trayectoria en la selección española, sino también en la NBA, de la que se proclamó campeón en 2019 en las filas de Toronto Raptors. Si bien es cierto que su campaña 19/20, una temporada atípica marcada por el coronavirus, tuvo menos esplendor, el hecho de que se marchara a los vigentes campeones hizo a la afición nacional soñar con la posibilidad de que de nuevo un compatriota se hiciera con el anillo.

Sin embargo, las andanzas del pívot en el lado amarillo y púrpura de la metrópolis californiana han sido decepcionantes. Hablar de fracaso en el deporte profesional casi siempre es exagerado, pero si el curso 20/21 tanto del jugador como de su equipo no caen de lleno en esa palabra, al menos lo rozan. Ya pintaba mal la cosa cuando vimos que no pudieron pasar del séptimo puesto en la Conferencia Oeste, con un balance de victorias y derrotas de 42-30 que no invitaba al optimismo, y que solo pudo acceder al playoff a través de las eliminatorias de recuperación (que allí se conocen como "play-in"). La eliminación a las primeras de cambio a manos de los Phoenix Suns solamente viene a confirmar el desastre.

¿La culpa es de Marc? En una plantilla que ya venía bien engranada del triunfo del año pasado, y que cuenta con nombres como Anthony Davis o el mismísimo LeBron James, sería excesivo achacarle a él la responsabilidad. Pero tampoco hay que ocultar que, en la línea con la de todos los Lakers, su curso ha sido mediocre y lleno de problemas.

Marc Gasol salta con la mano extendida hacia el balón para intentar poner un tapón
Marc Gasol (derecha) intentando poner un tapón a Torrey Craig, de los Phoenix Suns, durante el quinto partido del playoff. Foto: Christian Petersen/Getty Images.

Una de las grandes ventajas de la NBA, y de los deportes estadounidenses en general, es su obsesión por medirlo absolutamente todo, lo que significa que disponemos de estadísticas detalladas para comprobar al milímetro el rendimiento de un profesional. Y en el caso de Gasol este año no queda más remedio que sentirnos decepcionados. Sí, ha jugado mucho: ha participado en 52 partidos, 42 de ellos como titular, del total de 79 disputados por su franquicia. Pero eso no quiere decir que haya llegado a convertirse en una pieza clave del esquema del técnico Frank Vogel, como demuestran los apenas 19 minutos de media en cada encuentro que el entrenador le ha concedido.

En ese tiempo tampoco ha brillado demasiado. Sus medias por partido de puntos (5), robos de balón (0,5) y rebotes (4,1) son las peores de su carrera en Norteamérica, y la de asistencias (2,1) solo mejora a su primer año en el país, en el ya lejano 2008, cuando empezaba en Memphis. En otros parámetros como tapones o porcentaje de acierto en tiros sí se ha mantenido, más o menos, en su línea, aunque lejos de sus mejores registros históricos.

Ser, por mucho, el hombre más alto del plantel y llevar a sus espaldas una trayectoria tan exitosa como la suya no ha sido suficiente para que le consideraran un referente. Indudablemente la presión del apellido, de compartir sangre con el mismo Pau que alcanzó cotas legendarias diez años atrás al lado de Kobe Bryant, tampoco le ha ayudado en cuanto las cosas se han empezado a torcer. Que no andaban sobrados de confianza en sus habilidades quedó más que claro hace un trimestre, cuando los Lakers incorporaron en su misma posición de pívot (si bien con un carácter más ofensivo) a Andre Drummond para ponerle por delante en la rotación.

Una muestra muy evidente de su papel secundario la hemos visto precisamente ahora en los playoffs. No es solo que su participación fuera escasa, de menos de la mitad de los minutos disponibles. Vogel no consideró oportuno ponerle en juego en momentos importantes de la temporada, como el primer partido del playoff contra los Suns (una derrota contundente, 90-99, que obligó al técnico a rectificar y emplearle en los siguientes encuentros). Tampoco tuvo ni un instante de juego en ese play-in contra Golden State que podía haber puesto fin a la temporada antes de tiempo. Ni en dos de los últimos tres partidos de la fase regular, cuando los Lakers necesitaban imperiosamente ganar para asegurarse la clasificación a la siguiente ronda.

Marc Gasol y LeBron James protestando una decisión arbitral.
Gasol y James protestando una decisión arbitral. Foto: Harry How/Getty Images.

No le han ayudado las lesiones. En el tramo final de la temporada jugó menos de lo que le habría gustado debido a una pequeña fractura en el dedo meñique, que en sentido estricto no le impedía saltar a la pista (como él mismo dice, "la mano izquierda no la necesito") pero sí forzó a los técnicos de los Lakers a tomar precauciones y reducir su participación. En abril también se perdió algún partido por molestias en una pierna. Pero sobre todo, lo que más le perjudicó fue infectarse del coronavirus en marzo. Lejos de pasarlo asintomático, "me afectó muy fuerte durante 5 o 6 días. Estaba al mínimo. Apenas podía moverme. Los peores síntomas para mí fueron los dolores de cabeza y la dificultad para respirar", tal como contó al diario ABC.

Pintaba muy bonito hace meses, pero no ha sido, ni de lejos, el mejor año para Marc Gasol. Todos confiamos en que el que viene sea más afortunado y pueda volver a recuperar el nivel tan alto al que nos tiene acostumbrados. El problema es que, aunque siempre nos ha parecido joven posiblemente por la comparación con su hermano, ya no es un chaval: va camino de cumplir los 37. El único mayor que él en el equipo, por apenas un mes, es LeBron. Dadas las circunstancias, es difícil pensar que vaya a estar otra vez en lo más alto; más bien parece el principio de su declive.

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