Maradona, de las burlas a la idolatría

REUTERS/Roberto Armenta
REUTERS/Roberto Armenta

Amado y odiado casi en la misma proporción. Genio dentro de la cancha, discutido fuera de ella. Esa zurda mágica que quedará en la historia se manchó con muchas de sus actitudes, con su comportamiento, en muchas ocasiones, criticable e inaceptable.

Hay que saber diferenciar los escenarios. El futbolista del ser humano. Y no me quiero meter en el famoso tema de su adicción. Esa es una enfermedad y no soy quien para criticarlo.

Cuando Diego Maradona fue contratado por Dorados de Culiacán lo “mataron” literalmente. Sobre todo en México, donde la mayoría de la prensa salió con los tapones de punta a criticarlo.

Todo cambió con el correr de los partidos. De ser un equipo ubicado más cerca del descenso que de la Liguilla, de ser un equipo sin identidad ni juego, se transformó en uno ganador.

Llegó a Culiacán a revolucionar a una ciudad y, por qué no, a un país, por más que se trate de un equipo de segunda división.

Inyectó motivación, fuerza, convicción. Y poco a poco comenzó a ascender en la tabla hasta clasificar a la Liguilla.

Sus habituales bailes después de cada victoria en los vestuarios se hicieron virales. Sus declaraciones, muchas veces inentendibles, también.

Este jueves jugó la primera final. Y ganó. Fue 1 a 0 como local ante Atlético San Luis y está a un paso de ser campeón.

Tanta es la idolatría que casi sobre el final, tras ser expulsado por los exabruptos contra el árbitro, todo el estadio Banorte estalló en aplausos, gritos de aliento, de agradecimiento.

Y él, respondió a su manera. Besos, golpes en su corazón, demostrando que de esa manera enfrenta cada desafío, guste a quien le guste o pese a quien le pese.

Maradona está a punto de cerrar muchas bocas, de callar tantas críticas. Incluyendo la mía.

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