Manual de resistencia para políticos desorientados

Spain's Prime Minister Pedro Sanchez and Dutch Prime Minister Mark Rutte speak during the first face-to-face EU summit since the coronavirus disease (COVID-19) outbreak, in Brussels, Belgium July 20, 2020. John Thys/Pool via REUTERS
Spain's Prime Minister Pedro Sanchez and Dutch Prime Minister Mark Rutte John Thys/Pool via REUTERS

La política es una profesión de riesgo. Es cierto, parecen estar en escena los mismos políticos -quizás sea porque no sean. tan diferentes- pero aquellos que nos parecían inamovibles hace poco (Rajoy, Cospedal, Montoro, Guindos, Sáenz de Santamaría, Zapatero, Solbes, Moratinos, Caldera, Mas, Puigdemont, Rivera, Bescansa, Fachín, etc.) quedaron fuera del foco diario y con baja probabilidad de volver a deslumbrarnos. Si eso ocurre con los líderes políticos, la supervivencia de la clase media política es mucho más dura.

Es evidente, por tanto, que la auto conservación de los políticos se ha convertido en una técnica de supervivencia en un medio hostil, de la que pueden inferirse ciertas estrategias a la hora de mantenerse vivos políticamente. Veamos cuáles son las más básicas.

1) Recurrir al esquema amigo-enemigo. La pandemia del Covid-19 ha demostrado que como amenaza colectiva no ha tenido como consecuencia una mayor cohesión social. Esto es así porque la amenaza que más une no es el temor al deterioro de la salud pública, sino el miedo al otro. Algo que ha sido explotado, por ejemplo, de manera eficaz desde el independentismo catalán, al identificar España como un enemigo hostil y ubicuo o desde Vox activando el miedo a los menas o los inmigrantes ilegales como enemigos -por ocupar trabajos locales y consumir los recursos públicos sin merecerlos-.

2) Recurrir al discurso de la necesidad de introducir cambios. No hay político con responsabilidades de gestión pública que no recurra a la necesidad de cambios (estructurales, de modelo productivo, de fiscalidad, en el reparto de la riqueza…). Esos cambios señalados de forma recurrente se convierten en muchos casos en promesas diferidas (igualar salarios, luchar contra la corrupción, subida de impuestos, eliminar los aforamientos, poner tasas a las multinacionales...) En realidad, el valor de la repetición de la necesidad de cambios no reside en el compromiso de llevarlos a cabo sino en el simulacro de que se posee una visión de liderazgo.

3) Identificar nuevos obstáculos para justificar la suspensión de las promesas. Como el cumplimiento de las promesas de cambio se posterga con frecuencia es necesaria una justificación ante las promesas diferidas. Para ello se recurre a la justificación de la aparición imprevista de obstáculos (la falta de colaboración de la oposición, la coyuntura económica, los mercados de capitales, las agencias de rating, la mala fe de países socios…) Cuando las promesas se desvanecen por inviable no queda más remedio que recurrir, a la otra cara de la moneda de la promesa, dar esperanza a la gente. En definitiva, no admitir el incumplimiento de una promesa con un futuro de esperanza con más promesas.

4) Combatir el propio descrédito con descrédito contra el adversario. La clave de la supervivencia política es mantener vivo algo de crédito político. Algo parecido a las vidas en los videojuegos, no puede agotarse por completo sin riesgo de desaparecer. Si un partido se queda sin crédito desaparece (Convergencia i Unio…), se refunda (de AP al PP o Herri Batasuna hasta EH Bildu) o corre el riesgo de desaparecer (Ciudadanos…) y lo mismo sucede con los líderes (González, Rajoy, Zapatero, Mas, Roca, Almunia, Díez, Rivera... ) La forma de mantener la vida en un videojuego pasa necesariamente por decrecer la de los adversarios. Esto es, el crédito propio está correlacionado con maximizar el desprestigio político del adversario, donde las acusaciones de corrupción contra el otro son el botiquín de supervivencia (Gürtel, Acuamed, Malaya, ERE, 3 per cent...)

5) Recurrir a la teatralidad, declaraciones, entrevistas, etc. que generen una alta notoriedad mediática momentánea para dirigir la atención hacia temas secundarios de la agenda social. Se trata de al mismo tiempo que se crea una distracción poder simular relevancia al quedar bajo el foco de la atención mediática (prensa, TV y medios sociales). No obstante, esto tiene un efecto social indeseado: incrementa la dificultad para el ciudadano medio para discernir entre lo verdadero y lo falso, entre una verdad objetiva y una mentira atractiva. Esto lleva a los ciudadanos a experimentar la realidad, y en especial la política, en un desorden constante. La respuesta defensiva media no es invertir tiempo en construir una opinión propia sobre cada tema complejo sino la adscripción a la opinión del grupo ideológico de referencia. Lo que lleva, de nuevo, al primer punto y a que las posiciones políticas individuales sean más partisanas.

6) Recurrir al dogma de la unidad política, que en realidad no es más que una táctica para acabar, de nuevo, en el esquema amigo-enemigo. La pluralidad de partidos políticos en España es el efecto, y no la causa, de la fragmentación social existente. Por tanto, recurrir al argumento de la unidad política no tendría otro objetivo que posicionar a los partidos y políticos que no están en el gobierno en su lugar natural, la oposición, frente a los gobernantes.

A la necesidad de supervivencia de cada político hay que sumar las consecuencias negativas derivadas de la proliferación de pseudomedios online de editores de espectros políticos extremos, las distorsiones intencionadas de las redes de bots o semibots online o de los filtros burbuja que provocan los algoritmos de (falsa) personalización de algunas plataformas tecnológicas. Estos fenómenos apuntan hacia un futuro muy próximo donde habrá más partisanismo (al conectarse política con identidad), más sensacionalismo (al conectarse política con emociones) y más conspiracionismo (al conectarse política con sesgos psicológicos y temores).

En la nueva política la supervivencia no consiste ya en ser uno mismo siempre (socialista, comunista, liberal, conservador, democristiano o recurrir al programa, programa…) ante un contexto inestable sino en saber transfigurarse a uno mismo en función de las circunstancias cambiantes. Cuanto menos capaz es la clase política de responder eficazmente a los problemas y temores de las personas, más urgente se convierte, para ellos, su propia supervivencia.

Seguiremos atentos. Hay que instalarse en el caos.