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"¡Qué malo que soy!", la autoexigencia de Maradona en medio de la sanción por doping y en la previa de su regreso a Boca

"Vuelvo a Boca exclusivamente por mis hijas en realidad, vuelvo al fútbol por ellas", dijo en agosto de 1995 en una entrevista con LA NACION. Un Diego Maradona que, todavía suspendido por doping, contaba los días para regresar a la actividad profesional
Fuente: Archivo - Crédito: Jorge Quiroga / LA NACION

Agosto de 1995. Diego Maradona se mantenía activo. Aunque no le estuviera permitida la actividad oficial, él nunca dejaba de jugar. Hasta un picado lo hacía feliz. Contaba los días para el regreso, para volver a ponerse la camiseta de Boca. El resultado del análisis tras el partido Argentina-Nigeria, el 25 de junio, en pleno Mundial 94, había revelado la presencia de cinco productos prohibidos derivados de la efedrina en la orina del jugador. La sanción de la FIFA había entrado en vigencia el 30 de junio y se extendería hasta el fin de septiembre de 1995. En la antesala de su vuelta, ultimando detalles, le dio una entrevista a LA NACION en la cual, en un puñado de horas, se mostró tal cual es. Fue auténtico, hiperactivo, ingenioso, crítico de las cosas del fútbol que no le gustaban y generoso a la hora de compartir su día hasta con quienes estaban en el mismo lugar y no eran sus amigos.

Las guardias periodísticas, bien aplicadas, no dejan de ser estrategias de insistencia en búsqueda de una entrevista o una información. Segurola y Habana era mucho más que la esquina de un barrio, se había transformado en un punto de reunión para todo aquel que quisiera encontrarse con Maradona. Luego de seis días, el 10 frenó a la salida de su cochera en un Alfa Romeo verde inglés y le dijo al periodista de LA NACION: "Vamos a hacer lo siguiente. Llamáme en media hora a este número y te digo dónde voy a ir a entrenarme". Las agujas del reloj siguieron caminando.

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El llamado telefónico no se hizo esperar y el receptor fue Guillermo Cóppola: "Llamáme una vez que lleguen a la Ruta 8, en el cruce con la 25, en Pilar. Y a partir de ahí yo les indico". Llegado al punto de la intersección, el celular (eran tiempos del modelo 'ladrillo' o la valijita) volvió a sonar y se escuchó: "Espérenme enfrente de la iglesia evangelista, que los va a pasar a buscar una camioneta blanca, la misma que los llevará a la quinta". Cumplida la palabra del representante, se pudo llegar a 'La Rosada' sobre el filo de las 17.30 y así observar el entrenamiento de Maradona, que duró aproximadamente una hora y media.

Un Maradona auténtico, autoexigente, pícaro. Se lo vio tirar chistes durante el partido, feliz detrás de una pelota. Pero en un momento apareció una crítica propia, difícil de pensar en la voz de un campeón del Mundo, de quien era el mejor jugador del mundo. "¡Qué malo que soy!". Tiró caños, gambetas y tacos, pero no se permitía fallar ni un pase en un fútbol 7.

El resultado del partido favoreció al equipo de Maradona (vestidos con camisetas rojas con rayas blancas) por 6-4 en el cual Diego convirtió un tanto. Al término del partido, se recostó sobre el pasto durante diez minutos, en los cuales fue asistido por Germán, que le acercó una remera limpia y agua. También firmó un autógrafo sobre una camiseta de Boca para el hijo de uno de los presentes. Las bromas de Cóppola en el final y los comentarios sobre sus salidas invadieron el campo de carcajadas.

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Llegó el tiempo de la charla, del mano a mano después de una merienda que Maradona compartió con sus amigos en una gran mesa: tres facturas, una porción de torta mil hojas, café y un vaso de gaseosa. "Yo estoy y me siento muy bien así como me ven. Al mediodía comí un plato de ravioles y a la noche me como una ensaladita", comentó antes de hablar de fútbol, la selección y la organización del ámbito argentino. "Vuelvo a Boca exclusivamente por mis hijas en realidad, vuelvo al fútbol por ellas. Yo no le robo la plata a Boca. Es más: yo no le debo nada al club y a su hinchada. Mi contrato es exclusivo con Eduardo Eurnekian (propietario en ese momento del multimedio América). En los próximos días pienso irme a Cuba. Allí deseo encontrarme con mi mejor forma física, para demostrarle una vez más a la gente que soy un hombre de honor".

Se acercaban los plazos para volver a jugar, pero eso no era sinónimo de alivio para el 10: "Cuando faltaban quince meses para volver a jugar, era una eternidad. Ahora, que falta un mes, sigue siendo una eternidad. El último fin de semana fue terrible. Yo formo parte y al no poder jugar sufro cuando el equipo anda mal". Esta última declaración apuntaba al juego del equipo conducido por entonces por Silvio Marzolini, que igual había empezado ganando sus dos primeros encuentros del Apertura, ante Huracán (2-1) y Platense (1-0). Pero algo veía Maradona porque al día siguiente Boca apenas empató con Ferro (2-2), en la Bombonera.

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El tema familiar siempre significó un apoyo, incluso por aquellos días: "El apoyo de mi familia es incondicional y el reconocimiento de la gente en la calle actúa como un impulso para seguir luchando. Mi padre me visita todos los días. Tiene que hacer un tratamiento, caminar 20 cuadras, y siempre hace el mismo recorrido. Tal es así que la semana pasada lo asaltaron en el camino y lo dejaron sin su rolex".

Por entonces, no sólo planificaba irse a Cuba a entrenarse y preparar su regreso a Boca, también lo proyectaba como estilo de vida una vez finalizado el contrato con la entidad de la Ribera, establecido para diciembre de 1997. "Dentro de dos años me voy de la Argentina junto con Claudia y las dos nenas. ¿A dónde? A Cuba". ¿El motivo? "Este país está mal, no nos engañemos más. Existe en todos una gran hipocresía. Cuando dije que el periodista Bernardo Neustadt era un hijo de p. y que estábamos rodeados de mafiosos nadie me hizo caso. Es más, yo siempre era el mismo desubicado de siempre para muchos. Pero fue necesario que lo dijera el ministro de Economía, Domingo Cavallo, para que la gente reaccione y se comiencen a destapar algunas ollas".

Se involucraba en las realidades sociales y deportivas: "Recién cuando alguien como Jorge Valdano denunció que en la Argentina se está matando al fútbol algunos parecieron abrir los oídos. Y yo hace años que lo vengo diciendo. Un caso es Argentinos Juniors, que antes dejaba 20 chicos talentosos por cada campeonato que disputaba y ahora debe recurrir a Oscar Acosta, que es amigo mío, como si él fuera el salvador. Y esto no es una crítica hacia nadie en particular, sino la más cruda realidad".

La selección, siempre la selección. Se especulaba con una reconciliación con el entrenadorDaniel Passarella, con quien dejó de hablarse en 1986, pero nuevas críticas de Maradona postergaron el objetivo: "El seleccionado en la Copa América fue un desastre. Me había ilusionado, por eso fui hasta Paysandú para ver los partidos con Bolivia y Chile. Todo el mundo habló de la mano de Tulio, pero esa no fue la verdadera causa de la eliminación. El equipo no funcionó", opinó Maradona y sobre la consulta: ¿No pensás que es contraproducente que dos referentes importantes del fútbol argentino, como vos y Passarella, sigan enemistados?, respondió: "No, no me parece mal. Al fútbol argentino le hace mal que se le mienta y se lo intente distraer con estupideces. No lo puedo creer; todavía seguimos hablando de la rinoscopía, de los aritos, del pelo corto y cualquiera otra bol. que siempre se pone de moda. El seleccionado estuvo todo lo prolijito que le gusta al técnico, y sin embargo anduvo mal y quedó eliminado mucho antes de la final".

Siempre Maradona fue reacio a las prohibiciones y más cuando entendía que, así, se desnaturalizaba el fútbol: "Yo voy a seguir diciendo lo que pienso. Cuando hago una declaración pública, no lo acomodo en función de quedar bien con Passarella. Trato de ser real y sincero; no voy a cambiar o fingir a esta altura de mi vida. Se olvidan de (Mario) Kempes, a quien le llegaba el pelo hasta la cintura y nos hizo ganar un Mundial. Y (Claudio) Caniggia, también con su melena, resultó fundamental en el Mundial de Italia. Importan las cosas menos importantes y nos estamos olvidando de lo esencial, que es el jugador de fútbol y sus condiciones. Con esto no estoy descartando un acercamiento con Passarella. Si se concreta, debe ser de forma natural, sin que resulte algo forzado para ninguno de los dos. ¿Cuándo podrá ser? No lo sé, podría ser mañana, dentro de unos meses o nunca".

Ahí fue cuando Maradona puso en marcha el Alfa Romeo verde inglés y se fue de La Rosada de regreso a Segurola y Habana.