Con tanta euforia, a ver si nos va a dar por "jubilar a Modric"

GLASGOW, SCOTLAND - JUNE 22: Luka Modric of Croatia celebrates a goal during the UEFA Euro 2020 Championship Group D match between Croatia and Scotland at Hampden Park on June 22, 2021 in Glasgow, United Kingdom. (Photo by Luka Stanzl/Pixsell/MB Media/Getty Images)
Photo by Luka Stanzl/Pixsell/MB Media/Getty Images

Si usted recuerda la infame portada del Marca en la que se aseguraba que España iba a "jubilar" a Zidane en el Mundial 2006, probablemente ya esté vacunado contra el coronavirus o tenga, al menos, la cita pedida. Aquel fue uno de los momentos que marcó mediáticamente a una generación. El ejemplo de titular triunfalista innecesario, porque, sí, Zidane había anunciado que se retiraría después del Mundial y, sí, el Mundial podía acabar para él aquel día... pero esas son cosas que se piensan y jamás se publican. Porque lo que te puede pasar es que Zidane juegue un partidazo, marque un gol y tu selección acabe perdiendo 3-1 pese a contar con un equipazo que ya apuntaba lo que iba a pasar en el período 2008-2012.

Los tiempos han cambiado... pero no tanto. Aquella selección de Luis Aragonés también era muy criticada y también vivía al filo de la aprobación popular. De hecho, con un poco de perspectiva, el único que consiguió pasar por el banquillo nacional sin levantar demasiadas olas fue Vicente del Bosque, pero es que Vicente del Bosque no solo ganaba mucho sino que era demasiado entrañable como para atizarle a gusto. Quince años después del "portadón", nos encontramos con un estado de euforia basado tan solo en un partido en el que el contrario se ha metido dos goles en propia meta. Celebramos que en octavos nuestro rival sea la envejecida Croacia en vez de Bélgica y ya nos vemos jugando los cuartos de final, de nuevo ante Francia.

Cuidado con esto, que lo hemos visto muchas veces antes. A mí, España no me disgusta tanto como le ha disgustado a la mayoría de la gente. Me parece un equipo en formación y los equipos en formación son poco fiables y en el peor de los casos poco atrevidos. Se miran demasiado los pies y procuran no cometer errores. Pecan en exceso de academicismo cuando justo lo que se les pide es lo contrario: insolencia, velocidad, atrevimiento... A la selección le hizo falta jugar con red (Busquets) para jugar a gusto y liarse a tirar taconazos en el área pequeña. Le hizo falta la seguridad de Azpilicueta para que Sarabia se destapara a gusto en el mismo flanco derecho. No importó que Morata fallara un penalti o que Gerard diera un perfil más bajo porque el equipo ganó, punto. No hay polémica que aguante más allá del primer resultado positivo.

Aun así, insisto, España no es la subcampeona del mundo vigente, lo es Croacia. No tiene al Balón de Oro de 2018, lo tiene Croacia. En su once inicial solo hay una estrella europea -Gerard Moreno- y no siempre juega de titular. A mí me gusta la España que juega sin expectativas, la que mezcla jugadores improbables y se vuelve así imprevisible. No quiero un equipo atenazado por la responsabilidad de ganar un partido en el que no debería ser favorita. No quiero el run-run cuando a los veinte minutos siga el empate a cero. No quiero, desde luego, que nadie caiga en la tentación de "jubilar" al, probablemente, mejor mediocampista de los últimos diez años con permiso de Iniesta y Xavi, Luka Modric.

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Porque, sí, Modric tiene 35 años, se ha jugado todos los partidos que humanamente podía jugar en el Real Madrid y ahora anda al rescate de su selección, como ha hecho siempre. Su gol con el exterior contra Escocia puede ser considerado sin problema alguno el mejor de la competición y su conexión con Perisic no parece verse afectada por el tiempo. Entre los dos ya nos dieron una lección en la Eurocopa de 2016 que acabó como acabó. Croacia es una selección veterana y con la mayoría de sus jugadores lejos de su mejor momento de forma... pero es una selección competitiva a más no poder y una piedra de toque durísima para un bloque lleno de debutantes.

Ahora bien, a esto habíamos venido. No a jubilar a nadie sino a formar a los nuestros. A ver cómo se desenvuelven los Ferrán, Fabián, Eric García, Dani Olmo, Pedri y compañía en estos momentos clave. A intentar ir dando forma a algo parecido a un proyecto de nuevas caras sostenidas por dos o tres veteranos que se puedan echar el equipo encima en momentos de zozobra. Pensar más allá de los octavos es una oportunidad perdida. El objetivo debería ser precisamente disfrutar de los octavos. Sé que suena a equipo pequeño, a selección menor, pero, ¿qué es esta España hasta que no demuestre lo contrario?

Lo importante, en cualquier caso, es volver a disfrutar. Pasarlo bien. Quiero ver ese partido y quiero pasármelo pipa. Quiero ganar, también, por supuesto, pero lo que no toleraré en ningún caso es una sucesión de pases horizontales sin nadie que se atreva a cambiar el guion. Un poco de locura nos vendría tan bien. Los nombres los elige el seleccionador, pero luego esos nombres tienen que soltarse y atreverse. Si les exigimos desde ya que ganen sí o sí, no hay margen para la satisfacción, solo para el cumplimiento de la expectativa. Si somos prudentes, si aceptamos que quizá nuestro rol sea un rol por determinar y no el del equipo que arrasó por el mundo durante cuatro años, cualquier resultado positivo lo podremos celebrar. Euforia, sí, pero con medida. Exigencia, sí, pero sin acabar con la diversión. Todo lo contrario de aquel agónico partido contra una Francia que parecía muerta en el Mundial 2006 y acabó perdiendo la final por penaltis.

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