Luis Zubeldía: "Fallamos en la salud, la educación y el morfi: sin eso no hay dignidad"

"Soy intolerante cuando a un jugador hay que explicarle diez veces las cosas", asume Zubeldía, a sus 38 años

Marcelo Bielsa nunca dirigió a Luis Zubeldía, pero igualmente lo marcó. Por eso el joven entrenador se atrevió a llamarlo antes de su aventura por Alavés. Consiguió el teléfono y le dejó un mensaje: 'Mire Marcelo, usted es una de las personas que me inspiró en esta profesión, y ahora que voy a participar de una de las mejores ligas del mundo quería agradecérselo, y si tiene algo para sugerirme, con mucho gusto lo escucho'. Quedó grabado. Bielsa le respondió enseguida: 'Dos cosas Luis: una, defienda siempre al más débil del grupo; y dos, anote qué cosas no va a negociar, pero sepa usted que va a tener que negociar'. Luis Zubeldía atesora la historia como un mandamiento.

-¿Y qué no negociás?

-Si te reuniste con la dirigencia del club y definiste la identidad del equipo, la búsqueda de los refuerzos tiene que ajustarse a esa idea. Si después no los contratan en el mercado de pases, eso un técnico no debería negociarlo. Y yo lo he negociado en casi todos los clubes. ¿Conclusión? Es pan para hoy y hambre para mañana. Yo he transado pensando así: 'Pobre club, no puede contratarme a Tal, entonces está bien, traeme a Cuchuflito'. Pero después resulta que Cuchuflito no me da respuestas en el camino que nos habíamos trazado, entonces el que se perjudica es el club. Y yo, claro.

Mundo Zubeldía: el error de dirigir en España y aquella pelea con Heinze

-¿Qué conservás y qué cambiaste en estos años?

-Tengo los mismos valores, soy el mismo. Cuando una institución te contrata, ya no jugás para Luis Zubeldía, sino para ese club. Y hay presiones, ¿eh? Presiones de empresarios, de representantes..., pero yo defiendo al club. Hay alguna parte de mi conciencia que me dice: 'Luis, no seas tonto, que después al primero que rajan es a vos. Pedile de más, más vale que sobre y no que falte...' Más allá de lo que ocurra el día de mañana conmigo, que quede a la deriva de resultados y humores dirigenciales, que en definitiva son hinchas, yo siento que debo retribuirle gratitud a la dirigencia que me contrata. Como entrenador, me siento más tolerante en algunas cuestiones y más intolerante en otras.

-¿Cómo es eso?

-En algunos detalles de la gestión estoy mucho más tranquilo, como entender conductas de los jugadores porque son propias de la edad. Y estoy más intolerante en cuestiones que, aunque intento dejarlas pasar, tengo un permanente debate interno: cuando un jugador controla mal, cuando un jugador se perfila mal, cuando a un jugador le tenés que explicar diez veces cuándo debe proyectarse... De eso estoy cansado, a pesar de que soy joven como entrenador.

Zubeldía y la faceta social: "Fallamos en la salud, la educación, en el morfi, y sin eso no hay dignidad"

-¿Llegan a Primera con tantos déficits formativos?

-Claro. Por ahí, antes no me daba cuenta... Pero pasé por muchos equipos y dirigí a jugadores de selección. Entonces, cuando veo que se repiten los errores, desde lo técnico, desde lo conceptual, paaaaa, eso me mata.

-¿Y por qué cometen tantos errores?

-Convengamos que, por el exilio de los jugadores, acá no están los mejores. Se van, no lográs hacer el recambio, y los realmente buenos los disfrutan otros. Aparece el factor tiempo y el apuro por quemar etapas. Uno pretende que algunos jugadores resuelvan situaciones que no corresponden con su edad ni con la cantidad de partidos jugados. Es de todo un poco. Yo creo mucho en nuestros formadores, para mí en la Argentina se trabaja bien, dentro de un contexto de país con muchos problemas. Entonces, países más ordenados, sin nuestra gravedad socioeconómica y cultural, y que se interesan por el fútbol, van marcando diferencias. Nos han alcanzado y superado, también. Este deterioro provocó que ese chico ya no sea el mismo de hace algunos años.

-¿Por el empobrecimiento del tejido social...?

-Tal vez Lanús es una isla, pero me doy cuenta de que hay un deterioro. Y lo noto en la gente grande, que son los padres de estos chicos. En Argentina, muchas veces a los chicos le falta lo básico: no comen, no descansan, entrenan como pueden y veamos si estudian. Es incompleta la formación, por eso nos han alcanzado y superado otros países.

-Repetís la palabra deterioro. ¿Podés desarrollarlo?

-Veo a la gente triste. Sin plantarme detrás de una bandera política, veo que la situación está muy complicada, nos roza y nos pega porque todos tenemos familiares y amigos. No alcanza para llevar la comida a casa. Meterme en tecnicismos va para largo, pero noto a la gente muy caída. Hay muchos que están excluidos y me pregunto cómo los sumamos. Son hermanos nuestros. ¿Qué salida tienen, cómo recobramos la cultura del trabajo? Gente que no tiene resuelto ni lo básico. Fallamos en la educación, en el morfi, la salud..., y sin nada de eso tampoco tenés dignidad.

-Entre tantos déficits, ¿un chico puede ser un crack?

-Es vital la función social de un club. Porque si te falta la primaria o la secundaria, te pueden ir formando tus otros docentes, que son los técnicos de las inferiores. Yo he visto evolucionar a los chicos a través de los ejercicios, y descubrís chicos que no se recibieron en la escuela pero interpretan el juego de manera brillante. En Europa, por lo que he investigado, te llegan más armaditos; tan armaditos, tan pensantes, que no sé si al meterlos en nuestro fútbol, en nuestra sociedad, se adaptarían. Acá, la inconsciencia te hace sobrevivir en la selva. De todos modos, no lo digo como un mérito.

Luis Zubeldía: "En algunos detalles estoy mucho más tranquilo, como entender conductas de los jugadores porque son propias de la edad"

-¿El fútbol argentino está más histérico que antes?

-Yo lo veo igual. Lo que pasa es que hay áreas que meten más leña al fuego. ¿A qué me refiero? A las redes sociales, que no colaboran para nada. Para mí, no representan lo que piensa la masa, pero fogonean y cambian las reglas del juego. Y complican cómo gestionar delante de los jugadores, cómo gestionar su entorno y gestionar a la industria del fútbol. Ahí me paro y digo: 'Puta, los entrenadores no tenemos herramientas para esto'.

-¿Creés que ejercen tanta influencia?

-Sí. Sobre el jugador, sobre su madre, sobre el padre, sobre el representante..., sí, sí. Yo puedo protegerme, puedo elegir no consumir las redes y quizá tratarlo también con un jugador, ¿pero cómo hago con un pariente? Ahí siento que nosotros, los docentes, nos quedamos sin herramientas para intentar ser mejores.

-¿Dijiste docente?

-Sí, yo me siento más docente que entrenador.

-¿Se pude ser docente con Sand, a sus 39 años?

-Sí, aunque el tiempo de convivencia no alcanza. Pero sí, porque vos estás dando reglas internas, remarcás cuando algo no está bien, sea quien sea; porque citás a un compañero como ejemplo delante de otro... Para enseñar, para formar, no hay edades. Sin dudas el entrenador es un docente.

-¿Querés volver a dirigir un club grande?

-No. Tengo varios países para ir a dirigir.

-¿Adónde?

-A una liga donde se hable inglés. Siento el desafío de poder transmitir lo que quiero en otro idioma. A veces no lo puedo transmitir en español, imaginate en inglés... ¿Pero decime si no es un lindo desafío? Me gustaría dirigir en los Estados Unidos.

-¿Pero Lanús se puede quedar sin técnico?

-No, ahora no, primero Lanús. Después, no lo sé.

-¿Cuánto te asusta el promedio?

-Un poco de preocupación y mucha ocupación. Será una carrera larga este torneo, no podemos ir partido a partido porque te volvés loco. Llegamos a estar últimos y de ahí nos colocamos en el puesto 11, y si ganábamos en la última fecha del torneo anterior, quedábamos octavos. Si repetimos una temporada así, estaremos entre los diez primeros equipos y nos alejaremos bastante en los promedios. Es una carrera larga, insisto. Y no sé si todos están preparados para correrla. ¿A qué me refiero? A que podemos ir a la cancha de River y comernos tres. Claro que, terminó el partido y lo primero que pensé fue 'la cagué'. Soy el primer responsable: no podemos dejar que nos sopapeen de todos lados. Pero no me voy a dejar llevar por un resultado. El torneo pasado me demostró que el equipo que estuvo más fuerte de la cabeza, con una idea clara y un plan B en medio de la tormenta, se sostuvo. Lanús fue uno de esos y pienso lo mismo para esta temporada.

-Lanús es un club con fuerte presencia social. ¿En algún momento pensás que hay 700 empleados pendientes de que el equipo no pierda la categoría...?

-Sí, claro. Y cuánto más conocés al club, mas empatía desarrollás con esa realidad. Y no sé si está tan bueno porque la mochila se te hace más pesada. Cuando venís de afuera, probablemente no percibís cuánto le cuesta al dirigente sostener al club. Acá, solo abrir la cancha representa una pérdida de 600 mil pesos. Son pequeñas cosas que el entrenador las puede saber o no las puede saber..., como conozco el club, yo las sé.

-¿No temés que el presidente Nicolás Russo le quite atención al club por su carrera política?

-No. Lo conozco hace 20 años a Nicola y siempre le ha dado su energía al club. Porque esté proyectado su futuro en la política no va a repercutir en el club, hay una estructura que él fue preparando. Al contrario, es un premio para alguien que se entregó por el club y ahora también se vuelca a la ciudad de Lanús.

-¿Puede ganar la Superliga un club chico?

-Con este sistema de campeonatos, no. Así, no hay como ganar un título. De hecho, salió campeón Tigre con un torneo pequeño. Si queremos tener campeones que no sean los habituales, tenemos que cambiar el formato y volver a los torneos de antes. O meter uno y uno, uno largo y uno relámpago. Así, les das la chance a todos. Entre Boca o River y el resto, económicamente, hay un abismo. Con el riesgo latente de que nos trasformemos en Italia, España o Francia. Ojo, por ahí están llevando el fútbol argentino a eso de manera consciente, por ahí es una búsqueda premeditada. Si esa es la búsqueda está bien..., lo están logrando. Si me preguntan a mí, digo que no me gusta.

-¿Qué sentiste cuando solo 48 horas antes de la Superliga se definió que los descensos serían tres y no cuatro?

-Creo que todos estamos teniendo paciencia porque deseamos que solo se trate de un período de transición. Quiero creer que la desprolijidad es el precio rumbo a una nueva estructura, sólida y confiable. Que son los sacudones del cambio. Quiero creer.

-Scaloni tiene casi tu misma edad, pero 400 partidos menos como DT. ¿Qué te parece que sea el DT de la selección?

-Quiero creer que tiene mucha capacidad, y se lo ve muy bien rodeado por toda esa gente que ha trabajado tantos años en Europa. Creo que corren con la ventaja de una formación en el primer nivel. Si tengo que destacar algo de su trabajo, en el final de la Copa América encontraron un perfil competitivo para el equipo. Algo que yo no le veía a la selección desde Martino. Ahora, lo ideal sería que esté alguien con mucho más recorrido. A mí me gustaría que esté Gallardo..., o Guillermo, el 'Flaco' Gareca, Martino..., Pero bueno, los habrán llamado y no habrán querido venir.

-¿Conversás con Pekerman?

-No, hace años que no lo veo. Es tan raro como amoroso, es tan particular José. Con Tocalli sí, con cierta frecuencia nos vemos. Yo les daría las llaves del predio a José y a Hugo, y les diría, 'ustedes organicen todo'. Sin dudas. '¿Cuánto quieren cobrar?' Ok. 'Quédense acá. Los necesito por cuatro años', esa sería mi invitación.

-Sos DT desde los 27 años. ¿Hasta cuándo vas a dirigir?

-Hasta los 70 años. Quiero superar largamente los 1000 partidos y voy por 400 y pico. Me gustaría, entonces, descubrir qué visión tengo del fútbol, cuánto evolucionaron los trabajos de campo, qué es de la industria del fútbol, ver cómo me vinculo con la diferencia generacional... La edad no es un problema en esta profesión, ahí están Tabárez, Pekerman o Manuel Pellegrini.

"Volqué con mi auto a los 20 años, llevaba alguna copas de más y tuve la suerte de no atropellar a nadie"

A Zubeldía siempre se lo relaciona con Ricardo Centurión. Lo descubrió, lo acompañó, lo llevó a la Primera de Racing. Quizás, lo conoce como nadie. "Ocurre de todo con Ricardo. Yo lo llame para traerlo a Lanús, y es cierto que al mismo tiempo, había declarado que se tenía que ir a México porque ahí iba a estar en paz, porque ahí se podía reinventar. Está en una edad bárbara, físicamente responde, yo quiero creer que va a mejorar su conducta. No solo ser, sino parecer. Algunas cosas de las suyas hará., pero al menos que sea más sutil. Yo volqué con mi auto, a los 20 años, en la Avenida del Libertador, y llevaba algunas copas de más. Tuve la suerte de no atropellar a nadie. Y yo era reprofesional para la edad. Pero hay etapas en las que uno comete errores. Y en la actualidad también se cometen errores, pero a veces los pagás y a veces esos errores pasan desapercibidos. En este caso, Ricardo ha hecho muchas y siempre a destiempo, siempre mediáticas. Él tiene que parar un poco la bola".