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Los papelones del año: desaciertos de la Conmebol y la final de la Libertadores

Boca – River / Foto: Getty Images
Boca – River / Foto: Getty Images

Más allá de la Final soñada que coronó a River Plate como el mejor de América nada menos que ante su archirrival Boca Juniors, los disparates protagonizados por la Conmebol a los largo de la disputa de la Copa Libertadores 2018, fueron motivos más que justificados para catalogarlos como “Los Papelones del Año”.

En la recientemente finalizada edición, la mayor competición a nivel continental contó con la participación de los más importantes equipos. Tal es así que la mayoría de los que alguna vez alcanzaron la gloria de levantar la ansiada Copa fueron protagonistas, hasta llegar a la Final inédita y memorable: Boca-River, con todo lo que eso significaba y significa.

Pero antes de llegar a esa instancia, con todos los desatinos que se produjeron, la Conmebol cometió errores imperdonables para una institución de su importancia.

La polémica situación con Bruno Zuculini, jugador de River Plate, que jugó mal habilitado ya que arrastraba de su época de Racing una suspensión, fue una mancha imperdonable, sobre todo porque club argentino, previo al inicio de la competencia, envió una carta pidiendo la lista de jugadores sancionados, Y ZUCULINI NO APARECÍA.

Lo mismo sucedió con Ramón Ábila, de Boca Juniors, del que nunca se supo finalmente si había cumplido o no la sanción de su etapa en Huracán.

El VAR, otro elemento que abrió al polémica, sobre todo después de aquella polémica jugada de Javier Pinola, de River, ante Independiente que pudo haber cambiado el rumbo del partido de vuelta de los Cuartos de Final, o la muy criticada expulsión de Dedé, de Cruzeiro ante Boca Juniors en La Bombonera, aunque en esta oportunidad fue decisión del árbitro tras la consulta al medio tecnológico.

Pero si hubo un hecho que le puso la guinda al postre fue lo vivido en la Final. Tras el empate a dos goles en La Bombonera (partido que se postergó un día ya que debía jugarse el 10 de noviembre y se movió 24 horas por las inclemencias del tiempo), todo parecía encaminarse dentro de los parámetros normales.

La revancha en el estadio Monumental estaba programada para el sábado 24. Ese día, tras una despedida apoteósica que le brindó su gente en el hotel donde estaba concentrado, el plantel de Boca fue atacado por hinchas de River en las proximidades del estadio.

A partir de ahí comenzó el “circo”. Lo vivido ese día en el estadio de River fue propio de una sátira con ingredientes de “terror”.

Idas y vueltas, cambios de horarios, de malas y desafortunadas decisiones propias de ineptos. Se iba jugar al otro día sabiendo que era imposible. Se mofaron con la fidelidad de hincha, no les importó faltarles el respeto a casi 60 mil personas que estuvieron horas esperando la decisión.

Suspendido también el domingo 25, se llegó a la barbaridad de jugarlo en Madrid. Una maniobra tan polémica como absurda.

Un papelón por donde se lo mire. Una payasada que debería costarle la cabeza a más de uno, pero que con el correr de los días parece haber quedado en el olvido, sin culpables, sin responsables.

El que festejó fue River. Merecidamente. Pero el que perdió fue el fútbol sudamericano, demostrando una total falta de criterio, de autoridad y de sensatez.

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