Lo absurdo y peligroso de mirar por encima del hombro a Fernando Simón
Sí, señoras y señores, Fernando Simón tiene razón. Necesitamos a los influencers. Y los necesitamos ya.
Hay una generación entera, por no decir dos, a la que tenemos que hablar de forma distinta. No escuchan a los popes de las tertulias políticas, ni a los del corazón. A ninguno. Y no lo hacen porque simplemente no saben quiénes son, no los ven, no existen.
Su mundo es diferente y sus referencias y referentes son totalmente distintos a los nuestros. Y somos idiotas si queremos llegar a ellos como siempre.
Es una generación multipantalla, que cuando ve la televisión lo hace pegada a un móvil o una tableta porque para ellos lo más importante es la conversación paralela y simultánea en todas las plataformas y servicios de mensajería que utilizan.
Es una generación que si conoce a Fernando Simón es por lo que se dice en las redes de él, por los mini clips de video que se cuelgan y comparten, por los memes.
Es una generación que habla con frases cortas y emoticonos, saltando de video de Youtube a clip de TikTok a Reels de Instagram.
Es una generación a la que le hemos recortado las expectativas de un futuro mejor que el de sus padres, una generación frustrada y enfadada, triste, precaria, una generación que no escucha a los popes de referencia del mundo exterior.
Parecemos haberlo olvidado, pero siempre ha sido así.
Cada vez que miremos a un Youtuber por encima del hombro estamos despreciando a nuestros hijos y perdiendo una manera de comunicarnos con ellos.
Por eso tiene razón Fernando Simón cuando les pide que colaboren con el gobierno para hacer llegar un mensaje claro de concienciación a los jóvenes. Porque sus referentes e influencers son esa montaña que va a ir a toda esa generación. Y si los instagramers cuelgan sus fotos con mascarillas -y no como las que estamos viendo este verano de fiestas y abrazos sin ellas-, o los youtubers se graban videos normalizándolas, o los TikTokers la incorporan a sus coreografías, os aseguro que habremos ganado mucho en la lucha contra el Covid.
Los adultos no nos hemos enterado, o no nos queremos enterar, y vamos por ahí con una soberbia y una prepotencia que lo único que hace es cortar los lazos con nuestros hijos y dejarlos solos en internet, a merced de cualquier desgraciado que quiera aprovecharse de ellos. Tratar de entender qué ven y cómo se comunican nos abre otras vías de diálogo, pero también nos hace entender los peligros que pueden correr y cómo atajarlos. ¿Habéis probado a decirle a vuestros hijos que os enseñen uno de sus videos de Tik Tok, o que os cuenten lo último que les ha llamado la atención en Reels? Sí, claro, cuando tienen ya 18 años no van a creerse de golpe que estamos interesados.
Y no digáis que esa generación es absurda y que menudos jóvenes que hemos criado, unos idiotas todo el día pegados a la pantalla sin hacer nada de provecho.
Vosotros también os cortasteis el pelo como los Beattles o lleváisteis las camisetas de los Stones, los vestiditos camperos de flores de las vacaciones de Carolina de Mónaco o los vaqueros de los grupos pop de los noventa.
Y también ignorasteis a los popes de vuestros padres y cambiásteis la radio musical por la MTV.
No luchéis contra los elementos. Aprovechadlos.