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Un legado, un viaje de 56 años

Arriba, de izquierda a derecha: Jorge Dartiguelongue, Roberto Cazenave, Agustín Silveyra, Enrico Neri, Eduardo España, Manuel Beccar Varela, Ricardo Handley, Héctor Méndez, Carlos Contepomi. Abajo: Nicanor González del Solar, Adolfo Etchegaray, Juan Benzi, Guillermo Illia, Luis Gradín.
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El motivo era el de siempre, pero esta vez tuvo un impulso especial: se trataba de la primera vez sin Héctor Pochola Silva. Los integrantes de los Pumas de 1965 decidieron que, a pesar del encierro y de los cuidados a los que los obliga la pandemia, tenían que juntarse a almorzar como lo vienen haciendo desde hace décadas en el viernes más cercano al 19 de junio, aniversario del triunfo ante los Junior Springboks y del bautismo internacional para el rugby argentino, hace 56 años. Pochola los empujaba más que nunca. Por eso se trató de un encuentro tan nostálgico como necesario.

Guillermo Illia es El Líder. Así lo apodaron porque, aunque jugó muy poco en la gira por Sudáfrica, fue un baluarte para el grupo. Es la memoria viva de los Pumas del 65: guarda recortes, programas, escudos, billetes de avión, tren y micro, entradas y corbatas de aquel viaje que duró dos meses. Y es, aún hoy, quien está al frente de la organización de los encuentros y el que tiene la paciencia y el orden para hacer los llamados y concretar las reuniones. “Nos juntamos por Zoom el jueves y decidimos que por Pochola teníamos que concretar nuestro almuerzo tradicional al día siguiente, el 18. El que más insistió fue Coco (por Juan Benzi), y que él venga desde Rosario con el resto fue otro impulso”, cuenta Illia.

Silva fue la voz del equipo cuando el capitán de los Pumas del 65, Aitor Otaño, se fue de gira. Porque fue Pochola quien tomó la posta del liderazgo cuando Otaño dejó de ser el capitán. Le pregunto a Illia quién ocupará ahora ese lugar: “Es algo que me pregunto desde que murió Pochola. Saldrá naturalmente, como todo en los Pumas del 65. Yo creo que debería estar entre José Luis (Imhoff) y Jorge (Dartiguelongue)”.

Illia invitó al almuerzo de hace unos días en el SIC a Héctor Pipo Méndez, un hermano de la vida de Pochola. Pipo, también Puma y de Los Tilos, fue quien les transmitió por Whatsapp, diariamente, los partes médicos mientras Silva estuvo internado por Covid. “Escucharlo a Pipo fue como tenerlo a Pochola”, confía Illia. También participó del almuerzo Carlos Contepomi, quien fue compañero de selección de varios de los del 65 en el Sudamericano de San Pablo en 1964. Pomi, médico como Pipo, siempre está cuando se lo necesita en temas de salud.

Un símbolo que falleció hace unos días: Héctor Pochola Silva
Un símbolo que falleció hace unos días: Héctor Pochola Silva


Un símbolo que falleció hace unos días: Héctor Pochola Silva

Pomi traza un viaje de 56 años: “Veo jugar ahora en Sudáfrica a los Pumitas con los Junior Springboks y me emociona pensar que estos Pumas del 65, que también jugaron con los Junior Springboks, son los que marcaron el camino”. Otra ruta en el mismo tiempo: los Pumitas enfrentaron el sábado pasado a los sudafricanos en la final (que perdieron) del U20 International Series que se disputó en Newlands, Ciudad del Cabo, el mismo estadio en el cual los Pumas consiguieron el 9 de junio de 1965 un triunfo determinante frente a Southern Universities.

En ese partido, que sirvió de envión para después doblegar a los Junior Springboks, Dartiguelongue se lesionó –no había cambios en aquella época- y obligó a un enroque que lo llevó a Pochola Silva a jugar de fullback. En la primera pelota a cargar con la que lo quisieron probar, el hombre de la vincha la embolsó y corrió más de media cancha pasando rivales hasta que lo tacklearon cerca de la bandera. Las 18 mil personas se pusieron de pie para aplaudirlo.

A la vuelta de Sudáfrica, Emilio Carlos Jutard, el único dirigente que viajó, los llamó a Illia y al cordobés Raúl Loyola –que vive hace muchos años en Miami- para decirles que mantuvieran viva la costumbre de juntarse. Más allá de las contingencias de la vida misma, todos estos años se reunieron alrededor de una mesa para celebrar lo que les tocó protagonizar. Cada uno, además, de una u otra manera, ha estado ligado al juego desde distintos lugares. Es el legado.