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¿LeBron en Tokyo 2020? Una muestra de egoísmo

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Una cosa es que LeBron James tenga el deseo de participar en los próximos Juegos Olímpicos y otra que el seleccionador del Team USA, Gregg Popovich, esté por la labor de llevárselo a Tokyo. A día de hoy, el alero de Cleveland Cavaliers es indiscutiblemente bueno. Se mire por donde se mire, el cuatro veces ganador del MVP sigue dejando huella en el universo del básquetbol. Su estrella brillará para siempre, pero eso no significa que el destello sea igual de constante.

Si se es uno de los mejores jugadores de la NBA, representar a la selección de EEUU suele derivar de la conveniencia, es decir, se da por hecho que si físicamente se está a tono y se quiere sacrificar el verano por una medalla en un Mundial u Olimpiada, el equipo tiene un hueco reservado si uno lleva el nombre de Stephen Curry, DeMarcus Cousins, Kevin Durant o LeBron a la espalda. Las franquicias pueden decir misa, que ese tipo de jugadores siempre tendrán la sartén por el mango aunque a los mandatarios les quite el sueño el riesgo de lesión y poner en riesgo la temporada siguiente. Es lo que hay.

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Pero no siempre lo que hay es lo que será. Aunque James haya expresado su deseo de estar presente en Tokyo 2020 a las órdenes del entrenador que todo jugador desearía tener, lo cierto es que su puesto no está para nada asegurado. No sólo es cuestión de si por esas fechas está lesionado o recién recuperado de unas lesión grave, la cosa es que para entonces, LeBron tendrá casi 36 años de edad, una cifra históricamente poco apropiada para representar a la selección de básquetbol más potente.

Carmelo Anthony es el jugador que más JJOO ha disputado con el Team USA (cuatro), y en la actualidad tiene 32 años de edad. También es poco probable que forme parte del grupo. El nombre no lo es todo y la frescura de jugadores más jóvenes será prioritaria por delante de la posibilidad de contar con un James o un Anthony cuyo rol sobre la duela sería terciario. A esas alturas, la mayor virtud de ambos sería la experiencia y su capacidad para transmitir conceptos a los menos experimentados.

Las palabras de LeBron aún no aclaran si optará o no por formar parte de la selección, pero su tono evidencia que la decisión es enteramente suya tras señalar que la presencia del que él mismo considera como “el mejor coach de la historia”, es “un factor” para que opte por representar al Team USA por cuarta ocasión en su carrera.

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Ambos se conocen a la perfección después de verse las caras en dos Finales ante San Antonio Spurs cuando jugaba en Miami Heat y tanto jugador como coach han manifestado en varias ocasiones su admiración mutua, pero de ahí a que Popovich tenga la obligación de seleccionarle dentro de tres años y medio, hay un trecho. Sobre todo con tanto en juego.

El que LeBron considere la opción de acudir a Tokyo lleva implícito un cierto aire de egocentrismo que le hace olvidar otros factores. Si él ya tuvo la oportunidad de participar en tres JJOO, de ganar dos medallas de oro y un bronce (además de otra presea de bronce en el Mundial de 2006) y además declinó acudir a Río de Janeiro cuando aún estaba a un nivel más que óptimo, ¿por qué debería ocupar el puesto de algún jugador joven y físicamente más explosivo?

LeBron siempre será LeBron, pero su juego no perdurará tanto como su nombre, sencillamente porque el tiempo no pasa en vano.