Así están probando en un pueblo de Sevilla un pionero código de banderas de colores para frenar los rumores falsos del Covid-19

En el municipio sevillano ondea la bandera naranja para que la población sepa de forma oficial el avance de los contagios. Verde, amarillo, naranja y rojo, cada color lleva aparejada una serie de restricciones.

El alcalde de Lebrija, Pepe Barroso. Foto Fernando Ruso
El alcalde de Lebrija, Pepe Barroso. Foto Fernando Ruso

En la fachada del ayuntamiento de Lebrija ondea desde el pasado martes una bandera naranja y muchos de sus vecinos le hacen fotos desde la calle. Saben que el color que tiñe ese trozo de tela izado del balcón de la alcaldía marcará su día a día. Verde, amarillo, naranja y rojo. Cuatro colores que informan de manera oficial del avance del covid entre la población y que pretende frenar la propagación de rumores, que corren más rápido que el propio coronavirus.

Luis Blasco, un vecino de la plaza de España, ve la bandera desde su dormitorio. Desde su atalaya comprueba que son muchos los vecinos que buscan en la fachada del ayuntamiento el color de la bandera. La situación es similar a la de los bañistas que llegan a una playa. Color verde, baño permitido; amarillo, precaución; rojo, prohibido.

“La gente la mira, algunos le hacen fotos y todos siguen su camino”, detalla Luis, profesor de Historia jubilado y exdirector de uno de los institutos de Lebrija. A su juicio, la medida ideada por el equipo de Gobierno municipal es acertada. “Sirve para que la ciudadanía que transita por el centro se dé cuenta de que todos tenemos que contribuir para frenar los contagios”, asegura el sexagenario.

Luis Blanco ve la bandera desde su domicilio. Foto Fernando Ruso
Luis Blanco ve la bandera desde su domicilio. Foto Fernando Ruso

Lebrija, con alrededor de 28.000 habitantes, no se destaca por un número de casos elevado en relación a otros municipios aledaños. En el momento de izar la bandera naranja, los casos confirmados por PCR en los últimos 14 días ascendían a 83 —poco más de 300 por cada 100.000 habitantes, la referencia para la Junta de Andalucía—. Las cifras son similares en la comarca y la situación en el Bajo Guadalquivir dista de la vivida en otras zonas de la provincia de Sevilla. Aunque nada que ver con las disparadas cifras de Casariche, en la Sierra Sur, donde los números ascienden a 3.720,7 contagios por cada 100.000 habitantes.

Tomarse en serio la pandemia

“O nos tomamos en serio la cuestión o la pandemia, que ha llegado para quedarse, irá a peor”, vaticina Blasco, que fotografía la bandera para mandarla a algunos grupos de familiares y amigos. “Sin alarmismos”, apunta. “Yo no tengo miedo —asegura el jubilado—, pero sí preocupación. La gente piensa que no va a enfermar, por eso hay cierta relajación en el cumplimiento de las medidas. Y el virus está ahí, esperando a que nos relajemos para atacar”.

En paralelo al virus también circulan los bulos. Raro es el lebrijano —aunque esta suposición también podría hacerse extensible al resto de españoles— que no ha recibido en su teléfono móvil un mensaje alertando de contagios que jamás se produjeron, cierres de aulas que siempre han permanecido abiertas o medidas de confinamiento que nunca se llegaron a adoptar. Los rumores corren más rápido que el virus y causan estragos entre la población, que vive con incertidumbre esta oleada de informaciones no contrastadas alentadas por puro morbo.

Vecinas de Lebrija en una calle del centro. Foto Fernando Ruso
Vecinas de Lebrija en una calle del centro. Foto Fernando Ruso

“Nuestro objetivo con la medida de las banderas ha sido evitar la incertidumbre, dar certezas”, explica a este medio el alcalde de Lebrija, el socialista Pepe Barroso (47 años). “Es un mensaje sencillo para que cualquier persona sepa en qué fase estamos. Porque hay que simplificarle la información a la ciudadanía para evitar los bulos, que corren por las redes sociales y generan desasosiego”, advierte el primer edil.

Laboratorio de pruebas

Sin pretenderlo, Lebrija se ha convertido en un laboratorio de pruebas. Muchos ayuntamientos de la comarca se han interesado por el sistema de banderas y las restricciones que cada color lleva aparejadas. También han sido muchos los medios de comunicación que se han lanzado a hacer directos desde la fachada del consistorio o desde la alcaldía.

“Sabemos que es novedoso, pero no queríamos esta publicidad. Solo pretendíamos informar a la ciudadanía de lo que hará su ayuntamiento si los casos aumentan. Establecer escenarios para que la gente sepa que en Lebrija no se toman las decisiones en función de cómo se levante el alcalde por la mañana: estamos regulando en base a criterios”, puntualiza Barroso, un hombre templado que trata de restarse protagonismo.

—¿Le han llamado otros alcaldes para copiar la idea?

—Sí, me han llamado, y me han preguntado. No sé si lo aplicarán, pero está suscitando interés. Sobre todo, en el cómo se está haciendo, porque no es fácil. Y se han sorprendido.

Un cartel con medidas anticovid en la fachada del ayuntamiento. Foto Fernando Ruso
Un cartel con medidas anticovid en la fachada del ayuntamiento. Foto Fernando Ruso

A los pies de la bandera, en la fachada, hay un cartel de grandes dimensiones con la información que deben conocer los vecinos y en la que se relaciona cada color a una serie de restricciones. Con bandera verde, de cero a 28 casos, apenas hay restricciones añadidas a las ya impuestas por el Gobierno central y la Junta de Andalucía: uso de mascarillas, distancia social, regulación de visitas en las residencias de mayores o limitación de aforo en el tanatorio. En el nivel amarillo, de 29 a 82 casos, se solicita a la Junta de Andalucía el aumento de rastreadores; o la realización de controles de tráfico para verificar el cumplimiento del uso de mascarillas en vehículos compartidos, además de una reducción de aforo en la biblioteca o en las salas de estudio.

Más restricciones hasta el autoconfinamiento

Con la bandera naranja izada, de 83 a 110 casos, se reduce la ocupación del transporte público —un autobús que conecta el centro urbano con las barriadas periféricas y la estación de trenes— al 50 por ciento. También se harán pruebas a determinados empleados municipales y se desplegarán controles de acceso en comercios y bares.

Si los casos pasan de los 111, se alcanzará el nivel de bandera roja, lo que implicaría el cierre de las instalaciones deportivas y culturales, también de los parques públicos. Incluso la suspensión de fiestas cuya celebración esté prevista en un plazo de hasta tres meses. O la limitación del aforo en los veladores al 70 por ciento. Además de recomendar a la población que limite sus contactos al núcleo de convivencia y sus salidas y paseos, una especie de autoconfinamiento.

Un técnico ajustando el mástil de la bandera en la fachada del ayuntamiento. Foto Fernando Ruso
Un técnico ajustando el mástil de la bandera en la fachada del ayuntamiento. Foto Fernando Ruso

“No podemos regular en competencias que son de la Junta o del Estado. En las que sí tenemos competencias, hemos implantado algunas que ayuden a controlar la pandemia”, explica el alcalde. “No podemos tomar medidas respecto a la sanidad o la educación —insiste Barroso—, tampoco sobre un posible confinamiento. Solo podemos solicitar a las administraciones competentes, ya sea Educación, Sanidad o Gobierno central, que restrinja movimientos. O, como ya se ha hecho, que se puedan compatibilizar las clases presenciales con las telemáticas, garantizando una ratio por debajo de los 20 alumnos”.

En Lebrija, 15 personas han perdido la vida por el coronavirus. Otras 90 han superado la enfermedad. De momento, y si los casos siguen en descenso, la bandera naranja desaparecerá de la fachada del ayuntamiento dentro de siete días —la duración mínima de cada una de las fases— después de haber sido izada. Viendo la evolución de la pandemia en Lebrija se atisba que volverá la amarilla.

Nadie en este municipio sevillano, pionero en su sistema de banderas, quiere ver izada la tela roja. De todos depende.