Las orugas que comen plásticos tal vez no sean tan reales

Imagen de una oruga de la especie capaz – o no – de comer plástico sobre una bolsa de este material.
Imagen de una oruga de la especie capaz – o no – de comer plástico sobre una bolsa de este material.

Hace unos meses nos encontramos con una muy buena noticia: las orugas de una polilla eran capaces de comerse el plástico que producimos. Las posibilidades para luchar contra la contaminación eran enormes. Lo malo es que un equipo de investigación distinto ha tratado de confirmar el hallazgo… y no lo ha conseguido.

Es muy importante remarcar una idea, para que quede muy clara: nadie dice que las orugas no coman plástico. Sólo que los resultados del primer artículo pueden significar algo totalmente distinto, y por lo tanto hay que seguir investigando.

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Vale, entremos en detalle. Cuando el primer grupo de investigación encontró su hallazgo, lo hizo por casualidad. Mientras esperaban para realizar otro estudio, observaron que las orugas hacían pequeños agujeros en bolsas de plástico. Lo que era curioso, así que tiraron del hilo para ver si estaban digiriendo este compuesto.

Y la manera en que tiraron del hilo fue comprobando si se producían sustancias que hiciesen pensar que se estaba digiriendo el plástico. En concreto se centraron en el etilenglicol, que surge como resultado de la degradación del tipo de plástico con el que se producen bolsas y embalajes – polietileno. Al encontrarlo, llegaron a la conclusión de que las orugas se comían y digerían el plástico.

El resultado es llamativo y sorprendente. Y por lo tanto, llamó la atención de otros equipos de investigación. Hasta el punto que otro equipo, el de los autores del artículo del inicio del post, decidieron comprobarlo por su cuenta. Pero emplearon otro método.

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Lo que hicieron fue eliminar todas las posibles interferencias que la oruga puede producir. Pero ¿cómo se estudia una oruga, sin dejar que la oruga influya? Esencialmente lo que hicieron fue un batido de oruga: congelaron los especímenes, y los trituraron de tal modo que todas las enzimas y funciones biológicas quedasen intactos. A este “batido” se le da el nombre técnico de homogenato.

El siguiente paso es simple: se sumerge plástico en el homogenato. Y como esta sustancia es, desde un punto de vista bioquímico, una oruga sin forma de oruga, podían saber si había realmente digestión. Para ello emplearon técnicas de microscopía y de espectrometría.

Los resultados, por desgracia, no coincidían con los originales. Los perfiles que encontraron en sus análisis parecían indicar digestión… pero sólo lo parecían. Faltaban resultados que demostrasen la presencia de sustancias intermedias, y lo que en el original se entendía como etilenglicol no lo era.

Así que la cosa se ha quedado en un “de momento, no se sabe con seguridad”. Hacen falta más pruebas y comprobaciones. Los resultados tan esperanzadores del artículo original no se han confirmado, pero hay otras pistas que permiten sospechar que algo está pasando. Y así es como realmente avanza la ciencia, comprobando que los avances son reales, dando pasitos para atrás si es necesario, y determinando la realidad con objetividad.