Las eternas divisiones de la izquierda amenazan con destruir el ascenso meteórico de Yolanda Díaz

La ministra de Trabajo, Yolanda Diaz, y el vicepresidente segundo, Pablo Iglesias
La ministra de Trabajo, Yolanda Diaz, y el vicepresidente segundo, Pablo Iglesias. (Photo by Europa Press News/Europa Press via Getty Images)

No son pocos los que ven o, mejor dicho, ansían ver a Yolanda Díaz liderando la coalición de Unidas Podemos como relevo de Pablo Iglesias. El movimiento se entiende por el ascenso meteórico de la ministra de Trabajo gracias a un eficaz trabajo de mediación entre patronal y sindicatos, y a su aplaudida solvencia ante la oposición en sus intervenciones en el Congreso y el Senado para defender, entre otros, la aplicación de los ERTES durante las fases más duras de la pandemia. Y también por el claro desgaste que presenta el personalismo con el que Iglesias ha llevado a su formación a un estrepitoso batacazo en las últimas elecciones autonómicas de Galicia y Euskadi.

Las prisas en la izquierda para hacer y deshacer son tales que anoche se filtró que la ministra Díaz había decidido abandonar Izquierda Unida para posicionarse de cara a un hipotético relevo de Iglesias al frente de Podemos.

Díaz se ha apresurado a tirar del freno de mano y, desde su equipo de comunicación, llevan horas negando tal anhelo. De hecho su salida de Izquierda Unida no es de ahora, sino que data de otoño. De cuando IU y Podemos mantenían un tenso debate sobre cómo proceder en las negociaciones que por aquel entonces abrieron con el PSOE para la formación de Gobierno y que finalmente fracasaron obligando a los españoles a participar en una repetición electoral. Todo ello fruto de varios desencuentros con la dirección federal de su partido, al frente de la cual está el ahora ministro de Consumo, Alberto Garzón.

Es decir, que Díaz hace ya más de medio año que se siente más cercana a Iglesias que a Garzón. De hecho fue el líder morado quien la propuso como ministra. De ahí que haya sorprendido que le ruptura con IU se haya filtrado ahora cuando ella misma pidió mantenerla en silencio “por respeto a la organización federal” y para no perjudicar las negociaciones abiertas.

Y razón no le falta, porque la noticia, que ha coincidido con el descalabro electoral de Podemos- Esquerda Unida-Anova, ya ha abierto una crisis que perjudica a ambas partes con acusaciones directas a Díaz de abandonar el barco en cuanto ha alcanzado cotas de poder olvidándose de sus más de 14 años de militancia.

Tanto si Díaz tiene voluntad de liderar Podemos, como si Izquierda Unida tiene intención de reeditar su pacto con Podemos, o como si en Podemos hay voluntad de incluir a la ministra en la terna que suceda a Iglesias… se están equivocando. Díaz solamente lleva un mes en la cresta de la ola. Su despegue apenas ha empezado a cuantificarse en el CIS. Pero ya le están poniendo peso en las alas para frustrar su vuelo y al final lo que va a pasar es que entre unos y otros van a lastrar sus posibilidades declarándola culpable de los malos resultados de la coalición en Galicia cuando, hasta el último minuto, la estrategia marcada por Madrid la había excluido de los mítines.

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