Larry Nassar, el médico pedófilo del equipo de gimnasia estadounidense que protagoniza el documental 'Athlete A'

Larry Nassar durante su juicio.
Larry Nassar durante su juicio. Foto: Jeff Kowalsky / AFP via Getty Images.

Con permiso de otras plataformas, Netflix se ha convertido en, quizás, la opción legal más popular a la hora de consumir productos audiovisuales desde la comodidad del propio domicilio. Su catálogo de series y películas daría para que cualquiera se pasara varias vidas delante de la pantalla sin levantarse del sofá. Posiblemente algo menos conocida sea su oferta de documentales, muchos de ellos de producción propia, y bastantes de temática deportiva.

Si ya hace unos meses la compañía tuvo un gran éxito con The Last Dance, aquella obra en 10 capítulos que retrataba a Michael Jordan y sus Chicago Bulls de 1997, ahora acaba de estrenar otra pieza que promete dar mucho que hablar. Se trata de Athlete A (Atleta A en español), un filme de poco más de 100 minutos de duración que se centra en una de las historias más controvertidas del deporte, en particular del estadounidense, en los últimos años: la de Larry Nassar.

Este hombre, que hoy tiene 56 años, fue durante dieciocho de ellos (1996-2014) el coordinador nacional médico de la federación estadounidense de gimnasia; antes, desde 1986, era uno de los entrenadores de la selección norteamericana. Se aprovechó de tales posiciones para someter a abusos sexuales a muchas gimnastas (hay constancia de al menos 265 casos), la mayoría de ellas menores de edad. Hoy está en la cárcel, donde acumula numerosas condenas tanto federales como estatales que probablemente le hagan pasar el resto de su vida entre rejas.

Nassar es natural de Farmington Hills, un suburbio de Detroit, en el estado de Michigan. Sus comienzos como entrenador de gimnasia se produjeron en su adolescencia, cuando a los 15 años empezó a colaborar en el equipo de su instituto siguiendo el ejemplo de su hermano mayor. Más tarde, en la Universidad de su estado, estudió kinesiología y ganó experiencia trabajando para los equipos colegiales de atletismo y fútbol americano. En cuanto completó su formación logró entrar en el cuerpo médico de USA Gymnastics, aunque siguió vinculado a la misma Universidad, en la que se graduó como osteópata en 1993 y se especializó en medicina deportiva cuatro años más tarde.

Profesional muy reputado en su campo (llegó a dar clases como profesor asistente, con un sueldo de 100.000 dólares anuales, y firmó varias investigaciones científicas sobre el tratamiento de lesiones), y además felizmente casado y con tres hijos, nadie podía sospechar que hubiera algo turbio en él. Y más teniendo en cuenta que el éxito deportivo acompañaba: Estados Unidos, que solo había conseguido antes tres medallas olímpicas en toda su historia, nunca se bajó de podio desde 1996, incluyendo los oros de ese mismo año en Atlanta, de Londres 2012 y de Río 2016.

Sin embargo, las señales de alarma estaban ahí. Ya en 1997 el padre de una joven que se entrenaba en el club que Nassar había abierto con John Geddert (un prestigioso entrenador de Michigan que también llegó a la selección nacional) expresó su preocupación, pero ante la falta de pruebas no se hizo nada. Otras veces las chicas se quejaban pero eran los padres quienes no las creían y no llegaban a denunciar. Los abusos del doctor continuaron durante lustros sin que la opinión pública imaginara lo que estaba ocurriendo.

Todo cambió en 2016. Rachael Denhollander, antigua gimnasta y abogada, puso una querella contra Nassar y, además, contó los hechos en el Indianapolis Star, un periódico relativamente pequeño en el panorama nacional estadounidense (que se edita en la ciudad del mismo nombre... en la que USA Gymnastics tiene su sede). Según explicó, había acudido al médico en busca de tratamiento para su dolor en las lumbares, lo que Larry aprovechó para hacerle tocamientos inapropiados.

Rachael Denhollander testificando durante el juicio contra Nassar.
Rachael Denhollander, de pie a la izquierda, testificando durante el juicio contra Nassar. Foto: Jeff Kowalsky / AFP via Getty Images.

La consecuencia inmediata fue que la Universidad de Michigan primero relegó de sus funciones y, al cabo de un mes, despidió a Nassar. Pero también sirvió para algo mucho más importante: Denhollander relató hechos ocurridos muchos años atrás, en 1999, cuando ella tenía 15. Ver que, aunque hubiera pasado tanto tiempo, el daño todavía se podía reparar animó a muchas otras víctimas a hablar.

En los meses siguientes hubo un aluvión de denunciantes que se sumaron a la causa, incluyendo algunos nombres muy ilustres de la gimnasia estadounidense, como las campeonas olímpicas Simone Biles, McKayla Maroney o Aly Raisman. El patrón de actuación era similar: Nassar aprovechaba las revisiones médicas para tocar los pechos y los genitales de las gimnastas, llegando a introducirles dedos en la vagina y en el ano. Según la legislación estadounidense, este comportamiento está considerado un crimen incluso aunque haya consentimiento, al tratarse de menores de edad.

Otra gimnasta, Maggie Nichols, indicó que el médico hizo con ella lo que se conoce como grooming: contactarla a través de redes sociales (en este caso Facebook) para, tras ganarse su confianza, acosarla y obtener de ella imágenes de carácter erótico. De hecho, “Atleta A”, la expresión que da título al documental, es la que se utilizó durante el proceso judicial para proteger su identidad. Buena parte de la grabación está dedicada a relatar su caso.

Porque Nassar no solo se dedicaba a abusar físicamente de las niñas (en algunas ocasiones de solo seis años de edad); durante la investigación el FBI encontró un archivo con más de 37.000 fotografías de pornografía infantil, además de varios vídeos en los que él mismo aparecía acosando a las menores. En el juicio, que contó con el testimonio de 150 chicas, Larry reconoció su culpabilidad, a pesar de que en un primer momento negó los hechos.

Uno de los detalles que más indigna a las víctimas y a sus familiares, sobre el que el documental se extiende bastante, ha sido la actitud de US Gymnastics durante el proceso. Aunque repitieron varias veces que su prioridad era “proteger a los atletas”, la investigación del periódico puso de manifiesto que la federación no se tomó en serio las acusaciones y no se esforzó lo suficiente en llegar hasta las últimas consecuencias; de forma rutinaria descartaban cualquier posible caso sin siquiera pararse a analizarlo. Además, una vez conocido el escándalo, tampoco se molestó en crear programas de apoyo para las afectadas.

El asunto llevó a la dimisión de numerosos miembros de la directiva (incluyendo el que era su presidente, Steve Penny, quien actualmente se enfrenta a juicio como posible encubridor), así como a la pérdida de patrocinadores y a la bancarrota de la entidad en 2018. A partir de ahí ha entrado en un proceso de “reestructuración” con una dirigencia totalmente renovada y una lista de personas vetadas para cualquier cargo. Incluyendo, por supuesto, a Penny y a Nassar.

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