La incógnita del Real Madrid

Zinedine Zidane. / Foto: AP
Zinedine Zidane. / Foto: AP

Llega la semana definitiva para el Real Madrid, que tras levantar el quinto título del año se ve ahora ante la posibilidad de hacer la hombrada y cerrar el año de la mejor manera ganando el Clásico del fin de semana que viene.

Los blancos recibirán a un FC Barcelona que viene de machacar al Deportivo de La Coruña sin despeinarse, que pisará el Bernabéu a 11 puntos del Real Madrid por el partido aplazado de los blancos ante el Leganés y que ya ha comunicado que no piensa hacer el pasillo de campeones en honor al título conquistado por los merengues en Abu Dhabi. Pero quizás lo más importante del tema es que los blaugrana saben que una victoria en Madrid no sólo significaría un golpe tremendo (y casi definitivo) a la Liga, sino que además desinflaría el globo blanco en plena euforia tras cerrar el mejor año de su historia.

Porque empezar el 2018 sabiendo a ciencia cierta que el equipo jugará cada semana simplemente por el placer de competir, pero sin posibilidades reales de luchar por el título, sería una piedra grandísima en el zapato de Zinedine Zidane. Tras un año con cinco títulos, ir a por el sextete en 2018 es obligatorio, aunque empezar el año con el FC Barcelona a 14 puntos sería un terreno difícil por recorrer.

Por su parte, los merengues tienen ante sí un gran reto: bajar de la nube a un Barça sólido, pero que no enamora a nadie.

Hasta cierto punto, esta versión del equipo culé de Valverde recuerda al Real Madrid de Rafa Benítez. Juega de manera correcta, basa su gran racha en una defensa insuperable y en el talento de su estrella en ataque, pero no inspira confianza alguna, y en los partidos grandes (más allá de ante la Juve en el Camp Nou) no ha sabido dar el paso definitivo. En aquella ocasión, era el Barça de Luis Enrique el que llegaba con poco empaque al Bernabéu, con un equipo en formación tras la sanción de Luis Suárez que le dejó fuera de juego durante mes y medio tras su llegada al club, y con muchas dudas cernidas sobre la cabeza de Luis Enrique.

El partido se saldó con un sonrojante 0-4 en el Santiago Bernabéu que significó la sentencia de Benítez (sería cesado menos de dos meses después) y la primera piedra en una temporada de ensueño para los blaugrana, que volverían a cerrar un triplete glorioso.

Cristiano Ronaldo y Lionel Messi. / Foto: Goal
Cristiano Ronaldo y Lionel Messi. / Foto: Goal

Quizás los merengues se vean reflejados en aquella situación y pretendan darle la vuelta a la tortilla a una Liga española, que se les ha puesto muy cuesta arriba desde el principio, a partir de este Clásico. La cuestión como siempre será saber qué versión del Real Madrid veremos en ese partido.

Los blancos enseñaron perfectamente sus dos caras en el Mundialito. Ante el Al Jazira, un rival de mucho menor rango, el Real Madrid salió caminando al campo y sin un sólo gramo de tensión. El equipo sabía que la victoria caería por su propio peso porque la diferencia de nivel era notable, pero en vez de enfrentar el partido con la seriedad que merecía y finiquitarlo rápidamente, los jugadores se dedicaron a buscar jugadas personales que acabaron en nada y a frustrarse ante la gran actuación del portero rival. Al final se consiguió la victoria, pero el Al Jazira llegó a ir ganando 1-0 y estuvo a milímetros de ponerse 2-0 ante las grandes desatenciones de la zaga merengue.

Sólo tres días después, esos mismos jugadores daban un clinic de sapiencia táctica ante el Gremio, un rival infinitamente más peligroso que el Al Jazira, y mucho mejor tanto técnica como físicamente. Sin embargo, los blancos pudieron maniatar al campeón de América, quien no tiró una sola vez entre los tres palos, y aunque no pudieron dar lustre a la victoria con una goleada o un juego primoroso, sí demostraron que cuando están concentrados, son capaces de rendir a un muy buen nivel.

Esa es la duda que le queda ahora mismo al aficionado, ¿qué versión nos regalará el equipo de Zizou en el Clásico? La lógica dicta que debería ser la mejorada, la de las grandes citas, pero lo cierto es que es imposible saberlo hasta que el balón ruede por el césped.

Y eso está en el debe de Zinedine Zidane como entrenador.

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