La depresión y la falta de precisión

Pierre-Emerick Aubameyang schnürte einen Doppelpack gegen Real Madrid
Pierre-Emerick Aubameyang schnürte einen Doppelpack gegen Real Madrid

No hay forma de que las cosas cambien para el Real Madrid. El frío otoñal parece haberle roto los esquemas a Zinedine Zidane, que pensaba tenerlo todo controlado y ahora se da cuenta de que nada le funciona.

Ya no puede confiar ni en la seguridad casi mágica de un Keylor Navas que con sus paradas brindó la Undécima al club, ni en el liderazgo de un Sergio Ramos dispuesto a jugar sin máscara 20 días después de romperse la nariz, ni en fiabilidad germana de Kroos o Casemiro y, mucho menos, de el acierto goleador de sus delanteros.

Cierto es que el Real Madrid ganó 3-2 a un Borussia que se había llevado dos empates en su dos últimas visitas al feudo blanco, pero los merengues siguen si convencer. El problema, llegados a estas alturas, parece ser físico, pero no descarten la necesidad de visitar a un sicólogo.

Empezó fuerte el Real Madrid, poniéndose 2-0 arriba antes del minuto 20. Se olía la palpaba la goleada, sobre todo porque el Borussia de Bosz dista mucho de aquel equipo jugón de Klopp que enamoró a Europa. Los blancos encontraban autopistas por todos lados, pero por mucho que los alemanes abrían la puerta, no había nadie dispuesto a dar el paso para entrar.

Borja Mayoral no faltó a su cita con el gol, ni tampoco lo hizo Ronaldo, que se lleva el récord de ser el único jugador en la historia de la Champions en marcar en todos los partidos de una fase de grupo. Pero más allá de eso y del premio económico dela UEFA por la victoria final, Zidane no recogió más que dudas ante el Dortmund.

Porque misteriosamente el equipo volvió a desinflarse. Todo iba bien, y de repente dejó de ir. Por eso hablábamos de que debe ser un problema de físico, que el equipo –simplemente– no aguanta más de 30 minutos a un alto ritmo, pero conforme pasan los minutos se intuye que el problema va más allá.

El Real Madrid está deprimido. Sus jugadores viven en la indeferencia total, quizás lo que ocurre cuando te sabes tan superior a todos y tan ganador de todo que te dejas llevar. porque la verdad es que los blancos ahora mismo no son superiores a nadie, ni siquiera a un correoso Fuenlabrada, y mucho menos a un Borussia Dortmund muy venido a menos, sí, pero que cuenta con un goleador de raza como Aubameyang.

El gabonés solito –literalmente– se bastó para empatar el partido en dos momentos de desconexión merengue total. Justo antes del descanso y justo después, el Real Madrid bajó sus revoluciones a un nivel inquietante, y de eso se aprovechó el espigado delantero para poner el marcador 2-2.

La cara de Zizou era un poema. Otra vez un visitante le hacía dos goles al Real Madrid en casa, otra vez su equipo perdía comba en un partido hasta conceder un empate, y otra vez al Bernabéu se le caía el mundo encima intentando descifrar qué le ocurre a su equipo.

Al final Lucas Vázquez con un disparo en semifallo daría la victoria a los blancos, con lo que conseguía la suculenta prima económica, pero poco más en claro pudo sacar Zidane como conclusiones del partido. Lo cierto es que Theo Hernández volvió a demostrar que no parece tener muchas ganas de jugar al fútbol entre semana, que Ceballos, Asensio o Isco empiezan a aburrirse de moverse buscando el balón y que el equipo no acompañe, y que además —como dijimos hace unos días— los peores presagios volvieron a cumplirse, pues la lesión de Varane deja a la defensa en cuadro para el partido del fin de semana ante el Sevilla.

La prensa española sigue dando mucho bombo a la posible llegada de un delantero centro en diciembre, del cual se esperarían goles y milagros, pero el equipo necesita algo diferente. Los de Zidane necesitan un diván. Un buen sicólogo que les despeje la mente, le suelte las piernas agarrotadas hasta ahora y les recuerde que el fútbol es un juego, que hay que arriesgarse, que hay que moverse, que hay que intentar el pase arriesgado ante el riesgo de perderlo por una imprecisión.

En fin, que hay que hacer algo diferente e intentar disfrutar para así sorprender al contrario. Y a poder ser, hacer todo esto cuando todavía quedan objetivos por cumplir, porque a este paso la temporada blanco puede acabar bastante antes de lo esperado.

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