La cultura tóxica del equipo de las Song Girls de la USC provoca un malestar que ya conocemos

Mientras esperamos que la NFL revele el alcance del maltrato a las animadoras del equipo de fútbol americano de Washington (en algún momento a partir de ahora, NFL), o que alguien asuma la responsabilidad por el ambiente tóxico fomentado en todo el departamento de atletismo de la LSU, traemos una nueva historia de mujeres jóvenes defraudadas por los adultos que supuestamente debían proteger su bienestar.

El jueves, Los Angeles Times publicó una investigación de Ryan Kartje sobre la cultura despreciable que se instauró en las Song Girls de la Universidad del Sur de California (USC), el famoso equipo de baile de la escuela.

Diez mujeres hablaron con Kartje sobre sus experiencias en las Song Girls y contaron que las presionaban por su peso y hábitos alimenticios, las avergonzaban por su vida sexual y las obligaban a estar completamente maquilladas en todo momento, aunque no estuvieran actuando ni haciendo una presentación. Según el Times, los documentos (incluido el contrato firmado por Song Girls), los correos electrónicos y los mensajes de texto respaldan sus afirmaciones.

Todo nos resulta muy familiar, aunque eso no significa que sea menos alarmante.

Simplemente resulta deprimente descubrir otra historia más acerca de los maltratos que siguen sufriendo las mujeres jóvenes y constatar que existe un estándar unitario e irreal de cómo debe ser la apariencia de una mujer.

Todo es aún peor cuando ese tratamiento humillante proviene de otra mujer.

El jueves, un extenso artículo de Los Angeles Times puso en el punto de mira la supuesta cultura tóxica instaurada en las Song Girls de la USC, perpetrada por la ex entrenadora Lori Nelson. (Foto de Brian Rothmuller/Icon Sportswire vía Getty Images)
El jueves, un extenso artículo de Los Angeles Times puso en el punto de mira la supuesta cultura tóxica instaurada en las Song Girls de la USC, perpetrada por la ex entrenadora Lori Nelson. (Foto de Brian Rothmuller/Icon Sportswire vía Getty Images)

Las Song Girls han desempeñado un papel importante en la USC desde 1967, cuando los estudiantes votaron en masa para permitir que las mujeres se unieran al equipo de animadoras, que hasta ese momento estaba compuesto únicamente por hombres. No solo bailan en los partidos de fútbol de los Trojans sino que también representan a la universidad en eventos de recaudación de fondos y otros eventos por todo el mundo.

Lori Nelson ha sido la entrenadora de las Song Girls desde hace mucho tiempo, pero todo parece indicar que mientras se esforzaba porque las jóvenes del equipo mantuvieran una apariencia de perfección estadounidense, por detrás de bastidores las atormentaba.

Josie Bullen, quien había sido bailarina toda su vida y estaba encantada de haberse ganado un puesto en las Song Girls cuando llegó a la USC en 2017, desarrolló trastornos alimentarios al cabo de un año y tuvo que someterse a un tratamiento ambulatorio intensivo.

Dos mujeres más, de las diez que hablaron con el Times, confesaron que también desarrollaron problemas relacionados con su imagen corporal y trastornos alimenticios debido a la presión que ejercía Nelson sobre las Song Girls por su peso. Una tercera dijo que se deprimió y pensó en suicidarse.

Ocho de las diez jóvenes buscaron orientación psicológica. Para subrayar lo mal que estaban, una ex Song Girl recordó que cuando visitó a un terapeuta del campus en 2013 este le dijo: “Muchas de ustedes están acudiendo aquí”.

Un abogado de Nelson dijo que “niega de manera vehemente e inequívoca” las acusaciones.

Pero no se trata de la primera mujer que ha sido acusada por este tipo de abuso, sobre todo en el mundo de la gimnasia, la animación y los equipos de baile. Mujeres que deberían ser mentoras o que incluso podrían considerarse como “segundas madres”, cuyo estilo exigente se transforma en demandante y degradante yendo en detrimento de la salud mental de las personas que se supone deben ayudar y guiar.

Marta Karolyi, entrenadora del equipo de gimnasia estadounidense desde hace mucho tiempo, fue acusada de ejercer un abuso mental y emocional sostenido durante años sobre las aspirantes a atletas olímpicas. Laurie Hernández, miembro del equipo de gimnasia estadounidense que ganó la medalla de oro en 2016, dijo el año pasado que su entrenadora personal, Maggie Haney, también había cometido abuso verbal. Al menos una ex Buffalo Jill, el ahora disuelto equipo de animadoras de los Bills, dijo que la mujer que dirigía el equipo sometía a sus miembros a humillantes “pruebas de salto” para determinar quién estaría en el campo los domingos.

Ahora podemos agregar a Nelson a esa lista pues al parecer no quería entrenar a un equipo de baile sino controlar todos los aspectos de la vida de las Song Girls. Aunque el equipo actuó en eventos deportivos, no formaba parte del departamento de atletismo, sino que pertenecía a asuntos estudiantiles, por lo que parece que Nelson tenía poca supervisión.

Cuando varias jóvenes se quejaron con los administradores escolares sobre la toxicidad del programa, la USC abrió una investigación Título IX. Nelson renunció poco después de que comenzara la investigación. The Times informó que una docena de jóvenes reportaron experiencias negativas con Nelson y las Song Girls, mientras que ocho ex animadoras del equipo hablaron positivamente sobre Nelson.

Nelson, quien ha sido la segunda directora de las Song Girls en sus más de 50 años de existencia, no tenía experiencia en coreografía y las antiguas animadoras dijeron que no les aportaba mucho desde el punto de vista del entrenamiento técnico. En cambio, se obsesionó con la imagen que transmitían las jóvenes en el campus y más allá.

Al menos una ex Song Girl que habló con los investigadores de la USC dijo que la regla de peso del equipo reflejada en el contrato (debían permanecer dentro de los dos kilos del peso que tenían en la audición) se debía a que las mujeres necesitaban mucha resistencia para afrontar los días de juego.

Quizá sea cierto, pero es erróneo pensar que cierto peso significa que uno está sano o en forma. Hay personas que serían clasificadas como delgadas que no pueden subir un tramo de escaleras sin jadear mientras que Aaron Donald de Los Angeles Rams es obeso según los CDC, pero Donald puede hacer cosas como esta y esta.

Incluso las mujeres que ayudaron a Nelson a mantener una cultura tóxica en el equipo o que cotillearon sobre algunas animadoras con ella, descubrieron rápidamente su lado malo. Adrianna Robakowski fue una vez la “niña de oro” de Nelson, como ella y su madre le dijeron a The Times, pero cuando Robakowski se enteró del trastorno de Bullen se sintió incómoda participando en esa situación o en la dirección general de las Song Girls, así que intentó distanciarse de la entrenadora.

En una práctica en la que Bullen inició una discusión sobre los problemas de imagen corporal entre las animadoras, Nelson acusó a Robakowski frente al equipo de haberle mentido para dormir con un estudiante durante un viaje. Robakowski sostiene que no era cierto y después de confrontar a Nelson entre lágrimas, su relación se deterioró. Al parecer, Nelson les dijo a los amigos de Robakowski que la apartaran de sus vidas.

Todo esto por un equipo de baile. Para tener la oportunidad de contribuir al ambiente de los eventos deportivos y representar a una universidad que se supone que amaban, con ex alumnos y donantes adinerados. Para tener la oportunidad de continuar con la pasión por el baile de toda la vida y formar parte de algo que debería ser una experiencia positiva.

Robakowski, ahora estudiante de primer año de derecho en la USC, lo resumió mejor: “Es genial en muchos sentidos. No veo por qué las chicas del futuro no puedan tenerlo todo: la tradición, la hermandad y todo eso. Pero sin la ansiedad y los trastornos alimentarios”.

Shalise Manza Young