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La ansiedad deja marcas en nuestro día a día (y a lo mejor ni lo notas)

Foto: Tero Vesalainen/istock
Foto: Tero Vesalainen/istock

La ansiedad es un desorden que se inmiscuye en nuestro día a día y a veces, nos toma por completo. Así es: nos cambia el humor, nuestros hábitos y hasta afecta nuestra salud.

Y no se trata de una condición que padecen unos pocos. Al menos en EE.UU, los trastornos de ansiedad son la enfermedad mental más común y afectan a 40 millones de adultos (el 18.1% de la población cada año), según informa la Asociación de Ansiedad y Depresión de EE.UU. (ADAA, por sus siglas en inglés).

Si bien los trastornos de ansiedad son altamente tratables, solo el 36.9% de los que los padecen, reciben tratamiento.

¿Cuáles son las causas? Se desarrollan a partir de un conjunto complejo de factores de riesgo, que incluyen la genética, la química del cerebro, la personalidad y los eventos de la vida. No es raro que alguien con un trastorno de ansiedad sufra también depresión o viceversa.

Casi la mitad de los diagnosticados con depresión también son diagnosticados con un trastorno de ansiedad, según la ADAA.

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Ahora bien, ¿de qué manera afecta la ansiedad tu día a día?

El cuerpo siente la ansiedad y la manifiesta. Por ejemplo, la ansiedad y el estrés pueden hacer que algunas personas sientan opresión o que algo está atorado en su garganta. Se llama “sensación de globo” y nada tiene que ver con la alimentación.

Otra característica típica de las personas con ansiedad es la tensión en sus músculos. Si bien cualquier persona puede experimentar este dolor de vez en cuando, a quienes padecen de trastornos de ansiedad les resulta más difícil controlarlo o disminuirlo.

Además, estos individuos suelen preocuparse tanto por el dolor asociado con la tensión muscular que no pueden quitar el foco de ese padecimiento puntual (lo cual empeoraría aún más el cuadro).

Y hay más: la ansiedad generaría dolor de estómago, diarrea y náuseas. Las palpitaciones en el corazón también son otra consecuencia de este trastorno.

Experimentas cambios en tu comportamiento. Hay pequeños gestos desapercibidos que, unidos entre sí, pueden ser una señal de alerta. “Es el caso de esos pequeños tics nerviosos que se acentúan con la ansiedad y que pueden llegar a ser problemáticos”, explica la psicóloga Yolanda Cuevas.

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Por ejemplo, la “intranquilidad motora” que se visibiliza en gestos como rascarse y tocarse repetidamente, y que puede llevar a provocar daños en la piel. También, el llanto o la paralización.

Asimismo, Cuevas destaca las “conductas impulsivas reactivas”, que pueden tener que ver con comer, beber, fumar en exceso, apostar, sexo compulsivo, compras compulsivas, práctica deportiva excesiva y más.

Rindes menos en el trabajo. Muchas veces la ansiedad crónica es generada en el lugar de trabajo y es necesario abordarla de inmediato, pues tiene implicaciones severas en tu desempeño.

Un estudio llevado a cabo por la Organización Mundial de la Salud (WHO, por sus siglas en inglés) en 2017 descubrió que los trastornos de ansiedad le cuestan a la economía mundial mil millones de dólares por año en pérdida de productividad. Esta productividad perdida puede exhibirse de dos maneras:

En absentismo. Según un estudio realizado en Australia en 2016, las personas que sufren problemas de salud mental toman un 5% más de tiempo libre.

En el presentismo: los empleados trabajan cada vez más horas pero con poco impacto

La ansiedad te vuelve negativo. La ansiedad no es solo una sensación de angustia, también es una forma de afrontar las situaciones, y a largo plazo puede llevarnos a tener una visión especialmente negativa de la vida. Según Cuevas, pueden aparecer sentimientos de preocupación, pensamientos negativos e intrusos, irritabilidad, sensación de amenaza y miedo extremo.

Como si esto fuera poco se puede incrementar la sensación de “incertidumbre e inseguridad”, lo que por otra parte puede aumentar ese sentimiento de angustia constante.

Si tienes dudas, consulta con un profesional de la salud.