La alarmante falta de gol del Real Madrid

El Golazo de Gareth Bale que empató el clásico gracias a un pase de Marco Asensio. / Foto: GettyImages

Pasó un clásico de esos que no se recordarán. Tuvo de todo, estuvo entretenido, reñido, hubo peleas, rojas, penaltis no señalados y cuatro goles, pero tensión competitiva más bien ninguna. Recordó mucho al clásico del verano pasado en la International Cup: los jugadores son los que conocemos de siempre, pero el partido se nos hacía raro.

Ahora, con el Real Madrid con la cabeza ya puesta en Kiev, y con el FC Barcelona más preocupado de despedir a Andrés Iniesta como merecía, al clásico le faltó la tensión que da tener un título en juego, y nadie acusó esto más que el brasileño Marcelo. Van ya cuatro o cinco partidos en los que el lateral se desentiende completamente de las jugadas defensivas que acaban por costarle los primeros goles al Real Madrid en sus partidos. Luego, Marcelo suele convertirse en protagonista en ataque, porque pocos tienen la calidad e imaginación del brasileño, pero sus prestaciones en defensa empiezan a dejar mucho que desear.

El Barça se adelantó en esa jugada en la que Marcelo se dejó ir. Sergi Roberto subió la banda soló y encontró a Luis Suárez en el segundo palo sin marca. Al Real Madrid se le ponía cuesta arriba el partido (una vez más), aunque con Ronaldo sobre el campo todo era posible. El portugués estaba muy activo y con ganas de ser protagonista. Fue él quien marcó el 1-1 y montó la jugada desde el principio: su cabezazo habilitó a Kroos en la izquierda, que centró a Benzema para que sirviera en bandeja de cabeza a Ronaldo. La mala suerte para el portugués fue que, al intentar rechazar, Gerard Piqué le pisó el tobillo, causándole un esguince, que le dejó mermado todo el primer tiempo y obligándole a salir del terreno de juego en el descanso.

Antes, al portugués le había dado tiempo a ejecutar la ocasión más clara de los blancos. Un pase filtrado de Modric, dejó a Ronaldo sólo ante Ter Stegen, pero el alemán rechazó con el pie el disparo cruzado del 7 madridista.

A partir de aquí se acabó el Real Madrid en ataque. Justo antes del descanso, el árbitro Hernández Hernández sacó una tarjeta roja a Sergi Roberto por darle un puñetazo a Marcelo tras un forcejeo, y lo que parecía un aliciente más para los blancos, acabó por convertirse en su peor enemigo.

Saltó Marco Asensio al campo por el lesionado Ronaldo y se esperaba un asedio de los merengues en el campo blaugrana para finiquitar a su rival en inferioridad. Nada de esto. Seguramente Zidane pidió calma para recuperar el balón y manejar el partido, pero no se percató de que el Barça de Valverde es un equipo con los mejores delanteros del mundo que se ha convertido en una máquina defensiva. Cometieron muy pocos errores y aunque los blancos percutieron y llegaron a arrinconarlos en su área, jamás estuvo la victoria en mano de los blancos.

Al contrario, el Barça tuvo tres contra ataques clarísimos de los que marcó dos, uno de forma legal y otro de forma ilegal, pero Hernández Hernández pitó todo lo contrario. El resultado era el mismo: un Barça con un hombre menos ganaba 2-1 tras una genialidad de Messi en un palmo de terreno de juego.

Fue entonces cuando se notó la descarada y preocupante falta de gol del equipo blanco. El Real Madrid encontrará desahogo en la actuación arbitral, que le perjudicó y mucho (el gol de Messi no debió subir al marcador y un penalti clarísimo a Marcelo tras el empate de Gareth Bale no se pitó), pero los blancos, clasificados por tercer año consecutivo a la final de la Champions League, no pueden depender tanto de Cristiano Ronaldo para marcar.

En 45 minutos con superioridad numérica, los blancos no fueron capaces de inquietar de verdad a Ter Stegen (entiéndase “de verdad”, cómo inquietó el Bayern de Munich a Navas hace sólo cinco días) y el equipo se conformó con recuperar rápido cerca del área del Barça, abrir a las bandas y meter centros bastante flojitos. Hubo jugadas en las que el equipo merengue llegaba con rapidez por una banda, pero al levantar la cabeza el jugador con el balón no encontraba a nadie vestido de blanco dentro del área. Verdaderamente preocupante.

Y conste que Karim Benzema hizo un buen partido y que Gareth Bale no sólo marcó el gol del empate sino que además estuvo muy aplicado tácticamente. Pero de cualquier manera, al Real Madrid no se le adivinó en ningún momento un jugador que diera verdadero pánico arriba a la defensa culé tras la salida de Cristiano, y esto es peligroso.

Es peligroso porque el Barça ha demostrado que tiene un equipo sólido, capaz de aguantar el chaparrón incluso con uno menos, y que arriba tiene no uno, sino dos killers que no te perdonan una. Los blancos, por contra, una vez que se cayó Ronaldo del equipo, no tuvo donde buscar la inspiración.

Asensio dio algo de claridad al juego de ataque merengue en la segunda parte. Intentó conectar por dentro con Benzema y con Kroos, y encontró a Gareth Bale en un pase de tiralíneas que hubiera firmado el mismísimo Michael Laudrup, pero ni es un hombre gol ni juega lo suficientemente cerca de la portería contraria como para cumplir con esa tarea. A Benzema, más allá de haber recobrado la fé y mostrarse muy atento en las recuperaciones y en el desplegue de los contrataques, no se le espera en el marcador, y Gareth Bale –que marcó un golazo– no puede ser la referencia arriba porque está más fuera que dentro del club.

Así las cosas, el Real Madrid se va con el mal sabor de boca de haber tenido la oportunidad de romper la racha de imbatibilidad del Barça en esta Liga y no haberlo hecho, de saber que la Liga se tiró en en los primeros dos meses de competición –sólo ha perdido un partido en toda la segunda vuelta–, y de esa posible lesión de Cristiano Ronaldo que preocupa y mucho de cara al partido de Kiev el 26 de mayor. Más aun tras ver la preocupante falta de gol del Real Madrid cuando su capitán general no está en el campo.

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