Líder, descanso en los socios y falso 9: cómo se acomoda Lionel Messi en la nueva estructura de Barcelona

El nuevo curso descubre a un Barcelona moderno y de esfuerzos colectivos. En ese bloque con dinámica y presión sostenida que diseñó Ronald Koeman, Lionel Messi encuentra el espacio para ser el líder indiscutido, aunque todavía no desempolvó ninguna pieza del variado repertorio con el que encanta año tras año al público. El explosivo inicio de temporada del juvenil Ansu Fati, con tres goles en dos partidos, eclipsa al rosarino en la Liga de España. Siempre eje de las producciones de los catalanes, el número 10 fue menos protagonista frente a Celta (3-0) y Villarreal (4-0), pero la producción del conjunto no se resintió: el equipo ganó los dos juegos y él, en este pasaje del calendario, descansa en los socios, esos futbolistas que hablan su mismo idioma con la pelota y con los que demostró una rápida conexión.

La visita a Vigo siempre supuso un desafío personal para Messi y un reto para Barcelona. Balaídos no se le enseña cómodo a Leo, los arcos parecen tener una dimensión menor y la figura de los arqueros asoma como verdaderos gigantes. Las estadísticas, ese rubro que Leo modifica constantemente con sus nuevas hazañas, quedaron fijas en 2013. Dos goles convirtió la Pulga en las visitas a Celta, un número raquítico para sus cifras rimbombantes. El último, el 30 de marzo de 2013, en el empate 2-2; el primero, el 28 de agosto de 2006, cuando con 19 años ayudó a los blaugranas a celebrar un ajustado 3-2. Barcelona no se marchaba envuelto en gloria desde 2015, el primer año del ciclo de Luis Enrique: fue triunfo 1-0, con gol del francés Jeremy Mathieu, en una acción de estrategia. La temporada pasada, el empate supuso el comienzo del final de un ciclo.

Después de ensayar con Messi por la banda derecha en un partido de pretemporada, frente a Nastic, Koeman invitó, entre la urgencia y el esquema que idealiza, a que se posicione de falso N° 9. Los encuentros preparatorios con Girona y Elche fueron la prueba; las victorias 3-0 frente a Celta y 4-0 sobre Villarreal, las confirmaciones. "Me quedo y daré el máximo", dijo Leo, después del culebrón del burofax, el amago de salida y las desavenencias que expuso con el presidente de la junta directiva, Bartomeu. No solo cumple, los chisporroteos que aparecieron, tras el anuncio de la partida de su amigo Luis Suárez, son disimulados y el pragmático entrenador holandés practica su rol, al seducir con elogios el compromiso de la estrella.

La función no es novedosa para Messi, que en 2009 dejó el extremo derecho y cumplió el rol que le asignó Pep Guardiola, que tomó la determinación después de analizar videos con Tito Vilanova. Indetectable para los rivales, con libertad para moverse, el estreno resultó de ensueño: 6-2 a Real Madrid en el Santiago Bernabéu. El objetivo era ganar presión en campo rival y lograr transiciones rápidas en ataque. Aquel 2 de mayo, Messi sacudió dos veces la red de Real Madrid. Once años después, en la réplica de aquella versión, el poder de fuego es menos vistoso, porque anotó solo frente a Villarreal y de penal. Pero la participación no deja de ser esencial y dos de los tantos que acumula Barcelona son producto de goles en contra, después de intentos de pases-gol de Messi: ante Celta ejecutó un slalon desde fuera del área y al asistir a Coutinho, Olaza descolocó a su propio arquero; el fin de semana pasado provocó el autogol de Pau Torres (4-0), cuando la intención era habilitar a Sergio Busquets.

El resumen de la goleada de Barcelona

En Balaíos, donde la lluvia y el viento fue una molestia constante, el VAR le anuló un gol por offside. Conectado, lanzó un tiro de esquina que sorprendió a Iván Villar; el gol olímpico es un reto para su catálogo. Y el 3-0, obra de Sergi Roberto, fue el epílogo de una acción en la que Leo, desde la izquierda, exigió al guardavalla; el rebote cayó en los pies del lateral que selló el éxito.

La transmisión de TV enseñó, durante el entretiempo, una faceta que Messi desarrolló con el paso del tiempo: el diálogo con los árbitros. Barcelona protestó la expulsión de Clément Lenglet, por doble amarilla, a los 42 minutos del primer tiempo. La tarjeta roja provocó que Koeman sacrificara a Antoine Griezmann, de príncipe a soldado en la nueva causa catalana, y decidiera el ingreso de Ronald Araújo. Rodeados por el rosarino, Gerard Piqué y el DT holandés, el árbitro Del Cerro Grande explicó en el túnel que lleva a la cancha la sanción y hasta acomodó el brazo sobre el cuello de Leo, en una representación de lo que fue la falta del francés.

Messi es el único delantero que jugó todos los minutos de los dos partidos de Barcelona. El deseo de jugar y ganar está intacto, así el dibujo y el partido le pida que sea extremo, falso 9 o enganche.