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La noche en la que Mbappé arruinó la Eurocopa de unos pocos españoles

Mbappé caminando por un campo de fútbol con cara de decepción
Mbappé, con cara de decepción tras fallar el penalti definitivo. Foto: Marcio Machado/Getty Images.

Cuenta la población española masculina que pasó por el servicio militar, la que ya tiene edad de vacunarse contra el coronavirus, que en la cartilla militar que se les entregaba al acabar su periodo de instrucción, a falta (afortunadamente) de ocasión en la que demostrarlo en combate, se incluía una coletilla que decía "valor, se le supone". De la misma manera, aunque salvando las distancias, a los periodistas deportivos españoles se les presupone el patriotismo cuando compite la selección nacional. Al menos se llenan la boca hablando del "equipo de todos" y analizando hasta el último detalle de sus andanzas cada vez que hay torneo grande (como la presente Eurocopa), partido de la fase de clasificación o incluso amistoso irrelevante.

Pero ¿se trata de amor sincero o puro interés para mantener contenta a la audiencia? En algunos casos, la duda es legítima. Y más en una situación como la actual, en la que se dan todos los condicionantes para que el combinado sea territorio hostil para los seguidores de un equipo en concreto, que casualmente es el mayoritario. Tenemos una convocatoria de 24 futbolistas en la que ni uno milita en el Real Madrid, liderada por un seleccionador como Luis Enrique, que probablemente sea la definición personificada de "antimadridismo". Es, probablemente, la Roja menos blanca que cabía imaginar, pero sigue llevando el mismo escudo de siempre en el pecho.

Así las cosas, no nos engañemos, hay cierto sección de la afición que ve esta situación anómala como un ultraje inaceptable y, por tanto, no solo no se ve identificada con ella, sino que no le augura ni le desea nada bueno. Entre ellos, como representantes de la sociedad que son, no podían faltar determinados comunicadores y líderes de opinión. Quizás anhelar que España perdiera su partido de ayer contra Croacia fuera excesivo incluso para ellos (aunque tampoco se puede asegurar: les podría haber servido para soltar un "te lo dije" con tono de condescendencia y sentirse superiores), pero no les habría importado demasiado que, una vez clasificados a cuartos de final, la poderosa Francia les hubiera eliminado con actuación estelar de Mbappé, el fichaje pretendido por Florentino Pérez.

¿Exagerado? Ni mucho menos. Repasemos las publicaciones recientes de algunos de ellos:

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Es legítimo, por supuesto. Los sentimientos son cosa de cada uno y nadie puede forzar a nadie a desear que a tal o cual equipo deportivo le vaya mejor o peor, por mucha patria que se supone que represente y mucha obligación moral que parezca que debamos tener. Si alguien estima procedente anteponer los intereses de su club a los de su selección, está en su derecho, faltaría más. Es una posición probablemente no muy compartida, pero tan respetable como cualquier otra.

Lo que chirría es que este mismo sector de opinión tiende a ser el más nacionalista y el que ondea la bandera rojiblanca con más entusiasmo cuando las circunstancias tienen otros protagonistas. Son, por ejemplo, los que más atizan a gente como Gerard Piqué por ese supuesto antiespañolismo del que tanto le acusan y que tan poco se ha visto a lo largo de sus muchos años llevando el 3 en la camiseta de la selección. Por decirlo suavemente, la coherencia no es su fuerte.

En cualquier caso, el plan salió mal. Aunque partía como favorita destacada, a Francia se le complicó mucho el partido contra Suiza, tanto que tuvo que acabar resolviéndose en la tanda de penaltis. En ella, qué pena, los galos acabaron perdiendo por un fallo en el lanzamiento definitivo... que ejecutó precisamente Mbappé.

El portero de Suiza parando un penalti lanzado por el delantero francés Mbappé
Momento en que Kylian Mbappé (izquierda) falla el penalti definitivo. Foto: Marcio Machado/Getty Images.

Así las cosas, la vigente campeona del mundo ya no tendrá la oportunidad de derrotar con holgura a España en cuartos de final, tal como muchos de estos gurús predecían y a lo mejor hasta esperaban. Ahora tocará jugar contra Suiza, que nunca se sabe (los mismos franceses son la prueba), pero en principio parece un rival más asequible, contra el que avanzar a semifinales parece viable. Entre esto, la eliminación de la Croacia de Modric (¿o de Vrsaljko?) y la del Portugal de Cristiano Ronaldo (¿o de João Félix?, al madridismo más recalcitrante se le está quedando una Eurocopa más bien regular. A tiempo están de subirse al barco de Luis Enrique, que es un tipo con malas pulgas y un tanto rencoroso pero seguro que les admite sin problemas.

Les queda el alivio de que el delantero que pretenden importar del PSG todavía es un muchacho joven con un futuro importante por delante. Y que, en vista del fracaso francés personificado en su figura, es de esperar que no se revalorice más de la cuenta y que la maltrecha billetera de Florentino Pérez todavía tenga opciones de afrontar el fichaje. Quien no se consuela es porque no quiere.

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