Jugadoras internacionales que pagan por jugar

Rebecca Parkes Grace (izquierda) de Hungría y Matilde Ortiz Reyes (derecha) de España durante el partido que enfrentó a amabas selecciones en el Campeonato de Europa de Waterpolo en Barcelona (EFE/EPA/Tibor Illyes)
Rebecca Parkes Grace (izquierda) de Hungría y Matilde Ortiz Reyes (derecha) de España durante el partido que enfrentó a amabas selecciones en el Campeonato de Europa de Waterpolo en Barcelona (EFE/EPA/Tibor Illyes)

En el Europeo de waterpolo de Barcelona hay jugadoras internacionales que pagan por sus fichas federativas para poder jugar en sus ligas. Otra prueba más de las grandes desigualdades con las que tiene que lidiar el deporte femenino.

El Europeo de Barcelona está siendo noticia por la enorme diferencia entre combinados nacionales. Hay selecciones como Rusia o España que están ganando sus partidos por más de 20 goles. Pero son pocos los que se paran a pensar en la cruz de la moneda: Serbia, Alemania, Turquía…

Como bien indica El País, las jugadoras de selecciones como Serbia viven del amor al deporte y dedican el tiempo que pueden a entrenar. El nivel de profesionalización en el país es escaso, como afirma la jugadora Nina Josifovic: “En Serbia solo hay cuatro equipos, no es ni una liga; y así no se puede evolucionar. No es como en España”.

Las jugadoras serbias apenas cobran 10 euros al día por competir con su selección en el Europeo, por lo que vovlerán a casa con unos 100 euros en el bolsillo cada una. Muy lejos, por ejemplo, de los 500 que paga un club español como el Mataró a sus jugadoras. Pero todavía más lejos, por hacernos una idea, de los 10.000 euros al mes que puede percibir un jugador en la liga masculina de Montenegro.

Josifovic, a su vez, evidencia lo complicado que es ser una waterpolista femenina en su país: “Yo no pago nada, pero algunas de mis compañeras pagan una anualidad al club“. Esto, entre otras cosas, hace que varias jugadoras decidan abandonar la práctica del deporte cuando encuentran un empleo.

En el caso de Alemania, casi todas las jugadoras son universitarias. No así su capitana, Carmen Helse, agente de policía que compagina su empleo con el waterpolo y se siente una privilegiada por ello: “Y yo soy afortunada porque el cuerpo me permite trabajar 22 horas y dedicar 18 al deporte como parte de mi tarea”.

Otras en el combinado alemán no tienen tanta suerte. Sin ir más lejos, la portera del equipo se dedica a la venta al por mayor y apenas tiene tiempo para el waterpolo. Ninguna percibe ningún salario y, alguna, como Belen Vossberg, tiene que pagar su ficha federativa para poder jugar.

Como dijo Jennifer Pareja, campeona del mundo de waterpolo con España, en el Foro Mujer Y Deporte en Zaragoza: “Uno de los factores que hay que cambiar es la elevada tasa de mujeres que deciden no continuar. Una de las cosas que más nos cuesta es intentar priorizar el deporte y ver que se puede vivir de él. Hay que concienciar que el deporte femenino puede ser tu vida y futuro”.

Jennifer, nombrada mejor jugadora del mundo de waterpolo en 2013, hizo a su vez un llamamiento a las entidades y los aficionados del deporte, recogido por el Heraldo: “Las jóvenes han de tener referentes femeninas. Hay que difundir nuestros éxitos, que haya más apoyo de todos“.

Durante el campeonato celebrado en Barcelona se está viendo la frustración de las jugadoras de las selecciones con menor potencial que, después de encajar derrotas por diferencias que rondan los 20 puntos, llega a transformarse incluso en lágrimas. Es responsabilidad de todos que hechos como estos dejen de suceder.

Por Borja González

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