El jugador fantasma del Sub 23: no jugó en la Argentina, pasó por tres países y ahora estará en el Preolímpico

Castellanos convirtió 11 goles en 30 partidos en la temporada 2019 de la MLS

La frase resulta un latiguillo. A ella recurre para desalentar cualquier apuro respecto a su futuro, pero también para quitarle dramatismo a hechos del pasado. "Si las cosas pasan, es por algo", repite a lo largo de la charla Valentín Castellanos, el futbolista que no tiene estadísticas en el futbol profesional argentino, aunque es uno de los 23 nombres que se entrenan bajo las órdenes de Fernando Batista, con miras al torneo Preolímpico de Colombia, que se jugará entre el 18 de enero y el 9 de febrero de 2020. Su caso es una rareza. También una muestra de los rastrillajes y diversas fórmulas que se utilizan para detectar a los talentos con sangre criolla. "Es curioso porque nací en la Argentina y aunque no jugué más que en la liga mendocina, el recorrido es lo que me permite ser parte de este sueño", relata el atacante de New York City y una de las revelaciones de la Major League Soccer.

El esfuerzo por destacarse en el fútbol argentino resultó nulo. River lo desechó en la primera prueba y en Lanús lo condicionaron por el físico. "Me frustré, tenía 15 años. Pero no busqué darle muchas vueltas, porque quizás en ese momento los clubes estaban buscando jugadores de otras características o en otros puestos", comenta, quien empezó a jugar en las escuelas de fútbol de Leopoldo Jacinto Luque, en Mendoza. De ahí saltó a Independiente Rivadavia, aunque su estreno en la liga fue, a los 16 años, en Leonardo Murialdo, un club de la segunda categoría. La B resultó un trampolín a lo largo de su carrera. En ese momento y también unos años después. "El técnico de las juveniles Tony Torres tenía contacto con Diego Rivarola, un exatacante argentino que se destacó en Universidad de Chile, y me consiguió una prueba en la U. Fue duro, dejaba a la familia, a los amigos", señala sobre su incorporación al popular club chileno.

En New York City FC forjó una amistad con Maxi Moralez, socio ideal en la cancha y fuera del terreno

El cruce de la cordillera tuvo un costado futbolístico y otro afectivo. Diego, el papá, vivía en Santiago y había formado nueva pareja, tras la separación de Marilú. A pesar de mantener contactos, Valentín llevaba ocho años sin verlo. "El club me quería alojar en una pensión, pero insistí para vivir con mi papá. Disfruté mucho volver a estar con él, reencontrarme, compartir momentos que durante todo ese tiempo habíamos perdido por la distancia", explica Castellanos que, en contrapartida, en la cancha no tenía la oportunidad de demostrar sus virtudes. "Por una reglamentación de la FIFA y por un problema legal, como era menor, estuve 10 meses sin jugar. El calvario se terminó cuando cumplí los 18 años, al firmar contrato. Pero la temporada estaba terminando y apenas jugué dos partidos en la Reserva. El técnico Ángel Guillermo Hoyos [ahora en Aldosivi] me hizo debutar en la Copa Sudamericana 2017, frente a Corinthians, en Brasil. Y aunque me veían condiciones, nunca entendí por qué no tuve más continuidad", analiza, a la distancia, de cómo se desarrolló la experiencia chilena.

La primera B y la frase latiguillo se juntaron para que Castellanos ensayara el siguiente paso. Una apuesta que demuestra la fortaleza mental de un futbolista que recién había cumplido 18 años. "Yo quería jugar. Firmar en Torque, de Uruguay, desde afuera, era un retroceso en mi carrera. Estaba en un club grande y elegía irme a la B, pero quería mostrarme, comer mierda. Fui a un lugar en donde los vestuarios eran tan chicos que casi la mitad del plantel se cambiaba afuera... Una experiencia que me sirvió para valorar las pequeñas cosas. Fue una de las mejores decisiones de mi corta carrera: jugué, salimos campeones, ascendimos, metí goles. Crecí muchísimo", recuerda sobre el movimiento impensado, el que le permitió instalarse en la órbita del City Football Group, ese que tiene como buque insignia a Manchester City y como satélites a Girona (España), Melbourne City (Australia), Yokohama Marinos (Japón), Sichuan Jiuniu (China), Mumbai City (India).

El respaldo del City fue el llamador de la apuesta perfecta. Porque Domenec Torrent, el entrenador de New York City y exayudante de campo de Pep Guardiola, pidió que Castellanos fuera cedido a la filial de la MLS, aun cuando todavía le restaban seis meses de contrato. "Es un espaldarazo que el entrenador te pida, aunque ser titular te lo ganás en la cancha, en los entrenamientos", apura quien descubrió en Maxi Moralez a un socio en el campo de juego y también fuera del terreno. "Él y su familia me ayudaron muchísimo en la adaptación. Ya la primera semana me habían llevado a pasear, a conocer la estatua de la Libertad. Como vivo solo, cenaba en su casa, que estaba a 10 cuadras", dice el mendocino, que ahora vive en New Jersey.

Rival de Zlatan Ibrahimovic, excompañero de David Villa, admirador de Roberto Firmino, Luis Suárez y Kylian Mbappé, los 11 goles en 30 partidos en 2019 encendieron las alarmas del departamento de selecciones juveniles. "Es un orgullo ponerse la camiseta argentina, también es quitarme la espina de no haber jugado en el país. Pero si las cosas pasan, es por algo: quizá si me quedaba no lograba destacarme y nunca hubiera tenido esta oportunidad", resalta Taty, quien señala que la MLS ya no es un espacio que los futbolistas eligen para retirarse, sino un lugar para crecer.

Castellanos no se apura ni se desespera por dar el salto a Europa: elige cumplir un sueño que para muchos parecía impensado.