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Se jugó fútbol durante la pandemia gracias a una estricta obediencia. Ahora todo debe empezar de nuevo.

LISBON, PORTUGAL - AUGUST 23: (----EDITORIAL USE ONLY â MANDATORY CREDIT - "UEFA / JULIAN FINNEY / HANDOUT" - NO MARKETING NO ADVERTISING CAMPAIGNS - DISTRIBUTED AS A SERVICE TO CLIENTS----) Players of Bayern Munich celebrate at the end of the UEFA Champions League final football match between Paris Saint-Germain and Bayern Munich at the Luz stadium in Lisbon, Portugal on August 23, 2020. Bayern Munich won the match with 1-0. (Photo by Julian Finney / UEFA / Handout/Anadolu Agency via Getty Images)
(Photo by Julian Finney / UEFA / Handout/Anadolu Agency via Getty Images)

Jonathan Van-Tam no hizo ningún intento por dorar la píldora. En medio de la pausa que el coronavirus provocó en el fútbol, mientras las ligas deportivas de todo el mundo buscaban la manera de regresar al campo en medio de la devastación de la pandemia, Van-Tam, el asesor médico adjunto del Reino Unido, había sido invitado a una llamada de Zoom con los capitanes de los 20 clubes de la Liga Premier.

Van-Tam estuvo presente para explicarles las medidas que permitirían el regreso del fútbol. Les dio vueltas a los muchos sacrificios que iban a tener que hacer los jugadores. No iba a ser sencillo, les comentó a los capitanes: ellos y sus compañeros de equipo iban a estar más supervisados que casi cualquier otra persona, a excepción de los soldados de las fuerzas especiales británicas en estado de alerta máxima.

En esos largos y oscuros días de primavera, mientras las autoridades intentaban sacarse de la manga una estrategia para volver al campo, la idea de que la gran mayoría de las ligas nacionales de Europa lograran terminar sus temporadas —y un nuevo campeón europeo pudiera coronarse— parecía distante y fantasiosa. Daba la impresión de que había demasiado riesgo. Demasiadas cosas podían salir mal.

No obstante, el domingo por la noche en Lisboa, Portugal, el Bayern Munich ganó la Liga de Campeones, para bajar el telón de la campaña 2019-2020. El fútbol europeo salió adelante.

El hecho de que lo haya conseguido no solo es testimonio del progreso que lograron sus países en contra del virus; de la planeación detallada y forense de las ligas y las federaciones, y del espíritu de “unidad”, como lo dijo el presidente de la Serie A, Paolo Dal Pino, que pudieron fomentar los clubes del continente en una situación extremadamente difícil. No obstante, nada de esto habría ocurrido sin la disposición de miles de jugadores que acataron algunos de los controles más estrictos que se hayan impuesto sobre cualquier individuo en cualquier industria.

LISBON, PORTUGAL - AUGUST 23: Photographers are seen at work inside the stadium next to the Champions League Trophy prior to the UEFA Champions League Final match between Paris Saint-Germain and Bayern Munich at Estadio do Sport Lisboa e Benfica on August 23, 2020 in Lisbon, Portugal. (Photo by Michael Regan - UEFA/UEFA via Getty Images)
LISBON, PORTUGAL - AUGUST 23: Photographers are seen at work inside the stadium next to the Champions League Trophy prior to the UEFA Champions League Final match between Paris Saint-Germain and Bayern Munich at Estadio do Sport Lisboa e Benfica on August 23, 2020 in Lisbon, Portugal. (Photo by Michael Regan - UEFA/UEFA via Getty Images)

La Bundesliga —la primera liga deportiva importante que reanudó sus actividades— abrió el camino. Antes de volver a jugar en mayo, le entregó un manual a cada uno de sus jugadores con las instrucciones precisas sobre la “higiene privada”, una guía que en algunos casos fue más allá de los consejos que difundió el gobierno al público en general.

Las reglas eran lo más rigurosas, y extensas, posibles, y regulaban casi todos los aspectos de la vida de los jugadores. Las toallas para las manos solo se podían usar una vez y se debían lavar a 60 grados Celsius en cuanto estuvieran húmedas. Las habitaciones tenían que estar bien ventiladas. Los cepillos de dientes debían limpiarse con agua caliente y jabonosa.

Algunas reglas rayaban en lo íntimo: los futbolistas recibieron la orden de asegurarse de tomar vitaminas, beber suficiente agua y mantener sus vías respiratorias a una temperatura templada. Otras adoptaron una postura firme: el club podía determinar el cambio de residencia de aquel jugador que sospechara que alguna persona infectada con el coronavirus había violado su burbuja.

La reglas no solo incluían a los jugadores, sino también a sus familias: nada de visitantes, nada de transporte público, nada de conversaciones con vecinos. No se podía correr ningún riesgo.

Las autoridades de otras partes implementaron muchos aspectos de esa estrategia, y adoptaron lo que Víctor Manuel Ortega, un vicepresidente de la liga española, llamó “una cascada de rigor”. En cada país, las reglas enfatizaron la importancia de que los jugadores asumieran una responsabilidad individual.

Ortega, quien se encargó de supervisar el retorno del fútbol español, recordó muy bien ese temor: los nervios de cuando despertaba todas las mañanas a la espera de un nuevo lote de resultados de pruebas y luego el alivio que lo inundaba… al menos durante 24 horas.

TOPSHOT - Paris Saint-Germain's Brazilian forward Neymar leaves the team's hotel in Lisbon, on August 24, 2020, a day after being defeated by Bayern Munich during the UEFA Champions League final football match. - Bayern Munich won the Champions League yesterday after a 1-0 victory over Paris Saint-Germain saw the German giants crowned Europe's top team for the sixth time. (Photo by CARLOS COSTA / AFP) (Photo by CARLOS COSTA/AFP via Getty Images)
(Photo by CARLOS COSTA/AFP via Getty Images)

El momento que Ortega temía nunca llegó. Sucedió lo mismo en otras partes. La mayoría de las ligas informaron tan solo algunas decenas de pruebas positivas, a lo mucho, cuando terminaron sus calendarios. Aparte del Dínamo Dresde, un equipo de la segunda división alemana que reportó un brote inmediatamente antes del regreso de la Bundesliga, ningún equipo tuvo que ponerse en cuarentena o sufrir una serie de partidos pospuestos o reprogramados.

La mayoría se encontró con que sus jugadores siguieron las reglas al pie de la letra, pues prácticamente se enclaustraron en sus casas —excepto para las sesiones de entrenamiento y los partidos— durante los dos meses que faltaban para terminar la temporada.

“En aquel entonces, esperábamos que fuera de las instalaciones de entrenamiento siguieran los consejos del gobierno en relación con el distanciamiento social, la higiene y dónde realizaban visitas”, comentó Richard Garlick, el director de fútbol de la Liga Premier. “Lo hicieron con esta mentalidad: ‘Queremos regresar; debemos cumplir estos protocolos’. Todo lo hicieron bien”.

Hubo “anormalidades” ocasionales, como las llamó Garlick: un puñado de futbolistas de la Liga Premier que fueron atrapados celebrando fiestas durante la cuarentena, visitando amigos o invitando a conocidos a sus casas. En Alemania, el entrenador del Augsburgo, Heiko Herrlich, se perdió el reinicio de su equipo después de violar la cuarentena para comprar pasta de dientes. En España, funcionarios de La Liga registraron las redes sociales en busca de violaciones potenciales después de que algunos jugadores del Sevilla aparecieron juntos en unas fotografías disfrutando de un asado.

“Rápidamente contactamos a los clubes y les recordamos de una manera muy firme la responsabilidad que tenían”, señaló Ortega.

LISBON, PORTUGAL - AUGUST 23: Alphonso Davies of FC Bayern Munich looks on during a pitch inspection prior to the UEFA Champions League Final match between Paris Saint-Germain and Bayern Munich at Estadio do Sport Lisboa e Benfica on August 23, 2020 in Lisbon, Portugal. (Photo by Michael Regan - UEFA/UEFA via Getty Images)
(Photo by Michael Regan - UEFA/UEFA via Getty Images)

La Liga Premier designó un delegado permanente en cada uno de los centros de entrenamiento de los clubes para garantizar el cumplimiento de las reglas y para evitar que algún equipo las cambiara con el objetivo de sacar ventaja sobre sus oponentes en una época en la que el distanciamiento social rigió el tipo de entrenamiento permitido. “Tan solo nos aseguramos de que hubiera las mismas oportunidades y nadie estuviera haciendo nada en secreto”, mencionó Garlick. “Y nadie lo hizo, porque se dieron cuenta de los riesgos”.

No obstante, como sus colegas en toda Europa, Garlick sabe que tiene un gran reto por delante. Conforme terminaron las temporadas en cada uno de los países, los jugadores tuvieron permiso para salir de sus burbujas. Los protocolos estrictos que habían controlados sus vidas desde marzo se relajaron, y desde entonces las cuentas de redes sociales se han llenado de imágenes con futbolistas en playas, fiestas y reunidos con sus familiares.

Claro está que esa libertad aumenta el riesgo de exposición. En España, ha habido varias pruebas positivas a medida que los equipos que no estuvieron involucrados en las competencias europeas regresaron a sus entrenamientos de pretemporada. Algunos equipos que están jugando las primeras rondas de las próximas Liga de Campeones y Europa League han padecido juegos cancelados debido a los brotes.

Durante meses, el fútbol europeo solo se enfocó en no concluir su temporada con un signo de interrogación y un asterisco. Como mérito para sus autoridades y sus participantes, lo logró. Sin embargo, lo que viene a continuación podría ser más difícil. Terminar en medio de una pandemia no fue nada. Ahora, con el virus como una amenaza constante, las ligas de Europa deben encontrar una manera de empezar de nuevo.

This article originally appeared in The New York Times.

© 2020 The New York Times Company

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