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Juegos Iberoamericanos de Atletismo: una semilla plantada hace 60 años

Madrid, 16 oct (EFE).- Adhemar Ferreira da Silva, Osvaldo Suárez, Carlota Gooden, Josep Molins, Miguel de la Quadra-Salcedo, Pradelia Delgado... Lo mejor del atletismo hablado en español y portugués a uno y otro lado del Atlántico se reunió por primera vez hace ahora 60 años en Santiago de Chile, donde se disputaron los I Juegos Iberoamericanos de Atletismo.

Aquella competición, simiente del actual Campeonato Iberoamericano que habría llegado este año a su decimonovena edición de no ser por el coronavirus, se inauguró exactamente un mes después de la clausura de los Juegos Olímpicos de Roma. Así que algunos llegaron a Chile para poner fin a su temporada y otros, para poner fin a su carrera. Eso fue lo que hizo el doble campeón olímpico brasileño Ferreira da Silva (1952 y 1956), que en el triple salto de Roma no pasó del puesto 14 y que en Santiago disputó su última competición y se despidió con el dulce sabor de la victoria.

Pese a las bajas, los distintos estados de forma y las motivaciones dispares, el podio final de aquellos campeonatos revela un orden de cosas muy diferente al que impera sesenta años después. En la competición masculina ganó Argentina, seguida de España, Brasil y Chile. Cuba ocupó la octava plaza. En la femenina, Brasil, Chile, Argentina y Panamá acabaron en las primeras posiciones. España... no participó. ¿Atletismo femenino de élite en la España de 1960? Había que esperar.

El gran papel de Argentina en aquellos primeros Juegos tuvo un responsable directo en Osvaldo Suárez, único atleta que ganó tres pruebas: 5.000, 10.000 y maratón. Solo se había inscrito en las dos primeras, pero solicitó disputar también la tercera para contribuir a la victoria de su equipo.

La historia de Suárez (1934-2018) es la historia de la Argentina de su tiempo. La Revolución Libertadora le consideró simpatizante del peronismo y le acusó de irregularidades en sus viajes deportivos, tales como importar vehículos de Estados Unidos. Fue represaliado políticamente y excluido del equipo que acudió a los Juegos Olímpicos de Melbourne en 1956 solo cinco días antes de viajar. Por marcas, era un serio aspirante a ganar el maratón y dar continuidad a la feliz línea trazada por Juan Carlos Zabala en 1932 y Delfo Cabrera en 1948.

Cumplida una sanción de 14 meses, Suárez retomó la actividad con ganas de revancha. En los Juegos de Roma -para entonces ya había sido cuatro veces campeón panamericano- Suárez aguantó segundo en el maratón, detrás de Abebe Bikila, hasta el km 35. Luego se deshidrató y a duras penas terminó noveno.

Un mes más tarde, en Santiago de Chile, fue uno de los participantes estelares. Su competencia con el español Josep Molins en los 5.000 y los 10.000 m fue uno de los duelos de los Juegos Iberoamericanos. En ambas distancias se impuso el argentino, con marca de 14:29 en los 5.000, por 14.33.6 de Molins, y con 30:36 en los 10.000, por 30:31.6 del español. Los otros participantes ni se acercaron. En maratón ganó con 2h38:22.4 por delante de su compañero Gumercindo Gómez.

Josep Molins (Sabadell, 1933) también había participado en los Juegos de Roma, en los 5.000, prueba en la que fue noveno en su serie.

Tanto Suárez como Molins continuaron ligados al atletismo por el resto de sus vidas, que en el caso del catalán alcanza ya los 87 años. Fue el entrenador, entre otros, de Carmen Valero, doble campeona del mundo de cross y primera atleta olímpica española en Múnich'76. Para entonces, ni el atletismo femenino ni España eran los que habían sido en 1960. Dieciséis años dan para mucho cuando se trata de pasar de una dictadura a una democracia.

Los I Juegos Iberoamericanos de Atletismo en Santiago de Chile tuvieron su segundo capítulo en la edición disputada en Madrid en 1962. Para aquella competición se levantó el emblemático estadio de Vallehermoso, flamante escenario en el que Osvaldo Suárez volvió a hacer doblete en 5.000 y 10.000.

La participación de grandes figuras como Mariano Haro, Felipe Areta, Héctor Thomas, Miguelina Cobián o Vera Trezoitko parecía suficiente motivo para apuntalar el futuro de la cita. Pero...

El Congreso Iberoamericano de atletismo concedió en Madrid en aquel 1962 la sede de los III Juegos a Venezuela, con Perú como organizador suplente. Al final, ni uno ni otro: ambos países alegaron motivos económicos para desentenderse de la siguiente edición y los Juegos cayeron en el olvido. Sin embargo, la semilla estaba plantada, aunque tardase dos décadas en volver a brotar.

En 1977 llegó a la presidencia de la Federación Española de Atletismo Juan Manuel de Hoz. Uno de sus objetivos en el cargo era posicionar internacionalmente al atletismo español, con la vista puesta en la IAAF. Sus aliados naturales eran los países latinos y De Hoz fundó y presidió en 1982 la Asociación Iberoamericana de Atletismo, que en 1983 celebró en Barcelona el primer Campeonato Iberoamericano, heredero directo de esos Juegos que ahora cumplen sesenta años.

El dirigente español entró en la IAAF en 1984 y aquel campeonato, esta vez sí, echó raíces. Ya ha celebrado dieciocho ediciones, la última en 2018 en Trujillo (Perú). En mayo de 2020 debía haberse disputado por quinta vez en España, en la isla de Tenerife, pero fue cancelado por la emergencia sanitaria mundial. El coronavirus ha abierto también un paréntesis en los lazos que unen al atletismo iberoamericano, que volverán a estrecharse en cuanto la situación lo permita, sin tener esta vez que esperar dos décadas.

Natalia Arriaga

(c) Agencia EFE