Juega duro. Diviértete. No toques a nadie.

Futbolistas ponen en práctica los nuevos lineamientos. (Jeromie Whalen vía The New York Times)
Futbolistas ponen en práctica los nuevos lineamientos. (Jeromie Whalen vía The New York Times)
Jugadoras de fútbol usan mascarillas durante un partido entre los bachilleratos Bishop Feehan y Bishop Fenwick en Peabody, Massachusetts, el 3 de octubre de 2020. (Billie Weiss/The New York Times)
Jugadoras de fútbol usan mascarillas durante un partido entre los bachilleratos Bishop Feehan y Bishop Fenwick en Peabody, Massachusetts, el 3 de octubre de 2020. (Billie Weiss/The New York Times)

Todavía no está permitido tocar el balón con las manos.

Sin embargo, de muchas otras maneras importantes, el fútbol que se juega en los bachilleratos de Massachusetts durante este otoño difiere significativamente en la configuración y el formato del fútbol como se conoce y se juega en el resto del mundo.

Sin contacto físico. Sin barridas. Sin cabezazos. Sin saques de banda. Se exigen 2 metros de distancia entre los jugadores cuando se reinicia el juego: en otras palabras, sin barreras ni marcajes cercanos en los tiros libres. Además, encima de todo, cada una de las personas en el campo debe usar mascarilla todo el tiempo.

Este otoño, las ligas deportivas de todo el país, desde las juveniles hasta las profesionales, están implementando protocolos de seguridad para intentar jugar partidos en medio de la pandemia. En la era del coronavirus, algunos lineamientos son de sentido común: en temas como las botellas de agua compartidas, los choques de las palmas o el uso de los vestidores. Otros son más extremos: por ejemplo, en Vermont, este año los bachilleratos están jugando fútbol 7, y los partidos de vóleibol se están trasladando del interior de los gimnasios a las canchas exteriores.

No obstante, pocos han llevado las cosas tan lejos como el estado de Massachusetts, que develó sus reglas inusuales para el fútbol en la víspera de una campaña que se perfila como la temporada más extraña en la historia de los deportes de bachillerato.

“Es una locura”, opinó Francesca Yanchuk, delantera de último año en el equipo femenil del Bachillerato Bishop Feehan de Attleboro, Massachusetts, quien ha tenido que olvidar algunas de las habilidades que la ayudaron a conseguir una beca para jugar en la Universidad Villanova el próximo año.

“Podría buscar una bola arriba, pero luego pienso: ‘Espera, no puedo hacer eso’”, comentó. “Debes detenerte y reconfigurar tu cabeza”.

Las reglas causaron revuelo en todo el estado cuando la Asociación Atlética Interescolar de Massachusetts (MIAA, por su sigla en inglés), organismo que supervisa los deportes en casi 400 bachilleratos del estado, las anunció a finales de agosto. No se produjeron de la noche a la mañana: se llevaron borradores de aquí para allá entre los comités deportivos y los comités médicos mientras se completaban las reglas. Sin embargo, a medida que se acercaba la temporada, a final de cuentas la organización quedó con las manos atadas en términos de lo que podía hacer, comentó un funcionario de la MIAA.

El momento fatídico llegó en agosto, cuando la agencia estatal encargada de la última fase de reaperturas publicó sus lineamientos. Los funcionarios deportivos se percataron casi de inmediato que incluían una prohibición al “contacto deliberado”.

“No sé si has visto fútbol, pero así es cómo se debe jugar fútbol”, mencionó Tara Bennett, una vocera de la asociación atlética.

Bien, pues ya no. Las reglas provocaron que los entrenadores tuvieran que recurrir a sus pizarrones para determinar cómo practicar el que, en esencia, sería un juego nuevo.

“Fue un híbrido raro entre fútbol y hockey sobre pasto femenil”, opinó Zach Siano, el entrenador del equipo varonil de fútbol del Bachillerato Belchertown, sobre el primer partido de su equipo celebrado el miércoles (se pospusieron dos de los primeros tres encuentros a manera de precaución por el coronavirus). “Fue un poco difícil de ver”.

Siano, cuya escuadra ganó el campeonato estatal el año pasado, señaló que el equipo contrario anotó con facilidad un tiro libre cobrado a 18 metros porque en esencia no encontró oposición; conforme las nuevas reglas, las barreras no están permitidas. Además, Siano mencionó que los defensas ya estaban deteniendo ataques peligrosos cínicamente al provocar una de las nuevas faltas por contacto producto del coronavirus.

De hecho, tal vez esa sea la única manera de detener a los delanteros talentosos esta temporada. Yanchuk, de 17 años, anotó tres goles en cada uno de los primeros dos partidos de Bishop Feehan. Yanchuk mencionó que, la temporada pasada, las defensas la chocaban, derribaban o tropezaban todo el tiempo con la esperanza de detenerla, pero este año no se ha tenido que preocupar por el contacto.

“Le gusta la libertad”, comentó Phil Silva, el entrenador de Bishop Feehan, institución que también ganó el campeonato estatal el año pasado.

Los ajustes de los equipos a las nuevas reglas se complicaron más a causa de otras que exigían que los entrenamientos, al menos en un inicio, solo podrían llevarse a cabo si los jugadores estaban divididos en grupos de entre cinco y diez jugadores.

“Tengo una carpeta de entrenador con miles de jugadas que ya no sirven para nada”, opinó Siano.

Karissa Niehoff, la directora ejecutiva de la Federación Nacional de Asociaciones Estatales de Escuelas Secundarias, señaló que este año todavía le faltaba supervisar otro estado donde las reglas básicas de un deporte se habían cambiado de una manera tan drástica.

Casi todos los estados que estaban retomando los deportes a nivel bachillerato lo hacían con reglas básicas de seguridad, aunque unos pocos, entre ellos California, pospusieron las temporadas otoñales por completo.

Niehoff mencionó que, aunque en los deportes de todo el país se solía considerar la consistencia como un objetivo importante, este año, las asociaciones estaban recibiendo un “permiso”, debido al complicado desafío que implicaba adherirse a la gran variedad de protocolos estatales de salud y seguridad.

“Pero creo que, si fuera un año normal, por supuesto que nos habría extrañado un poco y nos habríamos puesto en contacto para preguntar: ‘¿Cuál es la lógica detrás de este nivel de alteración?’”, comentó Niehoff sobre las reglas modificadas para el fútbol en Massachusetts.

En este momento, mucha gente está confundida.

“No creo que haya provocado un mayor distanciamiento social en los partidos”, opinó Silva, el entrenador del equipo femenil de Bishop Feehan, tras hacer notar que las jugadoras seguían amontonándose en el campo. “Para mí, jugar con mascarillas, pero con las mismas reglas habría sido una manera mucho más sencilla de crear un ambiente seguro en el que al mismo tiempo se pudiera desarrollar el juego como se supone que debería hacerlo”.

Los árbitros también se están ajustando. Varios mencionaron que la comunicación y la paciencia eran más importantes que nunca mientras todo el mundo se pone de acuerdo.

“De las personas que interpretan las reglas, una de mis favoritas siempre hablaba sobre la Regla 19, en un deporte que tan solo tiene dieciocho reglas”, comentó Jim Quinn, presidente de la Asociación de Funcionarios de Fútbol del Este de Massachusetts. “La Regla 19 es el sentido común”.

Al igual que los jugadores y los entrenadores, los árbitros tendrán que terminar con viejos hábitos para hacer cumplir los protocolos reinventados del juego. Entre los cambios:

— El término para las nuevas infracciones será “faltas de COVID”, señaló Quinn, y se sancionarán con un tiro libre indirecto.

— Los partidos estarán divididos en cuartos en vez de mitades para que los jugadores puedan descansar más.

— Los arqueros no pueden despejar con la mano ni con el pie un balón que cruce la línea del medio campo sin haber tocado el suelo.

— Un jugador que se acerque a menos de 2 metros de un árbitro para reclamar una marcación recibirá una tarjeta roja directa y será expulsado.

— Las filas para saludarse de mano después de los partidos serán remplazadas con filas donde se harán gestos con las manos y la cabeza.

Mario Pineda, un árbitro de Worcester, vivió su primer encuentro con este nuevo formato el mes pasado cuando pitó un choque de pretemporada. Pineda dijo que solo tuvo que marcar tres faltas tradicionales en todo el juego, pero señaló más de 30 violaciones a las reglas para la COVID-19. Pineda comentó que cinco fueron cabezazos ilegales, simplemente porque los jugadores olvidaron que ya no estaban permitidos.

Pineda también detuvo el juego tres veces para solicitar un balón desinfectado después de que el que estaba en juego tocó sin querer la mano de un jugador.

“Los árbitros tendrán mucha presión”, opinó Pineda. “Por supuesto que habrá quejas”.

No obstante, la mayoría de los que se han visto afectados ha llegado a las mismas conclusiones: es mejor jugar con las nuevas reglas que no jugar.

“Somos como unos conejillos de Indias”, comentó Sue Hendee, quien ha entrenado durante 33 años al equipo femenil del Bachillerato Wilmington, al norte de Boston. “Nadie lo había hecho”.

This article originally appeared in The New York Times.

© 2020 The New York Times Company