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Juan Martos 'La Avispa', de soldador a centenario del kickboxing

Madrid, 15 jul (EFE).- "Si volviese a nacer volvería a pelear y a ser boxeador". Así de claro lo tiene Juan Martos, 'La Avispa', (Castellbell y Vilar, Barcelona; 1979), toda una leyenda de los deportes de contacto. En sus 23 años de carrera posee seis campeonatos de España de kickboxing y dos títulos mundiales WKA (Asociación Mundial de Kickboxing) en K1 y Muay Thai.

Hace unos días, consiguió otro logro al alcance de muy pocos en un deporte de mucho castigo: disputar su combate número 100. Fue en la localidad barcelonesa de Canovelles ante el congoleño Sedrick da Silva. El resultado fue nulo.

"Los mejores golpes se los di yo", asegura Martos, cuyo centenario se resume en 65 victorias, 5 nulos y 30 derrotas.

"El deporte de contacto en España no da para mucho. En una buena pelea, con muchos patrocinadores, igual ganas cerca de mil euros, una cantidad muy pequeña para poder vivir", confiesa el deportista catalán, padre de tres hijos y soldador de profesión.

"Trabajo todos los días, a veces incluso diez horas, y lo compatibilizo con el deporte como puedo. En España, si tuviésemos el apoyo de la televisión y se nos dieran la importancia que merecemos, ganaríamos más dinero. Sería lo suyo, por dignidad, puesto que en nuestro deporte salimos a partirnos la cara", apunta.

"No recuerdo bien pero lo máximo que he podido llegar a cobrar por un Campeonato del Mundo quizá sean unos dos mil euros", subraya.

¿Entonces, cuál es la motivación para seguir tantos años en la brecha de estas disciplinas deportivas?. Martos lo tiene claro: "Los deportes de contacto me encantan. Para mi es un estilo de vida. Peleando disfruto y, además, la gente te mira, es agradecida y te llena el ego. Te sientes joven. Por eso, si volviese a nacer sería boxeador".

Martos comenzó su aventura deportiva allá por 1998, en los tiempos de la mili. "Al principio la familia me decía que estaba loco perdido pero mi madre lo ve bien. Mi padre no. A mi padre le gusta el fútbol y el Real Madrid, ha jugado muchos años y también ha practicado el ciclismo", confiesa.

Pelear sobre un ring, en un combate, no tiene nada que ver con hacerlo en el día a día, en la vida normal. "No soy un hombre que se meta en problemas ni me gusta aprovecharme de nadie".

"No puedo con los abusos, ni para un lado ni para otro. Me gusta pelear porque es un estilo de vida que he llevado siempre", comenta Martos, consciente de que para estar en la elite de los deportes de contacto hay que seguir una estricta rutina de entrenamientos.

"Lo llevo muy bien, soy muy constante, algo que la gran mayoría de gente no hace. Por cabezón me gusta entrenar y me gusta dedicarme a esto de manera seria. Puedo estar de cámping con mis hijos pero también estar pensando en cuidarme para llevar una vida saludable. Cuando no entreno me falta algo", comenta.

Como referentes cita al holandés Ramón Dekkers, los españoles César Córdoba (doble campeón del mundo de kickboxing) y Juanito García o el campeón intercontinental Javier Hernández, 'El tigre de Villarrubia'.

Tras una larga trayectoria como peleador, como le gusta definirse, el final se empieza a intuir. "Estoy a la espera de pelear en Manchester y hacer algún combate más, pero no serán muchos".

"Mis hijos tienen 13, 7 y 3 años y quiero verles. Todo lo que no estés con ellos ahora eso que te pierdes", subraya.

Con su entrenador, Manuel García Barrio, 'Lolo', y con su manager, Antonio Ricobaldi, CEO de la promotora Unlimited Global Challengers, está muy a gusto.

"Antonio se porta muy bien y me trata genial. Es el mejor manager que he tenido y eso ayuda mucho", confiesa sobre uno de los nombres más relevantes del mundo del boxeo y los deportes de combate.

"Este mundillo ha cambiado mucho. Ahora están mucho mejor que cuando empecé, que no había luces y todo era muy precario. Aún así, estamos a años de luz de otros países. En Europa, Holanda hace grandes eventos, se cobran buenas bolsas, y tengo claro que si hubiese nacido en Estados Unidos seria multimillonario", declara.

Martos ha peleado en muchos países. Lituania, Francia, Georgia o Tailandia. Una vez, estuvo a punto de ir a Japón, incluso. "Sueños he cumplido casi todos. Solo me quedaría uno, ya que me gustaría cobrar una cifra por un combate", dice.

Natalia Arriaga

(c) Agencia EFE