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El otro lado de Juan Londero: ni cábalas ni fotos con famosos, pero sí correr picadas

Juan Ignacio Londero dejó definitivamente su Jesús María natal en octubre de 2008, a los 15 años. "Supuestamente venía hasta fin de año, pero me quedé", repasa el Topo. Reconoce, con una sonrisa, que disfrutó "los beneficios de ser hijo único hasta los 13 años", cuando nació su hermana, Milagros. "Ahora le tocó a Mili, porque yo me vine a Buenos Aires y ella se quedó en casa. Me ve a mí como si fuera un hermano con funciones de padre, porque tenemos una diferencia grande edad. Tiene 13. Es compañera y está cada vez más grande", suelta Londero, encantado con su hermana. Y también con su lugar de origen, escenario del famoso festival de doma y folclore: "Fui varias veces. Ahora hace bastante que no porque coincide con mi pretemporada o con los viajes a Australia. Pero me encanta, es el motor de la ciudad, que tiene 50.000 habitantes. Va casi un millón de personas en diez días de festival".

El Topo dice que fue "como a cuatro colegios", porque "los privados de mi ciudad no me perdonaban las faltas de cuando me iba a los torneos". Y añade: "No encontré escuelas que me acompañaran en ese sentido. Hice hasta cuarto año del secundario y me quedaron quinto y sexto, que los haré en algún momento". A propósito de su educación, Londero tiene limitaciones con el inglés, pero, lejos de frustrarse, lo toma con una sonrisa y se ocupa del tema, estudiando. Hubo un momento divertido en el año, después del triunfo ante Sam Querrey en la 1a rueda del US Open: le solicitaron la habitual entrevista al pie de la cancha y deslizó: "All people understand. I'm happy for the match of today, see you tomorrow and I'm sorry, bye bye" (La gente entiende, estoy feliz por el partido de hoy, los veo mañana y lo lamento, chau chau). "Me salió así como soy yo, espontáneo. Me agarraron con las pulsaciones altísimas, ni me esperaba que me entrevistaran ahí. Quise agradecer como pude. Estoy aprendiendo el idioma, mejorando cada vez más", explica el cordobés, en pareja con la modelo Sofía Ravasi.

No es cholulo y le gusta correr picadas

No tiene ídolos deportivos, sí referentes. "Puede estar Messi ahí a un metro mío, lo miro un poco pero no le voy a pedir una foto. Lo mismo con los tenistas: me encantan Nalbandian, Del Potro, Gaudio, Coria, Roger, Nadal, Ferrer, pero no son mis ídolos", dice. Y añade: "Con la única persona que conecto muchísimo es con [Hernán] Cattáneo, el DJ. Lo escucho desde que tengo 12-13 años, pero hace unos cuatro lo vi tocar en una fiesta en Córdoba y me impactó. Este año lo conocí. Lo veo como un ejemplo: tiene 54 años y brilla en el mundo. Es el Messi de la música electrónica". El Topo (apodo que heredó de su padre) no es amante del fútbol; le gusta el automovilismo y el rally, pero tampoco es fanático de la categoría. Prefiere acelerar él mismo: "Fui algunas veces al autódromo de Buenos Aires a correr picadas y este año gané una. Fue después de ganar el torneo de Córdoba".

El jugador diestro y de revés de dos manos, preparado físicamente por Roberto Maccione, comenta que no tiene cábalas ni rutinas. "Soy cero atrapado con todo eso. Me saqué todas las rutinas cuando era chico, incluso con la raqueta -afirma-. Una anécdota: esta raqueta que tengo me la mandaron el año pasado directamente a un challenger que estaba por jugar en Panamá, la recibí en la primera ronda, la balanceé una tarde y al día siguiente entré a jugar. Hice semifinales, perdí con Berlocq teniendo cinco match-points para alcanzar mi primera final. Así soy con todo. No me atrapo con la cuerda, con la raqueta ni el color de ropa".

A Londero no le atrae la política y ve "poca televisión". Dice que vive "en su mundo". Si hay algo que lo hace replantearse cosas es el uso de la tecnología. "Soy cada vez menos amante de la tecnología. Siento que me quita tiempo y que no desconectás nunca con el teléfono. Me pongo mal yo mismo porque el teléfono es un vicio, es una creación muy loca porque te hace compañía. No me gusta estar mucho tiempo con el teléfono, pero lógicamente lo sigo usando. A las redes sociales, por ejemplo, le tengo que dar un poco más de movimiento. Siento que a una parte de la gente le interesa saber qué hago. Pero no quiero tomar un vasito de agua y sacarme una foto".