La hipocresía de Bartomeu: le quita al culé el caramelo que le había prometido

BARCELONA, SPAIN - SEPTEMBER 18: Riqui Puig of FC Barcelona at the end of the Joan Gamper Trophy match between FC Barcelona and Elche CF at Camp Nou on September 18, 2020 in Barcelona, Spain. (Photo by Pedro Salado/Quality Sport Images/Getty Images)
Riqui Puig fue descartado en el Gamper. (Foto: Pedro Salado/Quality Sport Images/Getty Images)

Cuando estábamos famélicos de fútbol y de ilusión, arrastrándonos por los suelos debido a la hambruna motivacional y sin nada qué poder llevarnos a la boca, el Barça nos ofreció un caramelo. Era barato, estaba mal envuelto y no sabía como los Werther’s Original que nos daba nuestro abuelo en las épocas de vacas gordas pero, como mínimo, era un caramelo.

Ha pasado una semana y el mismo individuo que se presentó con sonrisa amable y con el dulce preparado en el bolsillo de su elegante traje, ahora aparece violentamente en nuestras casas para arrebatárnoslo y llevárselo a otro lado. Lo peor es que él no lo sabe pero posiblemente lo va a acabar lanzando a la basura.

Cuando el verano futbolero rezumaba inmovilsmo y desmotivación - especialmente si eres culé y acabas de encajar ocho goles en Lisboa- Josep Maria Bartomeu se dirigió al socio desde los canales oficiales del club. Más allá de dar una implícita lista de bajas que de momento está costando horrores llevar a cabo - ya tenemos asumido que se van a quedar casi todos los no intocables que propuso veladamente Bartomeu en Barça TV-, el presidente añadió otro elemento a la conversación. Tanto en esa aparición mediática como en las posteriores, el bueno de Barto reconoció que la situación económica era complicada pero que el socio podía estar ilusionado porque los fichajes iban a ser los jóvenes. La cantera. Los que ya estaban el año pasado, los que vuelven de su cesión y los que llegan por primera vez. Riqui. Pedri. Aleñá.

Si esto fuera una película, el siguiente plano sería el de Ronald Koeman en rueda de prensa confirmando que no cuenta con ninguno de los tres y que les ha comunicado que mejor que se busquen equipo.

¿Qué demonios ha pasado? Estamos acostumbrados a que nos mientan pero esto pasa de castaño oscuro. No cabemos en nuestro asombro: ¿cómo se puede mirar a una cámara a los ojos y decir que toda la ilusión del socio tiene que estar en los jóvenes este año, que es lo único a lo que agarrarse y prácticamente una semana después estar ya buscando equipos para relegar a esos jóvenes a un destierro inmisericorde?

Parece que algunos de esos futbolistas, con responsabilidad y buen criterio, han decidido quedarse para disputar un sitio. Bien por ellos pero van a sufrir. El club ha dejado al descubierto sus intenciones. Venden que la cantera no se toca y que es la gran apuesta pero la realidad es otra completamente distinta. Con una mano ondean la bandera de los jóvenes y con la otra marcan el número de teléfono de sus representantes para decirles que se busquen la vida fuera. La HIPOCRESÍA de toda la vida. Si al final se quedan y triunfan, a parte de ser un milagro será mérito de ellos y de su insistencia en luchar contra los elementos. Ya de por sí es suficientemente difícil triunfar en el primer equipo del Barça como para que encima te pongan palos extras en las ruedas.

Si el club no apuesta por la cantera en época de coronavirus, sin fichajes y en el año que menos dinero puedes gastar a causa de una pandemia global… ¿Cuándo demonios van a apostar?

No compramos que la cesión sea el camino a seguir. Ahí están Denis Suárez, Rafinha, Halilovic y tantos otros. En cuarenta años, solo el Chapi Ferrer se fue cedido al Tenerife para volver y triunfar en Barcelona. Un lateral derecho. El último nombre de esa lista de desterrados sin éxito es el de Carles Aleñà. Se va al Betis. Juega bien en el Betis. Vuelve del Betis. Le quieren volver a ceder.

Es un círculo vicioso sin fin que deja al descubierto la falsedad de todas y cada una de las palabras con las que los directivos se llenan la boca cuando las cosas van bien. La cantera sí se toca. El problema es que quién la toca no es un malvado buitre exterior en forma de club saqueador. Ni siquiera una resolución injusta de un tribunal.

Los que se están cargando la cantera son justamente los que la deberían proteger.

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