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El "discurso motivador" viral de José Mourinho repleto de tópicos y lugares comunes

José Mourinho habla con Dele Alli durante un partido del Tottenham.
Mourinho (derecha) dando indicaciones a Dele Alli durante un partido. Foto: Tottenham Hotspur FC via Getty Images.

Para llegar a ser entrenador de élite de un equipo de fútbol hace falta una serie de cualidades. La más obvia es, por supuesto, saber de fútbol. Lo habitual es conseguir estos conocimientos tras años como jugador al máximo nivel, ahí están los ejemplos de Simeone, Guardiola o Zidane para demostrarlo, aunque también se pueden lograr a través del estudio y la formación teniendo buenos maestros cerca.

Pero más importante todavía es ser un buen motivador. De nada sirve ser un experto en táctica, capaz de diseñar la estrategia imbatible definitiva, si no eres capaz de conseguir que un puñado de veinteañeros multimillonarios te hagan caso cuando la explicas. El factor psicológico siempre ha sido fundamental no solo en el deporte, sino en todos los ámbitos de la vida en los que se requiere liderazgo.

En este sentido quizás la referencia actual sea José Mourinho. El portugués, como centrocampista a principios de los ‘80, era más bien mediocre, pero su talento para la comunicación ha contribuido a convertirle en uno de los mejores técnicos del mundo, con un palmarés envidiable que incluye dos Champions Leagues y el paso por algunos de los banquillos más importantes de Europa. Ahora mismo, por ejemplo, se hace cargo de uno de los clubes punteros de Inglaterra: el Tottenham Hotspur.

Un ejemplo de su habilidad para transmitir mensajes es el discurso que le ha dado a Dele Alli, uno de sus jugadores. Lo hemos conocido gracias al documental All or Nothing que ha estrenado hace poco Amazon y que narra la (un tanto convulsa) temporada pasada en el seno del equipo. La escena, de algo más de dos minutos de duración, cuenta los megustas y los retuiteos por millares, incluyendo por parte de gente tan prestigiosa como el exjugador y comentarista Álvaro Benito:

“Brutal”, “dos minutos y medio de oro”, “por estas cosas es uno de los mejores entrenadores de la historia”, “necesario que alguien lo diga”, “una verdad como un templo”, son algunas de las reacciones que ha generado. Ante semejante éxito, parece que el alegato de The Special One tendría que ser un prodigio de elocuencia que además revelara una verdad suprema con capacidad para cambiar vidas. Pero pensándolo fríamente y olvidándonos de la relevancia del personaje, quizás se quede un poco lejos de todo eso. Parémonos a analizarlo.

“No tenía dudas de tu potencial pero siempre sentí que tenías altibajos. Hay una diferencia entre un jugador que mantiene la consistencia y otro que tiene momentos”, es el problema que el padre Mou ha detectado en Dele. Que es, básicamente, lo que le pasa a casi todo el mundo. De hecho lo realmente difícil es lo contrario, ser excelente siempre, como bien recalca el propio José: “Eso es lo que marca la diferencia entre un jugador superior y un jugador con potencial”.

Vale, muy bonito, pero ¿ahora qué hacemos? “Es algo que no tienes que compartir conmigo, sino para que te analices a ti mismo”. Empieza a parecerse peligrosamente a los manuales de autoayuda que tanto abundan en las librerías. Porque Mourinho reconoce que no tiene un diagnóstico claro del problema, aunque lo intuye: “No sé si tiene que ver con tu estilo de vida, si en un periodo eres un profesional increíble y en otro un fiestero. No lo sé, no tengo ni idea, solo tú puedes saberlo”.

Después, la batallita del abuelo. “Yo tengo 56 años ahora, y ayer, ¡ayer!, tenía 20. Y hoy 56 otra vez. El tiempo vuela. Y creo que un día te arrepentirás si no alcanzas lo que puedes alcanzar. Deberías exigir más de ti. No yo pidiendo más de ti: tú. Creo que deberías exigirte más”. Nada que no le haya dicho ningún padre a su hijo adolescente un domingo por la mañana en plena resaca. O mejor aún, nada que no le diga cualquier docente de secundaria a sus alumnos en el instituto.

En definitiva, se trata de un discurso más bien vacío, que no huye de los tópicos habituales, que no aporta gran cosa y que probablemente el propio Dele (quien se limita a asentir, sonreír y agachar la cabeza, porque a ver quién se atreve a replicarle al jefe) habrá oído mil veces. Por qué se ha convertido en una especie de referente es uno de tantos misterios de las redes sociales tan difíciles de comprender. Es de suponer, en su defensa, que tampoco Mourinho pretendía convertirse en guía moral de nadie, y más teniendo en cuenta que la grabación del documental y la presencia de las cámaras no le hizo ni pizca de gracia.

Se podrá replicar que, aunque no sea un prodigio de profundidad, sí que cumplió su función de motivar y hacer subir el rendimiento del jugador. Veámoslo: observemos la actuación de Dele Alli a partir de la llegada de Mourinho al Tottenham, a finales de noviembre de 2019. El entrenador decidió dar al jugador, que hasta entonces venía desempeñándose como mediocentro, una labor más ofensiva.

Dele Alli en el banquillo, sentado detrás de José Mourinho, tocándose la cara mientras observa un partido.
Alli, en el banquillo, sentado detrás de Mourinho en otro encuentro del Tottenham. Foto: Glyn Kirk / AFP via Getty Images.

Y al principio salió bien: tres goles y la misma cantidad de pases en los cuatro primeros partidos de liga, un gol más en Champions. Pero a partir de ahí se estancó y solo metió otros tres tantos en el resto de la temporada (si bien es cierto que, entre sanciones y problemas físicos, se perdió hasta seis partidos en la recta final de la Premier League). En Europa jugó como titular los dos encuentros de la eliminatoria de octavos contra el Leipzig y pasó bastante desapercibido, no pudiendo hacer nada para evitar la eliminación. Por si fuera poco, la selección inglesa parece haberse olvidado de él; no le llaman desde septiembre de 2019, y ni siquiera se han acordado de su nombre ahora que, de cara a los partidos de este mes para la Liga de las Naciones, Marcus Rashford ha causado baja por lesión. Además de todo eso tampoco ha dado muestras de estar muy centrado, protagonizando alguna que otra polémica extradeportiva.

Ni es una apelación brillante, ni ha dado resultado. Pero sí es ligera, facilona, que nos resulta familiar, casi de sentido común, y que no requiere demasiado esfuerzo para comprenderse. Factores más que suficientes para convertirse en todo un gran éxito en las redes sociales. Que en última instancia, en este mundo de consumo instantáneo, clics y likes, es de lo que se trata.

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