Italia 90. "Una épica de lo imposible": el retrato de un Mundial lleno de mitos, rumores, trucos y emociones

Hay instantes que no se difuminan con el paso del tiempo. Momentos que quedan grabados a fuego. El Mundial de Italia 1990 es uno de esos destellos que nunca perderán su poder. Aquellas históricas jornadas de la Selección Argentina en territorio italiano conquistaron y cautivaron el corazón del hincha y se impregnaron de lleno en la memoria colectiva. Hoy, a 30 años del subcampeonato, se siguen conociendo historias de un torneo repleto de mitos, rumores, cábalas, trucos, emociones y desilusiones.

"Italia 90. Una épica de lo imposible" es el libro con el que el periodista Pablo S. Alonso retrató el camino de uno de los últimos mundiales que alcanzaron el aura de campeonato épico. Con material de archivo, numerosas entrevistas, análisis de partidos, la reconstrucción del contexto en los primeros tiempos del menemismo y el abordaje a grandes personajes, la historia desmenuza a fondo a los héroes, los villanos, los ausentes, el negocio entre barrabravas y política, la cobertura mediática, las historias detrás de los encuentros, los trucos del técnico Carlos Bilardo y cada detalle de la leyenda de Diego Maradona.

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"Posiblemente haya sido uno de los peores mundiales de la era moderna. Posiblemente haya sido, también, uno de los peores equipos argentinos en mucho tiempo. Sin embargo, el Mundial del 90 permanecerá marcado a fuego en la memoria de los que lo vivimos. Un equipo repleto de defensores, con el crack averiado, con muchos jugadores en malas condiciones físicas, pero que fue avanzando contra todo pronóstico. Una Armada Brancaleone en pantalones cortos", se describe en la sinopsis del libro, que fue publicado este mes y se consigue en E-Book a un precio de 350 pesos y en físico a 1399 pesos.

Diego, capitán y líder de aquel histórico equipo argentino en Italia 90

El relato transita cada uno de los caminos y meandros de un torneo extraño pero entrañable, en el que un equipo alteró su destino a base de obstinación, personalidad y suerte. Y profundiza con historias que crearon el gran mito de Italia 90, como por ejemplo las cábalas a las que se aferraba gran parte del plantel argentino.

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"Había cábalas de Maradona y Caniggia que involucraban sus cabelleras. Antes y después de los partidos, Diego llevaba una vincha, con la que se lo puede ver al subir al micro tras ganarle a Italia, por ejemplo. Caniggia usaba en su pelo una gomita que hacía las veces de vincha. También se solía comer pizza en la habitación de Diego después de los partidos. Otras cábalas maradonianas parecen bravuconadas de él para justificar errores. Tomislav Ivkovic ya le había atajado un penal a Diego antes del choque contra Yugoslavia en cuartos. Había sucedido en un partido entre en Napoli y el Sporting de Lisboa. El arquero le había apostado 100 dólares a Maradona que eso iba a suceder. 'El me lo atajó y me ganó la apuesta, pero el Napoli ganó. Así que en la definición contra Yugoslavia lo pateé mal a propósito'. Demasiado riesgoso, incluso para Diego", se describe en uno de los capítulos del libro.

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La historia se suma a una gran camada de autores que se sumergen de lleno en historias mundialistas. "El partido", de Andrés Burgo, sobre Argentina-Inglaterra en México 1986; "Aunque ganes o pierdas", de Patricio Insúa, acerca de los diez partidos más inolvidables de la selección en Mundiales; "La patria transpirada", de Juan Sasturain, con historias de la Argentina en los Mundiales desde 1930; "Argentina en los Mundiales", de Eduardo Bolaños y Javier Tabares, con nombres, datos y curiosidades de todos los partidos; y "Así jugamos", de Diego Borinsky y Pablo Vignone, con los 25 cruces más trascendentes de la selección en Mundiales relatados por los protaonistas, son algunos de los ejemplares más reconocidos.

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La Plaza de Mayo ya reunía 50 mil personas desde las 17:30. Estimaciones no oficiales de la policía subieron esa cifra a unas 70 y 80 mil para cuando la Selección había llegado. Se vendían dos banderas al precio de 5.000 australes, es decir, 5 pesos según la ley de convertibilidad del año siguiente. La Selección llegó a la Casa Rosada a las 21:26, demoró más de cinco horas desde su salida del aeropuerto.

Una vez dentro de la Casa, tal como narró Página/12 -que tituló el evento y la tapa del suplemento Página/90 como "Cancha rosada", jugando con la histórica batalla donde tan mal le fue al ejército sanmartiniano-, hubo una reunión fuera del balcón entre Menem, parte de su gabinete, Antonio Cafiero y el plantel. Hablaron Troglio, Bilardo, Basualdo, Madero y Echeverría. "Es el día más feliz de mi vida", declaró el Narigón. "Esto ni siquiera es comparable con la bienvenida que la gente nos brindó cuando llegamos con la copa desde México. Cada vez estoy más convencido, después de lo que vi hoy en el trayecto de Ezeiza hasta aquí, que jamás me voy a ir de este país, a pesar de las muchas ofertas que recibí, me quedo porque cada vez más creo en la Argentina. Y se produjo el siguiente diálogo entre Menem y Maradona:

-Esta es la expresión más acabada de lo que es fútbol.

- Estoy encantado, pero más lo hubiese estado si traía la copa.

-No importa, en el 94 vamos a tener nuevamente la copa.

-Bueno, me pone un aprieto...

-Seguro, seguro, si ha jugado este muchacho Milla de Camerún con 38 años, cómo no vamos a contar con vos con 33.

Menos de un año después, el Gobierno le retiraba a Diego el cargo de embajador deportivo itinerante tras la suspensión severa en la Serie A por detectarse cocaína en un análisis antidoping y, dos semanas después, la detención policial/cama en un departamento de Caballito. Le habían soltado la mano en Italia -ni el Napoli se preocupó por concurrir a la audiencia de su sentencia- y luego lo hicieron en la Argentina.