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La interna de Barcelona: la verdadera preocupación de Messi antes del clásico ante Real Madrid

BARCELONA. - "Messi puede decir lo que quiera, cuando quiera". En medio del fuego cruzado entre dirigentes y vestuario en el Barcelona, uno de los que mandan los despachos del Camp Nou le da carta blanca al rosarino. "Es el único que da la cara en el césped. Al Eibar le metió cuatro y salvó a Bartomeu", añaden las mismas fuentes de la directiva del club catalán.

La presidencia de Josep Maria Bartomeu tambalea después de que se descubriera que el club tenía contratada a I3 Ventures, una empresa de marketing digital, para que difamara a jugadores, empresarios y opositores. Sin eufemismos, el Barça le pagaba a unos trolls. El mandamás azulgrana, asustado, enseguida fue a darle explicaciones a los capitanes. "Le creo al presidente. Se lo veía un poco tocado", aseguró Piqué. Messi, desconfiado por naturaleza, fue más escéptico. "Veremos si es verdad o no. Todo me parece un poco raro", dijo el capitán.

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Justamente Piqué y Messi fueron los dos futbolistas del Barça atacados en las redes sociales por las cuentas de Facebook y Twitter vinculadas a I3 Ventures. Al Nº10 intentaron difamarlo en dos oportunidades. La primera, cuando demoraba la renovación de su contrato en 2017 -después de la abrupta salida de Neymar, el rosarino quería saber cuál sería el proyecto deportivo-, y la segunda fue intento de chascarrillo (no conseguido, por cierto) en el que se publicó una foto de su mujer Antonela Roccuzzo. "Vaya fiera tiene Messi en casa. Se meten con uno de sus hijos en las redes sociales y sale a defenderlo como una leona", se divulgó en las redes sociales.

A Piqué, en cambio, que le enamoran los flashes, se lo atacó más. "No sabría decir si me molestó. Me da igual. Las redes sociales son incontrolables y cada uno puede expresar su opinión", le restó importancia al tema el central catalán.

La furia entre jugadores y dirigentes trasciende las redes sociales. A Messi, por ejemplo, le irritó cuando su excompañero y secretario técnico, Eric Abidal, ejerció de ventrílocuo de Bartomeu y acusó al plantel de vago. El Nº10 no quiso quedar señalado y arremetió, acorde a los tiempos modernos, por Instagram: "Habría que dar nombres, si no nos ensucia a todos". La verdadera preocupación de Messi, sin embargo, no pasa por los dimes y diretes de los pasillos del Camp Nou ni por que lo critiquen en las redes sociales (la selección ya lo curtió). Al rosarino le interesa tener un plantel competitivo para pelear por la Liga de Campeones. Suma cuatro Orejonas por las cinco de Cristiano Ronaldo y las seis de Paco Gento, el máximo ganador. "Hoy por hoy no nos da para ganar la Champions", sostuvo el capitán.

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Busquets y Rakitic, dos de la vieja guardia, aprovecharon las palabras del rosarino para que no falte leña en la guarida azulgrana. "No somos una plantilla muy amplia. Desgraciadamente la planificación ha sido así y hemos tenido lesionados graves pero los que somos lo afrontaremos", se quejó el Nº5. Y se le sumó el croata: "Esto ya lo sabían los responsables". El Barcelona cuenta con solo 19 jugadores en el primer equipo (pueden utilizar futbolistas del filial para LaLiga) y tiene cuatro lesionados. Sergi Roberto y Jordi Alba se reincorporan en marzo; Luis Suárez, en mayo (se operó en enero para llegar bien a la Copa América; mientras que Dembélé estará out en lo que queda de campaña.

"Esto es precisamente lo que no se entiende. ¿Busquets y Rakitic, de qué se quejan? Si a Rakitic le dijimos que se fuera en el verano pasado y Busquets hace tiempo que no es el que fue", insiste la misma fuente de la directiva azulgrana; "Leo puede hablar porque mete 50 goles por año, pero estos dos.". Mientras los jugadores creen que escasean los recursos para volver a conquistar la Champions, en el área deportiva del Barcelona entienden que los números son los que son. "Tenemos la plantilla más cara de Europa", subrayan. El Barça paga 633 millones de euros en sueldos. Y entre seis jugadores se llevan el 60% del presupuesto. En el club aseguran que si no pudieron diagramar un plantel más competitivo es por las limitaciones económicas, condicionados por la columna vertebral de un equipo tan ganador como envejecida, sin dudas bien remunerado.

La crispación en el Barcelona recuerda a la época en la que el club estaba gobernado por Joan Gaspart a principios de la década del 2000. Entonces, el presidente andaba a los bandazos. Mandó a su gente de confianza a negociar en París con el representante de Carlos Bianchi para que llegara al Camp Nou y, cuando todo ya estaba arreglado con el Virrey, firmó el regreso de Louis Van Gaal. Después se encaprichó con Riquelme, a pesar de que no era del agrado del DT holandés. Sin un plan, el Barça cayó en desgracia hasta que lo rescató la sociedad formada por Joan Laporta, Johan Cruyff y Frank Rijkaard para que luego lo eternizara Pep Guardiola. Nació la era más gloriosa de la historia del club catalán, liderada por Leo Messi.

Pero a pesar de que parece que no se le acaban los goles de la cartuchera, a sus 32 años (cumple 33 en junio) al rosarino le aguarda una encrucijada. Por un lado, su inagotable deseo de ganar; por el otro, la comodidad de su familia en Barcelona. Aunque su contrato finaliza en 2021, Messi tiene una cláusula que lo libera en junio de 2020. En el Barça están tranquilos. "No hay ningún club que le pueda pagar lo que gana aquí", dicen los más optimistas. Hay quien piensa también que la necesidad de gloria del rosarino está por encima del dinero. El problema es que no hay muchos clubes en Europa que se la aseguren. "Diego, Diego, Diego", le cantó la hinchada del Nápoles, mientras Messi se apagaba en el San Paolo el martes pasado en la Champions. Solo una vez se había invocado el nombre de El Pelusa para irritar al rosarino: fue en Santa Fe, el día de la esperpéntica eliminación de la Copa América 2011. Tenía 24 años. Ahora con el Mundial de Qatar a la vuelta de la esquina, Messi es la única luz en un club cada día más oscuro. Y, como si fuera poco, los espera el Real Madrid en el Santiago Bernabéu.