El homenaje a Maradona en Nápoles: "Diego le hizo entender al mundo que el pueblo napolitano merecía respeto"

NAPOLES.- El homenaje no se detiene. Pese a que estamos en "zona roja" y cuarentena -el boletín del coronavirus registró ayer aquí más de 3000 casos en 24 horas-, la muerte de Diego marcó una inflexión, la rebelión a las reglas. "Lograron encerrar a los napolitanos durante la primera cuarentena, en marzo pasado y sufrimos mucho, pero ahora no podemos quedarnos encerrados, cuando sufrimos el doble porque lo perdimos a Maradona, que nos enseñó a no tener miedo y a ir por el mundo con la frente alta, que dio todo por Nápoles", dice Concetta, empleada de una peluquería de 38 años que vive en el popular barrio de los españoles, famoso por sus callecitas empinadas y caóticas, que lleva a sus gemelas de dos años a saludar al Dios.

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Lleva un barbijo con la imagen del Diez y la leyenda "grazie" y el cochecito está decorado con una bandera celeste del Napoli. Las chicas, Carmela y Maria, que no saben que están viviendo un momento histórico y visten grandes camisetas del Napoli sobre sus camperas, llevan un ramo de flores. "Las camisetas son de mi marido, que es un fanático y ya vino varias veces, así que hoy me animé yo también a salir para homenajear a un napolitano que era argentino y nos hizo felices... ¿Y adivine cómo se llama mi marido? Diego", cuenta Concetta, que filma con su celular el momento en que las chicas dejan las flores frente a uno de los altarcitos que se levantaron en el Largo degli Artisti, que ha sido rebautizado "Largo Diego Armando Maradona", como indica un cartel.

Allí, donde se levanta un mural del "pibe de oro" corriendo detrás de una pelota, se van acumulando camisetas, cartas, flores, bufandas. Es uno de los sitios que se han convertido en meta de una peregrinación que no cesa para el saludo, las lágrimas, el agradecimiento, el adiós "a un ser inmortal para Nápoles, la ciudad que más lo amó y que nunca lo olvidará", asegura Concetta.

El otro sitio de peregrinaje es el estadio San Paolo, ya rebautizado Diego Armando Maradona. "San Pablo no se va a ofender para nada, ahora seguro conoció al Diez, que fue volando hacía el paraíso", comentan los napolitanos. Otro nuevo es emblemática Piazza del Plebiscito, donde desde anoche salta a la vista un enorme cartel con una foto de la imagen del "capitano", sentado en el piso, sonriente, con la camiseta del Napoli con el scudetto, que se arregla los botines de fútbol. Ahí también pusieron un altarcito con velas y una suerte de corona de flores celeste y blanca, con el número diez.

El cuarto es en el barrio de San Giovanni a Teduccio, un lugar que también llaman el "Bronx" de Nápoles por su mala fama ligada al crimen. Para llegar hasta allí desde el centro en tiempos normales se tarda casi una hora de auto. Pero en tiempos de coronavirus y confinamiento, con una Nápoles inusualmente vacía, ordenada y sin tránsito, apenas quince minutos. Allí, en la pared "ciega" de un complejo de monoblocks de diez pisos, se levanta otro mural realizado hace dos años por el famoso artista callejero napolitano llamado Jorit, que es impactante. Maradona no está jugando al fútbol, como en el mural del barrio de los españoles. Aquí sólo aparece su rostro, serio, con algunas arrugas. Ya no es el Diego del Napoli, joven, sino que es el Diego más maduro, canoso y con barba, sus dos aritos de brillantes en el lóbulo de su oreja izquierda, una cadena de plata al cuello y una mirada penetrante, preocupada. Debajo una leyenda dice: "DIOS UMANO (sic)".

La geografía es la de una zona más periférica, degradada, con volquetes llenos de basura sobre la vereda. También sigue habiendo una procesión de gente que va llegando y depositando, en otro altar espontáneo nacido a los pies de la inmensa obra, flores, mensajes escritos con marcadores: Gracias Diego. Ciao Diego.

Un clásico afiche fúnebre que en el medio tiene escrito Diego Armando Maradona, de la Asociación Deportiva Centro Ester, reza: "te queremos recordar con una de tus frases más célebres: 'quiero convertirme en el ídolo de los chicos pobres de Nápoles porque ellos son como yo era en Buenos Aires'". En otro, del Barrio San Giovanni a Teduccio, puede leerse: "un homenaje al rey del fútbol de parte de todos nosotros que hemos tenido el gozo y la alegría de vivir los momentos más bellos de la historia del calcio".

El silencio es roto por algún bocinazo, aplausos o el griterío de algunos chiquitos que acompañaron a sus padres y juegan. Antonello Zannelli, empleado de un taller mecánico, de 51 años, como la gran mayoría de napolitanos, no esconde sus lágrimas y se quiebra al hablar de él. "Es demasiado duro, no puedo creerlo. Cuando me enteré, en el trabajo, pensé que era una broma, que no podía ser. Y me quedé sin palabras", confiesa a La Nación. "Nos dio los mejores momentos de nuestra vida, Maradona era todo, era el dios, era igual a nosotros, él criticaba a los poderosos y estaba de la parte de los oprimidos, del pueblo. Cuando iba a los entrenamientos lo esperábamos debajo de su casa y lo seguíamos con el motorino (ciclomotor)... Era un descontrol, pero para nosotros era un dios. Quizás era mucha presión para él, que lo siguiéramos así, masivamente, éramos miles... No sé, quizás era demasiado amor. Pero los napolitanos somos como ustedes los argentinos, apasionados y quilomberos", asegura.

"Su muerte fue un puñetazo al corazón para los napolitanos. Por eso lloramos", explica, moviendo la cabeza. Además, Maradona nunca nos traicionó, Juventus le ofreció el oro y el moro, pero a él no le importó, no fue como Giudain (juego de plabras entre Judas e Higuaín)", subraya, aludiendo al Pipita Higuaín, que jugó en el Napoli y luego pasó a la Juventus, algo aquí imperdonable.

Emanuele Loiacono, de 21 años, que vino en tren desde la localidad de Ottaviano, que queda a diez kilómetros y es estudiante de contaduría, se está sacando con su celular fotos ante el majestuoso mural. Aunque nunca vivió los tiempos de gloria de Maradona, como todos, conoce la leyenda, el mito. Y quiere un recuerdo de este momento. "Maradona para nosotros significó mucho. Fue la revancha de un pueblo que era visto como el mal de Italia, al que le tomaban el pelo. Pero Diego le hizo entender al mundo que el pueblo napolitano merecía respeto, desde el punto de vista futbolístico y desde el punto de vista humano. Y esto jamás lo olvidaremos".