La historia de Ochoa y Gignac

Daniel Blumrosen, enviado

TOKIO, Japón., julio 20 (EL UNIVERSAL).- Cada uno ríe cuando escucha el nombre del otro, porque el destino parece empecinado en encontrarlos. La mejor prueba es que este jueves se enfrentarán en un tercer continente distinto.

Han pasado varios años desde que Guillermo Ochoa y André-Pierre Gignac se conocieron. Uno jugaba para el Ajaccio y el otro era figura en el Olympique de Marsella. Después, se reencontraron en México, uno como el niño consentido del América y el otro en el rol de figura de los Tigres. Ahora, la vida los vuelve a poner frente a frente, pero en unos Juegos Olímpicos y en Asia. Ambos sólo se muestran risueños al reparar ese capítulo de sus vidas que han compartido.

"Lo conozco bien porque hemos jugado en Francia y en México", afirma el portero mexicano. "Sé que es un gran jugador, muy importante para Tigres".

"Sé que es difícil marcarlo para los defensas. He jugado contra él en Francia y México, y ahora será muy interesante verlo en Tokio".

Los que también se presentan del otro lado, porque Gignac reconoce la calidad de Ochoa, aunque no olvida que uno de los goles más bellos de su carrera se lo marcó al mexicano cuando coincidieron en el balompié galo.

"Jugué contra él cuando yo estaba en Marsella y él en Ajaccio", rememora el máximo goleador en la historia de los Tigres. "Ahora hemos jugado él en América, yo en Tigres, y ahora lo haremos acá en Tokio".

Aderezo a un partido de por sí muy especial para el goleador, quien llegó al futbol mexicano hace seis años y ahora tiene muchos motivos importantes para sentirse unido a ese país representado por los futbolistas de Jaime Lozano.

"Mis hijos son mexicanos y eso es algo valioso para mí", subraya Gignac. "Uno de los mejores goles en mi carrera se lo hice a él. Es un partido muy particular para mí, porque llevo seis años en México".