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Hipocresía y polémica en el tratamiento médico de Trump frente al Covid-19

El Presidente Trump se quita la mascarilla para posar en el balcón de la Casablanca | imagen Erin Scott/Reuters
El Presidente Trump se quita la mascarilla para posar en el balcón de la Casablanca | imagen Erin Scott/Reuters

El tratamiento médico que el Presidente Donald Trump ha recibido durante estos cuatro últimos días ha creado una expectación mediática y un intenso debate sobre cuestiones éticas, muchos detalles técnicos sin resolver y varias dudas de carácter científico. En un artículo previo hemos analizado el tratamiento médico que ha recibido el presidente durante estos días, ahora llega el momento de indagar las múltiples dudas y polémicas que han rodeado la convalecencia de Trump.

La primera contradicción evidente la encontramos en la hipocresía del Presidente que, durante todos estos meses ha estado publicitando numerosos remedios, algunos verdaderamente absurdos… Las declaraciones de Donald Trump desde el inicio de la pandemia han puesto en riesgo la salud de sus propios ciudadanos, anunciando a bombo y platillo los supuestos beneficios de la hidroxicloroquina sin contar con la evidencia científica necesaria. En mayo, aún fue más lejos, y sugirió inyectar productos desinfectantes o utilizar luz para tratar a enfermos de Covid19, aunque luego aclaró que era un comentario sarcástico. Todo ello sin hablar de cómo el Presidente de Estados Unidos, que debería mantener un comportamiento ejemplar en todo momento, ha exhibido (casi constantemente) infinidad de conductas de riesgo evitando el uso de mascarillas, saltándose la distancia de seguridad o anunciando productos y fármacos sin el apoyo de la comunidad científica.

Sin embargo, cuando le ha tocado contagiarse a él, Trump se ha olvidado de las lejías y desinfectantes que recomendaba para otros y ha acudido a los tratamientos más novedosos en uno de los mejores centros médicos del país. Esta desvergonzada actitud no ha pasado desapercibida en redes sociales, en artículos por todo el mundo, y por supuesto para su contrincante electoral, Joe Biden, que declaraba “este es el hombre que recomienda inyectarse lejía”...

The Regeneron Pharmaceuticals company logo is seen on a building at the company's Westchester campus in Tarrytown, New York, U.S. September 17, 2020. Picture taken September 17, 2020. REUTERS/Brendan McDermid
The Regeneron Pharmaceuticals company logo is seen on a building at the company's Westchester campus in Tarrytown, New York, U.S. September 17, 2020. Picture taken September 17, 2020. REUTERS/Brendan McDermid

El tratamiento médico también ha traído una intensa polémica, no solo por no estar autorizado aún por la FDA, sino por las dosis administradas y la aglomeración de fármacos que el presidente ha recibido. A pesar de que la Casablanca ha informado que el desarrollo de la enfermedad era “leve”, Donald Trump ha tomado diferentes dosis de Remdesivir, Dexametasona, vitamina D, zinc, melatonina, famotidina y aspirina: Que le estén administrando tanto fármaco pone de relieve que el nivel de gravedad de la enfermedad que está sufriendo Trump no es tan “leve”, como sostenía al principio el entorno presidencial, sino al menos “moderado”, explican José Miguel Sanz y Manuel Peinado, profesores de Medicina, en the Conversation.

Cuanto más se analiza la estancia hospitalaria de Trump de estos últimos días, más dudas e irregularidades aparecen. La principal es, sin lugar a dudas: ¿Por qué se administró al Presidente de los Estados Unidos un fármaco que aún no está aprobado oficialmente?

Apenas sabemos nada del cóctel de anticuerpos REGN-COV2 de la compañía Regeneron. Tan solo contamos con un estudio de seguridad realizado en ratones y macacos, que ni siquiera se ha revistado por pares. El resto de la información depende de una nota de prensa publicada por la farmacéutica que informa de unos ensayos clínicos pero aún se están desarrollando y no cuentan con ninguna publicación oficial.

¿Cómo ha conseguido Trump colarse entre esos voluntarios para utilizar un fármaco que aún no ha sido aprobado legalmente? Esta es otra de las preguntas peliagudas que ha aparecido en las últimas horas.

La Administración de Alimentos y Medicamentos de los Estados Unidos (FDA) establece el “uso compasivo” como excepción para administrar medicamentos que aún no están autorizados, pero esto no cuadra con el estado, supuestamente leve” del presidente. Los expertos están perplejos ya que consideran arriesgado tratar a Trump con un fármaco experimental, “especialmente cuando la levedad anunciada no justificaría algo así, ya que estaría muy lejos de un uso compasivo, la situación habitual para tratar a pacientes graves con medicamentos que aún se están investigando”.

Por último, la más reciente polémica ha sido la dosis administrada. Según la propia compañía farmacéutica Regeneron, los ensayos clínicos que se están realizando actualmente incluyen tres grupos diferenciados de voluntarios que están recibiendo una de estas opciones:

  • Una inyección única de ocho gramos de REGN-COV2 (que la farmacéutica considera como la dosis más alta).

  • Una dosis (considerada baja) de 2,4 gramos.

  • Un placebo, como grupo de control para comparar la eficacia.

De estas posibilidades, los doctores que han tratado a Trump han elegido la opción más alta y han administrado ocho gramos de REGN-COV2… algo que tampoco cuadra con el supuesto desarrollo “leve” de la enfermedad de Trump. Si a esto sumamos la utilización de Dexametasona, un potente corticosteroide indicado para los casos más graves de Covid, la polémica sobre el verdadero estado de Trump parece que acaba de empezar.

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