A Hard Day's Night

Liverpool, 14 abr (EFE).- Comenzó con una pedrada a la luna de un autobús y terminó con Thibaut Courtois sacando una a una las intentonas del Liverpool. Lo del Real Madrid fue, como decían los Beatles, "una noche y día duro", pero que terminó con final feliz y con el pase a las primeras semifinales desde el ciclo glorioso 2016-2018.

Aunque no hay a ciencia cierta una traducción exacta a la frase "A Hard Day's Night" que acuñó Ringo Starr y que sirvió para titular una canción, un álbum y una película de los 'Fab Four', lo vivido por el Madrid en Anfield se asemeja bastante.

Comenzaron atrayendo a los malos augurios, hospedándose en el hotel Titanic, en la misma fecha que se cumplía el aniversario del hundimiento del mismo, lo que valía para presagiar el mismo final en un escenario que ya se tragó al Barcelona en 2019 y que estuvo cerca de engullir al Atlético de Madrid en 2020.

Sin público Anfield es menos Anfield, quizás no un campo de entrenamiento, pero aun así, la afición respondió a la llamada de su equipo y desde las entrañas del estadio se comenzó a escuchar a la multitud rugir en una de las calles paralelas al recinto.

Miles de personas, unas 4.000 según las estimaciones de los operarios del Liverpool, se agolpaban tras el humo rojo de las bengalas. Llegaba el enemigo. Llegaba el Real Madrid. Lanzaron su ira contra el bus. Por la final de Kiev, por la lesión de Salah, por lo ocurrido en la ida. Reventaron una luna y metieron el miedo en el cuerpo a un Madrid que salió al campo con un plan claro, pero agobiados por la presión.

La pedrada o botellazo no dolió nada en comparación con lo que sintió el aficionado 'Red' cuando vio a Salah errar su redención. Estuvo delante de Courtois, en el minuto 2, y no fue capaz de definir. Como el resto de sus compañeros. Atacaron al Madrid y estuvieron en las posiciones que tenían que estar para darle la vuelta a la eliminatoria, pero no fueron capaces.

El Madrid, con una solución estoica, dejándose la piel en el campo y con jugadores extenuados al final de los 90 minutos, resistió una de las noches en las que todo salió como lo previsto, pero con mucho sufrimiento.

Una noche y un día duro. Como el chascarrillo que soltó hace cuarenta años Starr y que sus propios compañeros no se tomaron demasiado en serio. Hoy, sirve para explicar un partido del Real Madrid.

(c) Agencia EFE