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Guillaume Martin, el intelectual que quería ser tratado de ciclista

Île de Ré (Francia), 8 sep (EFE).- El ciclista filósofo, el dramaturgo del pelotón, el escalador intelectual. El francés Guillaume Martin estaba cansado de que nunca se hablara de sus resultados deportivos y que fuera conocido más por sus actividades fuera de la bici.

Licenciado en filosofía, autor de una pieza de teatro y de una tesis doctoral, el ciclista del Cofidis lo está consiguiendo en su mejor temporada, que le mantiene tercero de la general del Tour.

El ciclista de 27 años emerge como el francés con más opciones de destacar en la ronda gala, tras los fracasos de Thibaut Pinot y Julien Alaphilippe.

Y, de repente, el corredor se sorprende de que los periodistas le hagan preguntas sobre deporte y dejen de lado su desempeño intelectual.

"Estoy contento de que se hable más de mi nivel atlético que de filosofía", afirma Martin, a quien tampoco le gustaría que le hablaran de ciclismo cuando presenta su obra de teatro.

"Cuando escribo quiero que se juzgue la calidad de mis libros. Cuando compito sobre la bicicleta, por mis resultados", agrega el ciclista.

ETERNO INCONFORMISTA

Sin embargo, Martin es consciente de que en su mente no puede disociar su actividad deportiva de la intelectual. No en vano, su primer libro, publicado el año pasado, se titula 'Sócrates en bici' y su obra de teatro, que su madre dirige en un teatro que ha creado en una pequeña localidad normanda, 'Platon vs Platoche'.

En su obra, el escritor describe a Sócrates como un eterno inconformista que siempre quiere mejorar cuando logra un objetivo.

Trasladado al asfalto, el ciclista francés mira hacia arriba desde la tercera plaza y, aunque solo ve a su alrededor corredores con mejor palmarés que el suyo, sabe que en algún momento tendrá que llegar su oportunidad. Al menos, así lo ve.

En los Pirineos no cedió tiempo con los favoritos, lo que sorprendió a más de uno, aunque Martin llegaba al Tour tras haber sido tercero en la Dauphiné, ese ensayo general apenas unos días antes del lanzamiento en Niza de la ronda gala.

Tras cruzar la meta de Laruns, antes de la jornada de descanso, se permitió incluso la licencia de incluir un delirio de ambición en su carácter tradicionalmente modesto: "No estoy aquí para ganar el Tour. Al menos por ahora".

Después, casi arrastrado por el Sócrates de su libro, ha ido alimentando las expectativas en un país que necesita creer en un ídolo local, hastiado de ver cómo arden en la pira de la exigencia todos los candidatos a sustituir a Bernard Hinault, el último francés en ganar el Tour, en 1985.

"NO RENUNCIO A NADA"

"No renuncio a nada. Quiero llegar lo más alto posible", afirma el francés, que asegura que, al fin, su silueta de escalador comienza a ser respetada en el pelotón. "Ahora me dejan pasar cuando me posiciono", dice.

Desde el tercer puesto de la general, a solo 28 segundos del líder, el esloveno Primoz Roglic. Por delante también está el colombiano Egan Bernal, defensor del título, siete segundos mejor que él.

Pese a la calidad de sus rivales, pese a que frente a sus currículos el de Martin enrojece de modestia, no deja que la realidad le impida soñar.

Así lo señaló en su tesis doctoral, titulada 'Renovar el deporte moderno', en la que asegura que la ambición es la mejor de las motivaciones.

"¿Quién sabe lo que puede pasar? Tengo muchas razones para ser optimista. Puede que acabe mejor que el año pasado, cuando fui duodécimo. O que mantenga este tercer puesto. Esto es una página en blanco que está por escribir", asegura. Y él sabe un poco de eso.

Luis Miguel Pascual

(c) Agencia EFE