La ofensa de Winamax al Granada muestra que todos tenemos mucho sentido del humor... hasta que somos la víctima

Jugadores del Granada y el Atlético de Madrid luchando por el balón.
Yangel Herrera (izquierda), futbolista del Granada, luciendo la publicidad de Winamax en el partido contra el Atlético. Foto: Berengui/DeFodi Images via Getty Images.

El Granada es uno de tantos equipos españoles que, dada la peculiar configuración del panorama mediático nacional, raramente tienen protagonismo en nuestra prensa. El fin de semana pasado, sin embargo, se dio una de esas raras excepciones que hizo acaparar titulares al club andaluz. Y probablemente fue contra la voluntad tanto de los jugadores como de la directiva y, sobre todo, de la afición.

Porque en el partido de la tercera jornada de liga los rojiblancos visitaron a un rival con el que comparten colores: el Atlético de Madrid. El desenlace es conocido: paliza a favor de los colchoneros. Seis goles a uno, dos de ellos del debutante Luis Suárez, y una actuación estelar de João Félix, dejaron a los nazaríes con muy mal sabor de boca.

Viviendo como vivimos en la era de las redes sociales y la facilidad para publicar cualquier cosa de forma anónima, era de esperar que los comentarios humillantes se multiplicaran. Lo que nadie imaginaba es que uno de los que lo fomentaran fuera la casa de apuestas Winamax, que es la patrocinadora principal de las camisetas del equipo. Al community manager de la empresa no se le ocurrió mejor idea que poner un tuit paródico sobre “el mapa de calor” del atacante portugués, es decir, las zonas del campo por donde más se había movido durante el encuentro. Ya lo borró, pero se conserva gracias a las capturas que hicieron muchos otros usuarios:

Para muchos granadinistas, que la marca que lucen sus jugadores en su equipación hiciera este chiste era una ofensa intolerable. De hecho, se llegó a iniciar una campaña pidiendo que el club rescindiera inmediatamente el contrato de patrocinio. La directiva sí que llegó a expresar su indignación por lo sucedido.

Ante la magnitud de los hechos, a Winamax no le quedó otra que disculparse. Eso sí, con tres días de retraso y de una manera, digamos, peculiar. Lo único que ha conseguido ha sido encender aún más los ánimos de la hinchada.

La excusa que puso la casa de apuestas es que se trataba de “un juego” y “una broma sin intención de ofender”. Claramente falló en su intento, tal como atestigua la reacción del público. Pero ¿dónde ha estado el problema? ¿Estamos hablando de faltas objetivas al respeto, o es que de repente tenemos la piel muy fina?

Porque si uno revisa los contenidos habituales de Winamax en sus redes sociales, es fácil de comprobar que siempre se expresa en un tono jocoso similar. Se burla de todo lo relacionado con el mundo del fútbol, sin distinción alguna de equipos. Sin ir más lejos, hace bien poco hizo esta referencia al Teuta, el equipo de Albania contra el que el propio Granada se enfrentó en la ronda previa de la Europa League. Nadie en los alrededores de la Sierra Nevada se escandalizó, posiblemente porque el representante español ganó con holgura (0-4).

El estilo es similar al que usan habitualmente otras casas de apuestas de origen extranjero, particularmente inglesas. Paddy Power, por ejemplo, es célebre por sus textos mordaces y hasta hirientes, que le han hecho ganar centenares de miles de seguidores sin que nadie llore cuando se convierte en víctima de sus ataques.

Precioso arcoíris en el Newport-Newcastle. Pero sin olla de oro al final; más bien una olla de mi*rda en el desempeño del Newcastle durante los 30 primeros minutos del partido.

En España tenemos fama de graciosos, de reírnos hasta de nuestra sombra, de amantes de la juerga con mucho sentido del humor. Es la imagen que nos gusta cultivar y que muchos en el extranjero tienen de nosotros. Quizás por eso las firmas del sector, o al menos algunas de ellas, pensaron que era adecuado copiar el método que tan bien les funciona en el mundo anglosajón. No falta razón, puesto que el fútbol, por el hecho de que se basa en la competitividad y en la rivalidad entre bandos, es muy propenso al pique y la pulla más o menos malintencionada. Empresas de otros ámbitos lo saben explotar.

Pero la estrategia se está mostrando fallida, al menos en parte, al trasladarla a la idiosincrasia española. Porque quizás el tópico de nuestra alegría y nuestras ganas de jarana sea cierto, pero no lo es menos nuestro carácter orgulloso. Nos parece bien hacer bromas sobre los demás, y nos unimos con gusto, pero que no me toquen lo mío, que muerdo. La capacidad de autocrítica nunca ha sido una de nuestras virtudes. Y más si nos tocan el equipo de fútbol, que para muchos es, literalmente, algo sagrado. Y más aún cuando consideramos que se trata de alguien como un patrocinador que, en última instancia, se está lucrando a costa de nuestro equipo, por lo que su comportamiento debe ser aún más escrupuloso.

Otro factor que no debe menospreciarse es la hostilidad que generan las casas de apuestas entre buena parte del público nacional. En España no son un negocio tradicional, como sí puede considerarse en Inglaterra, donde llevan ya más de un siglo jugándose sus libras a cuento de los resultados deportivos. Aquí su llegada es relativamente reciente, y no son pocos los activistas que relacionan este sector con un repunte de la ludopatía especialmente pernicioso para las clases sociales menos acomodadas.

Desde luego, alguien no ha hecho bien su trabajo y debía haberse parado a analizar las consecuencias que podían tener determinados mensajes en determinados públicos. Quizás sería deseable que la mentalidad generalizada cambiara en este sentido y estuviéramos más dispuestos a mofarnos de nosotros mismos. Posiblemente el ambiente general sería más sano. Pero la actitud global no va a modificarse de la noche a la mañana, y menos a golpe de tuit. Los encargados de gestionar la comunicación de estas compañías deberían tenerlo en cuenta, más que nada porque su trabajo consiste precisamente en eso.

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