Gareth Bale se ríe de todos en el Real Madrid
La esperpéntica situación de Gareth Bale en el Real Madrid ha dejado de ser preocupante para ser directamente insultante. El galés parece decidido a convertir su relación con el club que pagó más de 100 millones de euros por su traspaso y que lleva desde 2013 cobrando más de 15 millones al euros netos en un verdadero chiste.
Zinedine Zidane volvió a recalcar tras el encuentro del fin de semana que él no tiene problema alguno con el galés, y además le brindó 70 minutos en El Sadar tras tenerle tres semanas sin entrar en una convocatoria. Pero el rendimiento de Bale volvió a dejar mucho que desear. Sus números en el partido fueron horrorosos, siendo —entre otras cosas— el que más balones perdió y el que menor porcentaje de acierto en el pase tuvo. Un verdadero disparate para un jugador que debería ser una de las estrellas destacadas del conjunto blanco.
La realidad es que al extremo le importa bien poco ya lo que piense de él el equipo y la afición. El jueves pasado, mientras el equipo intentaba remontar in extremis la ronda de Copa del Rey a partido único contra la Real Sociedad, Bale volvió a marcharse del Santiago Bernabéu al minuto 80 de partido. No es algo nuevo, pues siempre que no va convocado actúa de la misma manera, pero deja ver bien a las claras que no está metido en la dinámica del grupo. Si con sus compañeros luchando por una remontada que hubiera sido para el recuerdo es capaz de recoger sus trastos y largarse para evitarse un atasco a la salida, qué tipo de compromiso se puede esperar de él sobre el césped.
Zizou sin embargo le hizo titular ante Osasuna. Empiezo a dudar si lo que pretende el técnico francés está intentando exponer al jugador para que no queden dudas de lo necesaria que es su salida. Las respuestas del galo en sala de prensa son siempre positivas en cuanto a su relación con Bale, refrendando lo que comentó durante la semana pasada su agente Jonathan Barnett, que aseguró que club y staff técnico estaban felices con el rendimiento de su representado. Pero conociendo el temperamento de Zidane y su amor por los códigos en el vestuario, es complicado entender por qué existe lealtad alguna con un jugador que no deja de demostrar que del Real Madrid sólo le interesa el dinero.
El galés ha marcado tres goles esta temporada, dos en septiembre al Villarreal y uno hace unas semanas al Unionistas de Segunda B en Copa del Rey. Su aportación ni siquiera es nula, pues hay partidos en los que tal vez sería mejor jugar con diez que brindarle un puesto en el once inicial. Y es que si el Real Madrid siempre se ha vanagloriado de que no existen los jugadores que estén por encima de la entidad, con Gareth Bale bien harían en leerle la cartilla o pagarle el finiquito y mostrarle la puerta de salida.
Que un jugador de primer nivel se pase meses enteros sin jugar, alegando dolencias que nadie en el cuerpo médico es capaz de diagnósticas, y que el día que vuelve a los terrenos de juego se lleve la mano al tobillo tras un lance bastante normal del partido al minuto 10, es por lo menos indignante. En el banquillo tuvieron que echarse las manos a la cabeza pensando que Bale llevaría esta farsa a un nivel más alto y pediría el cambio nada más arrancar el encuentro, pero por suerte pudo continuar jugando.
El que tenga dudas de la falta de implicación de Bale con el Real Madrid será porque no ha seguido su historia de cerca o está cegado completamente, pues el galés deja claro día tras día que lo suyo es disfrutar de su familia y jugar al golf. Cumple con sus obligaciones mínimas de trabajo: se presenta en Valdebebas y entrena, pero se le notan muy pocas ganas de unirse al grupo y ser de la partida.
Zidane seguirá hablando bien de él ante los medios, pero difícilmente podrá seguir dándole oportunidades. Ni se las ha ganado ni se las merece. Parece que sólo quiere reírse del club que le paga la nómina.