Fórmula 1 en Japón: Mercedes ya tiene lo que Lewis Hamilton quiere

Sebastian Vettel se adelantó a la largada pero no fue sancionado. Valtteri Bottas hizo una estupenda partida y tuvo autoridad en la delantera. Lewis Hamilton dio espectáculo como perseguidor. Charles Leclerc realizó una macana al principio y luego mil sobrepasos arriesgados. Hubo roces y mucha lucha en el pelotón intermedio. Suzuka es un circuito formidable. Y gracias a él, el Gran Premio de Japón nunca defrauda.

Sobre todo a Mercedes, al que le va de maravillas en la isla del lejano oriente. El triunfo del finlandés Bottas fue el 99º de la escudería alemana en su historia de 65 años pero apenas 12 temporadas de Fórmula 1. Y el tercer puesto de Hamilton redondeó lo que necesitaba, que era sacar 14 puntos más que Ferrari en Japón, para que Mercedes se coronara campeón de constructores por sexto certamen consecutivo y empatara una serie de la época dorada de Ferrari.

A la Scuderia le quedaron la satisfacción de una exitosa defensa de Vettel para el segundo lugar ante el ataque final de Hamilton, que con gomas nuevas no fue capaz de superar al germano, y el orgullo por su poderoso motor, que sigue siendo el mejor en esta segunda mitad del torneo, y que se luce más en lugares como Suzuka, de largas rectas -no la principal, ciertamente- y curvones.

Pero Vettel tuvo suerte. Su error de anticiparse al semáforo y frenarse inmediatamente, que en una primera instancia no iba a ser siquiera revisado por los comisarios, luego lo fue, y llamativamente no castigado. Salvo por Bottas, claro, que saltó a la punta pocos metros después de la línea de salida ante un Ferrari número 5 casi inmóvil. El otro coche rojo, el 16, cometería un error de calibre similar dos curvas más tarde: Leclerc golpeó y desplazó hacia fuera en una curva al Red Bull de Max Verstappen, que quedó último y debió pasar por los boxes.

También el auto del piloto de Mónaco quedó herido. Tanto, que iba desprendiendo pedazos y chispas a medida que circulaba. Lo más peligroso fue surrealista: en la parte más rápida del trazado se le desprendió de raíz -brazo incluido- el espejo izquierdo, justo delante de Hamilton, que zafó de una desgracia. Los comisarios, muy permisivos en todo 2019, no emitieron palabra sobre ese peligro. Leclerc no quería hacer una detención, a pesar del pedido de su ingeniero, pero finalmente paró en los garajes. Y a la vuelta se topó con su maltratado Verstappen.

Esta vez no hubo puja. El deteriorado coche del neerlandés no pudo oponer resistencia y el duelo que parece proyectarse por diez años en la categoría, Leclerc-Verstappen, no duró ni una curva. El Red Bull permanecería poco tiempo en la pista japonesa: inestable por vibraciones en las frenadas, abandonó en la vuelta 15. Mientras, el joven monegasco desarrolló su impetuosa remontada de récords de vuelta, sobrepasos magistrales y otros riesgosos que lo llevó del último al sexto puesto final. Un lugar que está en duda: ni bien se retiró Verstappen, los comisarios decidieron aplazar para después de la carrera la investigación sobre la colisión entre ambos.

Como sea, el chico de Ferrari llegó justo detrás de un Carlos Sainz siempre eficaz. Al español no se lo ve entreverado en luchas, pero tampoco en problemas; al fin de cuentas cuida su McLaren y suele terminar siendo el "mejor del resto", de los que no manejan Mercedes, Ferrari ni Red Bull. Los que sí lo hacen, salvo por Leclerc y Verstappen, no pasaban sofocones delante. Bottas llevaba buena diferencia contra Vettel y este, lo propio sobre Hamilton. Atrás, alrededor de la posición 10, varios se declaraban la guerra, en la porción del pelotón más entretenida del a competencia.

Solamente las pausas para cambiar gomas parecían poder cambiar el podio. Estaba claro que para Vettel habría dos paradas. Cuando Bottas fue por la segunda, Hamilton quedó al frente, pero al finés le garantizaron por radio que su compañero se detendría nuevamente. Sin embargo, tan rápido y seguro iba delante de todos el inglés, que parecía no hacerle falta pasar otra vez por los boxes, que le alcanzaría lo que tenía para ganar. No obstante, Mercedes cumplió: Hamilton reemplazó cubiertas -al igual que Leclerc, cuestionó la estrategia de su escuadra-, y Bottas pasó a la vanguardia y se impuso sin sobresaltos. Sí los tuvo Vettel, que debió resistir al campeón y sus neumáticos blandos nuevos, pero Hamilton no tuvo siquiera una oportunidad clara de superación al alemán.

El récord de vuelta histórico en carrera en Suzuka (1m30s983/1000, mejor por 557/1000 que el de Kimi Räikkönen de 2005 con un McLaren) le valió otro punto para un certamen que domina larguísimamente, aunque la mala gana con que el británico levantó el trofeo en el último escalón del podio hablaba más de frustración que de esperanza. Lleva 64 unidades de ventaja ante Bottas y quedan 100 en juego, pero él quería la victoria en Japón. Como en cada fecha. Hamilton podrá ser hexacampeón en la próxima carrera, la de dentro de dos semanas en México.

Mientras, su equipo ya posee tal título (612 puntos contra 435 de su archirrival italiano). Y así iguala el logro que entre 1999 y 2004 estableció Ferrari, que a su vez lleva 15 años sin imponerse en el país del sol naciente. Le queda batir algo: nunca una escudería conquistó en seis temporadas sucesivas ambos campeonatos, el de pilotos y el de constructores. Está muy cerca del récord.

Por lo pronto, en cada uno de estos seis años de la era plateada de Mercedes, Suzuka le ha sumado una victoria a la causa de la estrella de tres puntas. Y por la calidad de circuito que es, una victoria de las más prestigiosas.