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Fórmula 1. Exigencia extrema, récords y miedos: las batallas diarias de los invisibles del Gran Circo

Estrellas invisibles de momentos de tensión de un Gran Premio de Fórmula 1. Los mecánicos, héroes silenciosos, actores de reparto dentro de una mega producción personificada por los pilotos. En una semana de carrera son los primeros en reconocer el garaje y los últimos en retirarse del circuito, después de desarmar el auto y embalarlo para la próxima aventura. Los protagonistas de la calle de boxes rescatan a la figura de los errores para devolverla a la batalla, pero también cargan con la condena de que un mínimo error puede estropear la estrategia de un fin de semana. El mundo de los mecánicos, más lejos de las luces de la TV, resulta igual de apasionante que el de las estrellas que surcan las pistas.

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¿Qué tan decisivo puede ser su rol? Valga una historia ocurrida unos días atrás parra responder la pregunta. La escudería Red Bull Racing ejecutó en el reciente GP de Hungría una tarea titánica, expuso la calidad del personal y descubrió como recompensa el segundo puesto que logró Max Verstappen. Una muestra de poder de quienes dominan como ningún otro equipo el pit lane: líderes del Mundial de Paradas 2020, también ostentan el récord para cambiar los cuatro neumáticos.

Veinticinco segundos le restaban al cronómetro para que se anunciara el cartel de 5 minutos en el GP de Hungría, cuando los mecánicos de RBR terminaron de reparar en la grilla el auto de Verstappen. Así de rápidos, así de expeditivos fueron. Sencillamente, hicieron posible lo que parecía imposible: que el piloto pudiera largar la carrera. En la votación de los fanáticos, el neerlandés fue elegido como el Piloto de la Carrera, aunque los héroes de la jornada resultaron los diez miembros del equipo que reacondicionaron el RB16.

El fin de semana complicado de la mejor espada del conjunto de Milton Keynes se observó en la qualy, donde causó sorpresa ver al poleman en Hungaroring 2019 en el séptimo lugar. Pero no había tocado fondo: durante el giro para tomar posición en la grilla, Verstappen perdió el control del auto en la Curva 12 y chocó contra la protección del muro. "Bloqueé, solté los frenos, traté de frenar de nuevo. Volvía a bloquear y fui, de frente y directo, al muro. Pensé que la carrera se había terminado", reflexionó el piloto.

En la comunicación con el equipo, Verstappen lanzó por la radio "golpeé el muro; espero poder llevar el auto a boxes". La respuesta fue instantánea: "Copiado, Max; ve a la grilla". El auto N°33 llegó al lugar de largada asistido por los mecánicos, que tenían 20 minutos para trabajar. Los daños se presentaron en el alerón delantero y en la suspensión. "De haberse roto el triángulo de suspensión era el final de la carrera", admitió Christian Horner, el jefe de equipo de RBR, que rápidamente dejó el pit wall y se marchó a la pista. Verstappen se bajó del auto y los mecánicos empezaron una carrera contrarreloj: desde traer del box un nuevo alerón a reparar a nueva la suspensión. Cada acción manual sobre el auto era revisada por las computadoras de los ingenieros, que tomaron los dos cajones de herramientas y repuestos como escritorio.

La misión de alistar el auto para largar era el desafío. Después de ocho minutos, Verstappen recibió la orden de volver al cockpit: mientras los mecánicos desarrollaban la reparación, el neerlandés chequeó el funcionamiento de la radio y repasó las instrucciones del procedimiento de la vuelta de formación. Los movimientos ordenados y sin pausa de afuera contrastaba con la quietud del piloto en la butaca. "Estaba sentado y los podía ver dándose directivas a los cinco mecánicos que trabajaban sobre la suspensión. Hasta que llegó el grito que esperaba escuchar: ¡10 segundos! ¡5 segundos! Levanté los pulgares y respondieron 'está arreglado'", describió la situación Verstappen, que en la vuelta de formación no detectó anomalías. "Me motivé aún más, quería demostrarles a los mecánicos que ese esfuerzo no era en vano", aseguró.

Horner, Helmut Marko y Adrián Newey, las tres cabezas de conducción de Red Bull Racing, sintieron alivio cuando Verstappen completó el giro y se posicionó para largar. "Los mecánicos hicieron un trabajo increíble. Lo que normalmente hubiera llevado una hora y media, lo hicieron en 20 minutos y terminaron cuando faltaban 25 segundos. Todo el reconocimiento es para ellos, sin ellos este resultado no hubiera sido posible", declaró Horner. Los rostros de los mecánicos reflejaban tensión, una rigidez que desapareció con el correr de las vueltas y que terminó en festejo, abrazos y palmadas. La fotografía de todo el cuerpo de mecánicos y el piloto, demostró que los héroes no siempre llevan capas.

Un parpadeo en el pit lane

La detención en la calle de boxes para el cambio de neumáticos es un pasaje de nerviosismo en un Gran Premio. Los 23 mecánicos deben responder como en una coreografía, resultado de interminables ensayos. Una acción acertada puede devolver al piloto a la pista en una mejor posición, convirtiéndose en un rebase que llevará la firma del conjunto. El movimiento es mecanizado: el auto se detiene, es levantado por los crickets hidráulicos, se cambian los cuatro neumáticos, el piloto se quita la pátina del visor del casco, se dejan caer los cricket y el auto se aleja. Es el instante en el que quien maneja queda fuera de foco: la luz brilla en otros hombres, también ataviados con buzos ignífugos, cascos y guantes, que desandan en un par de segundos su propia carrera.

Cada movimiento tiene que ser sincronizado, perfecto. El piloto debe detenerse con precisión en las marcas establecidas para que el personal no pierda tiempo en reposicionarse; el auto es "atacado" y desaparece de la visión por el tiempo que demanda parpadear. Tres mecánicos por cada neumático: uno emplea la pistola neumática que quita y fija la tuerca central; otro es el encargado de retirar la goma y el restante, coloca el nuevo caucho. Al frente y atrás, quienes levantan el auto con los cricket -el frontal tiene un precio de 317 mil dólares y cada auto presenta uno de repuesto; las pistolas son más económicas, US$ 6400-; el ajuste del alerón delantero se realiza con varilla que están calibradas, según la exigencia del piloto y los datos que explotan en las computadoras.

Cuando el cricket golpea con fuerza en la caída, el piloto -durante la parada tiene que tomar el volante con fuerza y no soltar el freno- siente un espoleo en la espalda y el encendido de la luz verde reclama que acelere: la función de los mecánicos terminó y el protagonismo vuelve a ser suyo. Antiguamente, la señal de salida la ordenaba un mecánico, pero los equipos comprobaron que con el sistema de luces se liman milésimas.

El procedimiento que toman las cámaras y que provoca asombro es una rutina que los mecánicos inician en las fábricas y tiene continuidad en los ensayos de pretemporada. En 2019, Williams -último en el Campeonato de Constructores- fue el segundo mejor equipo en Paradas, por detrás del campeón RBR.En Grove, se practicaron 1200 detenciones; el conjunto utiliza a los mismos 23 mecánicos en los pit stop y existe un grupo de reserva, ante la eventualidad de enfermedad, lesión. Los roles son fijos, aunque cada integrante también tiene experiencia para desarrollar otra función. Durante un Gran Premio, de jueves a domingo hay ensayos diarios, con sesiones que se extienden por 30 minutos, lo que representa unas 50 paradas.

El pit lane de cada circuito tiene su particularidad y es motivo de análisis: desde la anchura de la calle a la distancia entre las marcas de detención y el garaje. En Spa-Francorchamps, el piso no está nivelado y la configuración del espacio es diferente también por la estrechez de la calle de boxes. Los mecánicos también tienen que evaluar y adaptarse a esas situaciones para no fracasar. El clima es otro factor que se respeta: en 2020 los equipos se liberarán del GP de Singapur, donde el calor y la humedad agota.

Las estructuras diseñan entrenamientos diarios para que los mecánicos estén en forma y, además, eviten lesiones. Tres jornadas de adiestramiento físico y dos de técnica y ensayos de pit stop. El ejercicio físico contempla un programa para la estabilidad central, fuerza y posiciones con el fin de conocer cómo deben moverse y articular. Los que manejan las pistolas sienten el impacto en las manos y las muñecas, debido a la enorme fuerza: a pesar de que se tarda 0.2 segundos en quitar la tuerca, la pistola funciona a 26 bares de presión.

La precisión de RBR quebró el dominio de Williams y en 2019 rompió en cuatro oportunidades la mejor marca. Los primeros en derribar el registro de los 2 segundos fueron los mecánicos de Grove en el GP de Alemania, al señalar 1,99s en el auto del polaco Robert Kubica; la misma fórmula marcó 1,97s en el GP de Francia. Pero irrumpieron los entrenados en Milton Keynes para establecer un tiempo de 1,96s, con Verstappen, y 1,91s, con Pierre Gasly, ambos en el GP de Gran Bretaña; 1,88s, con el neerlandés en el GP de Alemania, récord mundial que cayó en Brasil. La coreografía perfecta demandó ¡1,82 segundos! La recompensa, el premio de DHL Fastest Pit Stop.

En la actual temporada, las mejores marcas en los Grandes Premios de Austria, Estiria y Hungría responden a RBR, que encabeza el campeonato con 93 puntos, seguidos por Williams que cosechó 61. Tercero aparece Mercedes, con 58 unidades. La única escudería que no sumó es McLaren. En el pit stop del domingo pasado en Hungaroring, el español Carlos Sainz padeció el tráfico en la calle de boxes y los mecánicos no pudieron darle luz verde, lo que hizo que la detención se extendiera por siete segundos y perdiera el puesto con Daniel Ricciardo (Renault).

Los accidentes, el peor escenario

Una falla en un pit stop puede significar la pérdida de segundos valiosos y la destrucción de un plan de carrera y hasta de una victoria, aunque el escenario más temido es un accidente. La última imagen desesperante fue en el Gran Premio de Bahréin 2018, cuando en la segunda detención en boxes Kimi Räikkonen arrolló a Francesco Cigarini, mecánico de Ferrari. El neumático trasero izquierdo de la SF71H quedó trabado y mientras el personal intentó quitarlo, los encargados de los crickets bajaron el auto y se activó la luz verde de salida. El finlandés aceleró y se generó el impacto que le provocó una fractura de tibia y peroné de la pierna izquierda a Cigarini.

Los más espectaculares sin dudas se registraron cuando además de cambiar gomas, los mecánicos debían repostar combustibles.En el GP de Brasil 2009, Heikki Kovalainen (McLaren) retomó la marcha con la manguera conectada a la toma del auto y en el corto recorrido roció a la Ferrari de Räikkonen, que se convirtió en una bola de fuego por unos segundos. Los comisarios deportivos sancionaron con 25 segundos a Kovalainen por la temeraria acción y con 50 mil dólares al equipo.

Un año antes, en Singapur, Felipe Massa (Ferrari) tuvo luz verde, aunque la manguera estaba conectada a su auto: el brasileño arrastró a un mecánico, mientras que el resto del personal corrió para desenganchar la manguera. En 1994, Jos Verstappen (Benetton) -padre de Max-, vivió siete segundos desesperantes en el GP de Alemania, en Hockenheim: un mecánico quitó la manguera de la boca del depósito del tanque de combustible, tres litros se desparramaron por el monoplaza y una enorme llamarada envolvió al Benetton N°6, al piloto y al cuerpo de mecánicos. Verstappen apenas sufrió ligeras quemaduras en la parte del rostro que no cubre la balaclava y porque un asistente levantó la visera del casco para que el neerlandés se refrigerara.

El GP de Bélgica de 1981 resultó la victoria más triste de Carlos Reutemann. En los entrenamientos, Lole atropelló a Giovanni Amadeo, mecánico del equipo Osella. El golpe fue tremendo, el italiano voló y cayó sobre el cajón de herramientas. El joven, de 25 años, con fracturas de cráneo, además de diversas lesiones en el resto del cuerpo, murió al día siguiente. Antes de que los autos salieran rumbo a la grilla, los mecánicos de todas las escuderías bloquearon la salida a la pista, en protesta y para solicitar mayores medidas de seguridad.

La agenda de un Gran Premio

El armado y el desmonte del garaje es la primera y última tarea de un equipo. Un grupo de avanzada, técnicos que configuran entre el domingo y el lunes anterior al Gran Premio el box, toma el escenario para que el martes empiecen las tareas específicas. Una vez instalada la infraestructura tecnológica, el equipamiento informático y modelada la electrónica, se descargan los autos. El miércoles es la primera jornada de preparación y de trabajo sobre las unidades, con la colocación del motor, la caja de velocidades y las actualizaciones que se implementarán en esa carrera. El encendido y el repaso del funcionamiento se ensaya el jueves, que también es el día en que la FIA revisa los elementos de seguridad y que se cumplan las especificaciones técnicas del reglamento -altura de alerones, el ancho de la carrocería, conductos de freno-; también se desarrolla la primera sesión de prácticas de pit stop.

La actividad en la pista se inicia el viernes, con los dos entrenamientos libres; terminada las pruebas se desmonta el auto y se arma con piezas nuevas para la última sesión de práctica y la clasificación. Con régimen de parque cerrado, los autos no pueden ser intervenidos y solo se realiza un repaso y limpieza de seguridad para la carrera. El capítulo final se produce después de nueve horas de la bandera a cuadros, con el desarme y embalado del auto y del material que vuelve a los contenedores para que regresen a las fábricas o a la siguiente parada del calendario.