Cómo un estudio ha revelado cómo los colibríes son capaces de ver colores que nosotros ni imaginamos

Cómo un estudio ha revelado cómo los colibríes son capaces de ver colores que nosotros ni imaginamos

Que los colibríes son animales sorprendentes no es ninguna novedad: son las aves que mueven con mayor velocidad sus alas, tienen los corazones más grandes de entre todas las aves – en comparación al tamaño del cuerpo, claro – y ahora se ha descubierto que son capaces de ver en colores que los humanos no somos capaces ni de imaginar.

Antes de continuar, hay que tener claro qué entendemos cuando decimos “color”. La luz es una onda electromagnética – y un corpúsculo, pero esa parte se la dejamos a los físicos. Y las ondas se repiten en ciclos; a la distancia entre un pico de la onda y la siguiente lo llamamos longitud de onda. Distintos colores tienen longitudes de onda distintos, y entre todos ellos cubren el espectro electromagnético.

Bien, pues algunos animales somos capaces de ver ciertas longitudes de onda, pero no otras. Un ejemplo sencillo: el ultravioleta. Los humanos, con nuestros ojos desnudos, no somos capaces de ver el “color ultravioleta”, pero las abejas sí.

Pues resulta que los colibríes son capaces de ver en un rango mucho más amplio que los humanos, y por eso ven “colores” que no podemos imaginar.

¿Y cómo se sabe esto? Pues porque un equipo de investigación puso en marcha un experimento muy interesante. Prepararon una zona en la estación experimental del Laboratorio Biológico de las Montañas Rocosas en el estado de Colorado, en Estados Unidos, para que se mantuviese lo más parecido al entorno natural. Y allí liberaron a sus voluntarios: colibríes de la especie Selasphorus platycercus.

Después de dejarles un tiempo para habituarse, comenzó el experimento. Cada día, justo al amanecer, los investigadores situaban en la zona de las aves dos fuentes. Una de ellas tenía agua, y la otra una mezcla azucarada, que era la que preferían los colibríes. Y la única manera en que las aves podían saber qué fuente tenía el agua azucarada era por la luz.

Cada fuente tenía luces LED con combinaciones distintas. Pero siempre siguiendo el mismo patrón: una fuente tenía luz visible para los humanos, y la otra una mezcla de luz visible y luz no visible. Un caso de ejemplo: una fuente tenía luz roja, y la otra una suma de luz roja y luz ultravioleta.

Para los humanos, las dos luces eran completamente iguales, e indistinguibles. Pero no para los colibríes, que en seguida aprendieron que la fuente que tenía luz no visible era la que tenía agua con azúcar. Y esa era la que visitaban para beber.

Pero ¿no puede ser que simplemente los pájaros supiesen dónde estaba cada fuente? Para asegurarse de que no era eso lo que pasaba, se cambiaba la posición de las fuentes de manera aleatoria. También se tomaron medidas para asegurarse de que no se guiaban por el olor.

Así que quedaba claro que los colibríes son capaces de ver en un rango mucho más amplio que nosotros. Esto ocurre porque las estructuras biológicas que se encargan de percibir los colores, conocidas como conos, se “afinan” para percibir en un rango del espectro. Y distintos animales, por nuestros distintos estilos de vida, necesitamos ver en distintos rangos. Los colibríes, que se alimentan del néctar de flores, necesitan percibir todas las pistas que las plantas les quieran dar… y muchas están más allá del espectro visible para los humanos.

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