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España, soluciones profesionales

Los futbolistas españoles festejan uno de los goles del 8-0 frente a Liechtenstein, por el clasificatorio europeo a Rusia-2018, el 5 de septiembre de 2017, en Vaduz
Los futbolistas españoles festejan uno de los goles del 8-0 frente a Liechtenstein, por el clasificatorio europeo a Rusia-2018, el 5 de septiembre de 2017, en Vaduz

La mejor definición del Liechtenstein-España (0-8) la firmó Albert Ferrer, comentarista del partido anoche en Televisión Española. Avanzada ya la segunda mitad, cuando Iago Aspas aprovechó una fuga en el área rival para apostillar el séptimo gol español, el Chapi acudió al auxilio de la vapuleada anfitriona.

“Es difícil mantener por lo menos la moral y la tensión, quizá en otros partidos donde las goleadas no son tan amplias no pero cuando España te mete ocho en la ida, ahora ya llevan seis o siete…” Efectivamente Ferrer había perdido la cuenta de los goles que había visto.

Su despiste deja al descubierto tanto la escasa sustancia del partido como la profesionalidad extrema del equipo de Lopetegui. Por contraste con la dejadez del Chapi, impresionó la seriedad del equipo nacional incluso en el escenario menos exigente.

Como el exceso de melancolía en los libros o la reunión de tu banda favorita solo por la pasta todo resulta un poco decadente en partidos como el Liechtenstein-España. Los puntos en juego, el prestigio profesional, el arañar minutos de algunos para negociar un contrato mejor la temporada que viene o los titulares interesados quedan para los profesionales. La posibilidad de disfrute de estos encuentros para el espectador es una moneda volando a cara o cruz: o hay goleada o enfermería. En mitad de ese clima vacacional, relajado hasta límites insalubres, España nos regaló ocho goles. Hay en esa generosidad una virtud intangible. En la selección, estas ganas de agradar, de escribir una buena página, son síntomas de un futuro exitoso.

Nos hartamos de gritarles mercenarios a los futbolistas cuando vienen mal dadas y olvidamos la arista amable que esconde la palabra. España fue el más eficaz de los mercenarios ante la débil Liechtenstein. La contratamos para clasificarnos y además de conseguirlo (virtualmente), dejaron resuelta la papeleta del ‘goal average’, cerraron el artificial debate sobre la delantera (goles de Morata y Aspas) y además nos hicieron disfrutar como en los mejores tiempos. Lo suyo son soluciones profesionales. Aunque hoy perdiéramos la cuenta de los goles, apetece no perderse ni un minuto del equipo de Lopetegui. La sensación que transmite es inmejorable.

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