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¿Es justo que los fabricantes de armas sean responsables de las masacres en EEUU?

El Tribunal Supremo de EEUU acepta sentar en el banquillo a fabricantes de armas. (Getty Images)
El Tribunal Supremo de EEUU acepta sentar en el banquillo a fabricantes de armas. (Getty Images)

El 14 de diciembre de 2012, un joven de 20 años de edad decidió acabar con la vida de su madre con el arma que ella misma le compró. Acto seguido se dirigió a un colegio de Newtown, Connecticut. Cuando llegó fue directamente a la oficina y a una de sus clases, desenfundó su arma y descargó 10 tambores de 30 rondas cada uno. En total, del cañón salieron 300 balas con un estruendo que los supervivientes jamás olvidarán. Murieron 26 víctimas inocentes, de las que 20 eran niños de entre seis y siete años de edad, y seis eran trabajadores del centro. A este suceso se le conoce como la masacre de Sandy Hook.

El asesino usó una semiautomática, es decir uno de los artilugios de asalto más devastadores y accesibles en Estados Unidos. El responsable tenía síndrome de Asperger y de adolescente había sufrido depresión, ansiedad y un desorden obsesivo compulsivo. En el momento del brutal arrebato, el perpetrador aún arrastraba problemas mentales y una “especial afinidad por la violencia”, según indicó un informe de la oficina del Defensor del Niño realizado dos años después del episodio.

¿Qué hacía este desquiciado con un arma de tal calibre? ¿Cómo es posible que su madre pudiera adquirir con tanta facilidad una semiautomática mientras compartía casa con una persona impredecible? ¿Cómo se entiende que no haya una comprobación del historial de quien está comprando semejante máquina de matar? ¿De qué manera se explica que sea tan accesible para el público y no haga falta ni una licencia para usarla? ¿Por qué se promociona al público general un arma usada con fines militares? ¿Cuándo se prohibirá su venta en EEUU? ¿Quiénes son los responsables de tantas muertes aparte de aquella persona que aprieta el gatillo?

Rifle semiautomático, AR-15 Bushmaster utilizado en la matanza de Sandy Hook. REUTERS
Rifle semiautomático, AR-15 Bushmaster utilizado en la matanza de Sandy Hook. REUTERS

Todas estas preguntas, y muchas más, son las que se hace buena parte de la sociedad estadounidense cuando se produce una masacre de este tipo. Entre aquellas personas que se plantean estas cuestiones se encuentran los familiares de las víctimas y los supervivientes, quienes en el caso del ataque en el colegio Sandy Hook se negaron a quedarse con los brazos cruzados. Dos años después, denunciaron a Remington Arms Co por haber promocionado el rifle AR-15 Bushmaster, usado durante el ataque, en anuncios dirigidos a jóvenes a través de videojuegos y otros medios. Según el abogado de las familias, estos comerciales incluían eslóganes como éste:

“Fuerzas de oposición, inclínense. Ustedes solo son superados en número”.

Los denunciantes y las víctimas culparon a los encargados de manufacturar esta semiautomática como uno de los responsables del ataque masivo tentando a una ley de 2005 aprobada gracias a la presión de la Asociación Nacional del Rifle (NRA) en la que se protegía a los productores de armas por los crímenes que aquellos que las compraban cometían.

A pesar de los intentos de Remington Arms Co por eludir responsabilidades y tras recurrir al Tribunal Supremo de EEUU la decisión en su contra ejecutada en marzo de 2019 por la Corte Suprema de Connecticut, las demandas de este gigante armamentístico para frenar la denuncia de las víctimas no han servido de nada. El Supremo les ha dado la razón y la compañía será llevada ante los tribunales estatales. Será la primera vez que esto sucede y podría sentar un precedente único que, de fructiferar, podría servir como una primera piedra para que finalmente se prohiba el acceso casi descontrolado a este tipo de artilugios.

Estatua en honor a Míjail Kalashnikov (YURI KADOBNOV/AFP via Getty Images)
Estatua en honor a Míjail Kalashnikov (YURI KADOBNOV/AFP via Getty Images)

Opositores y defensores de la prohibición de las armas se baten en duelo sobre quién es el verdadero responsable de este tipo de matanzas y hay argumentos para todos los gustos. El ruso, Míjail Kalashnikov, por ejemplo, fue el inventor de una de las armas más mortíferas que existen, y que aún sigue siendo usada en infinidad de conflictos causando la muerte de millones de personas. Nunca fue condenado o ni siquiera procesado por ello, pero él mismo acabó admitiendo poco antes de fallecer con 94 años de edad que se sentía culpable de las consecuencias de su creación. Envió incluso una carta pidiendo perdón a la iglesia ortodoxa. Fue la redención de un simple inventor que ganó millones a base de las vidas de otras personas. Él nunca apretó el gatillo contra nadie, pero facilitó que otros lo hicieran.

Es difícil imaginar que compañías como Remington Arms Co asuman la culpa del daño que le están haciendo a la sociedad estadounidense no sólo al manufacturar armas, sino al promocionarlas sin pensar en las consecuencias de un problema que no es aislado y sin importar en qué manos caiga su producto. Solo en 2019 se han producido 334 ataques masivos, donde han sido asesinadas 385 personas y 1342 han resultado heridas. Ocho de esos ataques ocurrieron en colegios o universidades. El peor registrado este año fue el que sucedió en El Paso, Texas, durante el mes de agosto, donde 22 personas perdieron la vida y 24 resultaron heridas en una matanza contra la población hispana. El autor usó un rifle semiautomático.

El que la culpa sea de quien aprieta el gatillo es irrebatible, sin embargo, hay otras responsabilidades que suelen caer en el olvido e incluso van más allá de aquellos que fabrican y promocionan este tipo de armamento. Algunos legisladores, la Asociación Nacional del Rifle, los defensores de un modelo sanitario que no facilita el tratamiento a personas con problemas mentales, una Constitución arcaica y nada modernizada e incluso un presidente como Donald Trump que está en contra de establecer un control sobre las armas. Quizás empezar por compañías como la que se sentará en el banquillo por la masacre de Sandy Hook sea un buen primer paso para empezar a repartir responsabilidades a aquellos que no se atreven a combatir a un lobby más poderoso que cualquier Gobierno.