Los equipos separatistas del fútbol ahora están en guerra entre sí

Menos de dos semanas después de haber sido socios en una superliga europea que habría hecho a un lado las estructuras y las organizaciones que han apuntalado el fútbol en el Viejo Continente durante casi un siglo, ahora, un grupo conformado por algunos de los clubes más grandes del deporte está involucrado en una nueva batalla campal tras bambalinas.

Esta vez, su lucha es entre sí.

En el centro de la nueva batalla hay dos documentos. En uno, una supuesta declaración de compromiso de los clubes, a la que accedieron nueve de los doce fundadores de la Superliga y que fue divulgada el jueves, se renuncia de manera formal al proyecto de la Superliga y los separatistas se comprometen de nuevo con el sistema existente de Europa.

En un comunicado que les da la bienvenida de regreso a los nueve clubes, el órgano rector del fútbol europeo, la UEFA, mencionó que los equipos “reconocen y aceptan que el proyecto de la Superliga fue un error y se disculpan con los aficionados, las asociaciones nacionales, las ligas nacionales, los otros clubes europeos y la UEFA” por haber sido partícipes. También señala que los nueve equipos han prometido nunca volver a intentar una escisión similar.

El compromiso renovado de los equipos —el Arsenal, el Chelsea, el Tottenham, el Liverpool, el Manchester United y el Manchester City; el Inter y el A. C. Milán, así como el Atlético de Madrid— tuvo un costo alto. Los nueve clubes accedieron a donar un total de 15 millones de euros (unos 2 millones por equipo) a una organización benéfica de la UEFA para jóvenes, entregar el cinco por ciento del ingreso que hayan recibido de las competencias continentales de esta temporada y pagar una multa de 100 millones de euros (unos 121 millones de dólares) si se suman de nuevo a una competencia no autorizada.

Sin embargo, al aceptar los términos de su reincorporación, los nueve equipos iniciaron una lucha significativa —y potencialmente costosa— por el segundo documento: una carta que envió el jueves la resistencia de los otros tres equipos de la Superliga en la que amenazan con extraerle millones de dólares en daños a cualquier club que abandone el proyecto.

La UEFA les había exigido a los clubes fundadores de la liga que firmaran la declaración de compromiso, la cual completaría la desaparición formal de la Superliga, a manera de condición para el regreso de los clubes a las estructuras y órganos formales que dirigen el fútbol europeo.

No obstante, tres de los doce fundadores de la Superliga —el Real Madrid, la Juventus y el Barcelona— se están rehusando a dejar morir el proyecto. Esta semana, como muestra de determinación, los equipos amenazaron con emprender acciones legales y multas en contra de sus exsocios.

La Superliga, la cual anunciaron sus doce clubes fundadores en un comunicado de prensa entrada la noche del 18 de abril, colapsó 48 horas después en medio de un rechazo popular y político. En los días y las semanas que han pasado desde esa retirada humillante, los presidentes y los dueños de los clubes de algunos de los equipos han sostenido reuniones de emergencia con los líderes del fútbol en sus propios países y con la UEFA para buscar limitar los posibles castigos por haber formado parte de una escisión que habría devastado el valor de las ligas y los clubes de toda Europa.

La UEFA había mencionado que iba a tratar a los clubes arrepentidos con más benevolencia que a los que se negaran a dar su brazo a torcer. La UEFA advirtió que los que se rehusaran corrían el riesgo de recibir la sanción más grave de la organización: un veto de dos años de la Liga de Campeones, la competencia más rica y de mayor perfil en Europa.

Documentos mensajes y conversaciones con ejecutivos involucrados en las conversaciones llevadas a cabo esta semana sugirieron que ocho equipos de los doce miembros originales de la Superliga habían accedido a firmar la declaración, uno menos del número requerido para forzar la liquidación de una empresa fundada en España para dirigir la competencia. El viernes, se comprometió el noveno club, pero ahora todos esperan una serie larga y costosa de recriminaciones.

La disputa en curso entre los fundadores de la Superliga, y los esfuerzos de la UEFA por aislar o castigar a cualquiera que oponga resistencia, es un indicio de qué tan mal y qué tan rápido se han estropeado las relaciones entre los grandes equipos. También enfatiza cómo, incluso después de su vida breve y muerte súbita, la Superliga sigue destrozando el tejido del fútbol europeo.

A pesar del rechazo popular al proyecto, se han endurecido las opiniones de los tres promotores más comprometidos del proyecto: el Real Madrid, la Juventus y el Barcelona. En su carta, enviada el jueves, los clubes acusaron a los equipos que habían declarado en público su intención de dejar la Superliga de cometer una “violación material” del acuerdo entre los fundadores.

Les escribieron a los fundadores salientes que todas las violaciones al acuerdo de los accionistas “nos han provocado daños significativos, que se siguen acumulando”.

También se comprometieron a continuar con las acciones legales para demostrar que las actuales reglas del fútbol son incompatibles con la competencia y las leyes del libre comercio.

No obstante, ahora sus opciones podrían ser limitadas. De acuerdo con el contrato de la Superliga, el retiro de nueve clubes puede forzar la liquidación de la entidad creada para dirigir la competencia. Esa disolución fue uno de los requisitos que la UEFA les puso a los clubes involucrados para ponerle fin a todo el capítulo.

Los intentos de escisión también siguen enturbiando el fútbol a nivel doméstico. En Italia, la asociación nacional ha presentado nuevas regulaciones dirigidas a evitar cualquier intento de escisión, mientras en Inglaterra se están debatiendo cambios similares a las reglas y también el castigo para los equipos cuyas acciones amenazaron los intereses de la Liga Premier.

This article originally appeared in The New York Times.

© 2021 The New York Times Company