Las llamadas "secretas" de los gobernadores republicanos de EEUU ante el desdén de Trump por el COVID-19

El desempeño del presidente estadounidense Donald Trump en relación a la pandemia de covid-19 ha sido especialmente errático, desdeñoso de la ciencia y cargado de equívocos, tensiones, minimizaciones y politizaciones. Todo ello ha producido que no exista una estrategia nacional clara para enfrentar la crisis del coronavirus, que la respuesta esté en ciertos casos cargada de distorsiones ideológico-electorales y que el afán de reactivar la economía haya resultado en una reapertura prematura que ha conducido a una nueva y grave aceleración de la pandemia.

Ante ello, Trump ha minimizado sistemáticamente la gravedad de la crisis y ha puesto sus afanes de reelección –atados a la recuperación económica y fuertemente mermados por sus propias acciones y omisiones– como una prioridad en su actividad, aunque eso, como en su rechazo a las mascarillas o su pretensión de que se reabran las escuelas de modo completo, vaya con frecuencia a contracorriente del dato científico y de la protección de la salud pública.

El gobernador de Georgia, Brian Kemp, se coloca una mascarilla frente al presidente Donald Trump, de espaldas, y quien no usó cobertura facial en una reciente visita a Atlanta. (Curtis Compton/Atlanta Journal-Constitution via AP)
El gobernador de Georgia, Brian Kemp, se coloca una mascarilla frente al presidente Donald Trump, de espaldas, y quien no usó cobertura facial en una reciente visita a Atlanta. (Curtis Compton/Atlanta Journal-Constitution via AP)

La falta de liderazgo y los estropicios de Trump ante la pandemia serían de tal magnitud que de acuerdo a The New York Times, algunos gobernadores republicanos han concluido que deben distanciarse del presidente y trabajar al margen de Trump para encarar al covid-19, que se agudiza en varios estados.

Incluso, se señala, varios gobernadores republicanos, pese a su sintonía partidaria por Trump, han optado por ignorarlo o incluso contradecirlo en asuntos relacionados a la lucha contra el covid-19 y han preferido comunicarse con el vicepresidente Mike Pence, quien sería más receptivo a las inquietudes de esos mandatarios estatales.

En esas llamadas con Pence gobernadores como el republicano Gary Herbert, de Utah, habría deplorado la “complacencia” ante el covid-19 que habría en la Casa Blanca e incluso, según el Times, algunos gobernadores han realizado llamadas “secretas”, a altas horas de la noche y sin participación de asesores o asistentes ni representantes de la Casa Banca, en las que se dan mutuo consejo y, en ocasiones, ventilan sus quejas hacia Trump.

En general, habría tensión entre algunos gobernadores y legisladores republicanos hacia Trump, y algunos de ellos por ejemplo se han distanciado del rechazo del presidente a la promoción del uso de mascarillas. Incluso han considerado dar parcialmente marcha atrás a la reapertura económica ante la agudización del covid-19 en sus localidades.

A contracorriente del presidente, gobernadores y senadores, entre ellos el líder del Senado, Mitch McConnell, señala el Times, han promovido el uso de mascarillas. El cirujano general de Estados Unidos, el vicealmirante Jerome Adams, incluso ha “implorado” a los estadounidenses que usen mascarillas, de acuerdo a Fox News, como una opción para proteger la salud pública, propiciar que se realicen actividades y prevenir nuevos cierres de la economía.

El gobernador de Maryland, Larry Hogan, ha criticado la actuación de Trump desde hace tiempo y señalado, de acuerdo a CNN, que “es claro que no hay esperanza de que el presidente conduzca la reacción nacional [a la pandemia], y su nos retrasamos más estaremos condenando a más de nuestros ciudadanos al sufrimiento y la muerte”.

Otro gobernador, Asa Hutchinson de Arkansas, ha claramente dicho que se necesita liderazgo a escala nacional en el tema de las mascarillas (lo que implica un reproche al presidente) y que haría obligatorio el uso de cobertura facial en eventuales mitines políticos de Trump en su estado. Lo ha hecho ya en general en su estado.

El gobernador de Ohio, DeWine, advirtió claramente a los habitantes de su estado de que la crisis por el covid-19 es severa, no una “farsa” como llegó a decir Trump, y señaló que se ha dado una terrible reversión del avance logrado contra la pandemia.

Y otros gobernadores, continúa el Times, al evaluar la acción federal contra el covid-19 han exaltado el trabajo de Pence, pero prefieren no comentar al respecto del desempeño de Trump.

La Casa Blanca no considera que existan tales diferendos, de acuerdo a un vocero, pero al parecer la inquietud entre los republicanos por las falencias presidenciales en el manejo del covid-19 están en auge. Y el rechazo entre los demócratas a la gestión de Trump es mayúsculo.

En tanto, la cantidad de casos de covid-19 ha superado ya los 3.8 millones de casos en Estados Unidos, con cifras récord en varios estados y ciudades, y la capacidad hospitalaria está saturándose peligrosamente en varios de ellos, lo que es un indicador de que los fallecimientos podrían también arreciar. La posibilidad de que pueda repetirse en varias ciudades una catástrofe como la que afectó meses atrás a Nueva York crece ominosamente.

Todo ello en contraste con la actitud del presidente, que parece que con frecuencia prefiere ignorar que el covid-19 es un problema mayor, afirma que el coronavirus desaparecerá o se obstina en poner la pandemia bajo su luz personal, aunque eso lo estrelle con la realidad y resulte ominoso para la población. Y, a la postre, también para sus propias aspiraciones de reelección.

Quizá Trump ha comenzado a darse cuenta de sus propios traspiés, al menos de modo parcial, y en un reciente tuit difundió una foto donde se le ve portando una mascarilla y dice que es “patriótico usar mascarilla” y que no hay nadie tan patriótico como él.

Eso es un giro completo a su posición y retórica anterior al respecto, lo que supone que Trump estaría posiblemente tratando de revertir errores que lo han mermado de cara a las elecciones y a su rival demócrata, Joe Biden, y que, sobre todo, han catalizado perniciosas conductas contrarias al uso de mascarillas que se han registrado en meses recientes y que han sido factores del alza del covid-19.

Pero su tuit no menciona la necesidad de que el uso de mascarillas sea obligatorio y en general Trump ha seguido minimizando la gravedad de la pandemia, difundiendo equívocos y datos erróneos en relación al covid-19, y desde la Casa Blanca se han dado intentos de minar a expertos e instituciones clave (como el Dr. Anthony Fauci o el Centro de Control y Prevención de Enfermedades) porque han planteado diagnósticos y medidas que muestran la gravedad de la pandemia y no se amoldan a los deseos o necesidades del presidente.

Así, mientras desde la Casa Blanca surgían ataques contra Fauci, el senador republicano Lindsay Graham, cercano aliado de Trump, ha defendido al médico, indicó Business Insider.

Por añadidura, continúa sin existir una estrategia nacional para enfrentar la pandemia mientras las cifras de contagios, hospitalizaciones y muertes se disparan y existe el riesgo de que se deban establecer nuevas órdenes de cierre de la economía en localidades muy afectadas.

Las más de 140,000 muertes, y las miles más que se darán en próximos meses, son el signo más trágico del azote del covid-19, pero Trump se ha resistido a reconocer la enormidad del problema. Numerosas encuestas señalan que la desaprobación a Trump en relación a su desempeño ante la pandemia es ampliamente mayoritaria y en lo electoral esas cifras también lo colocan sustancialmente atrás de Biden, tanto a escala nacional como en estados clave.

Si Trump ha tratado de tapar el sol con un dedo en relación al covid-19, ello ha resultado punzantemente negativo para el país en términos de salud pública y, también, para sus propias aspiraciones de reelección. En todo caso, actuar de modo firme, con base en el dato científico y con espíritu de compasión y solidaridad, poniendo el interés general por encima de las consideraciones personales, es clave ante la pandemia y en ello Trump tiene un hondo déficit.

Eso es cada vez más evidente a escala nacional y, según el Times, de ello estarían ya cayendo en la cuenta también entre las filas y la dirigencia de su propio partido.