La emoción de Agustín Rossi: de los penales atajados al recuerdo de su padre

Agustín Rossi festeja luego de atajar el penal de Leonardo Ponzio en el superclásico con River
Marcelo Endelli

Cuando dentro de varias décadas se recuerde la exitosa racha del River de Gallardo sobre Boca en series eliminatorias, un nombre aparecerá como el responsable de haberle puesto punto final a todo eso: Agustín Rossi.

Boca eliminó a River por penales, rompió el maleficio ante Gallardo y avanzó a las semifinales de la Copa de la Liga

Tan capaz de hacerse cargo de su fama de ataja penales como de no controlar una pelota fácil en el área chica y ponerle el corazón en la boca a los hinchas xeneizes, el arquero volvió a estar a la altura de las circunstancias cuando realmente vale.

Poco afecto a exhibir sus sentimientos, sorprendió al casi quebrarse cuando celebró la clasificación y dedicársela a su padre fallecido. “Estoy feliz. Con la ayuda de mi viejo, que me tocó perderlo el año pasado... Pero bueno, Con la ayuda de él, de mi familia, de mi esposa y de mi vieja hay que seguir”, expresó.

Al igual que en 2018, en aquella primera final de América contra el Millonario en la Bombonera, Rossi transmitió seguridad en medio de una definición dramática. Hace tres años fue el gran responsable de que Boca no se fuera derrotado con atajadas superlativas, sobre todo en la primera media hora. Y ayer, primero le desvió el remate a Angileri. Luego vio desde un costado como Cardona intentó picarla (y se lo atajaron). Y lejos de que eso lo afectase, un instante más tarde se paró debajo de los tres palos que dan al Riachuelo, respiró hondo y le contuvo el disparo a Ponzio.

Su caso es curioso. Proveniente de Defensa y Justicia, a comienzos de 2017 se afirmó como titular del arco xeneize con Guillermo Barros Schelotto. Y a pesar de la lluvia de críticas y el análisis con lupa de su aciertos y errores, su tarea fue más que aceptable. Sin embargo, ni el bicampeonato local logrado con él en el arco (2016/2017 y 2017/2018) alcanzó para tallar su nombre en ese puesto. De hecho, tras esas conquistas, arribó Andrada. Aunque otra vez volvió a jugar ante la fractura de mandíbula del mendocino, que recién le permitió regresar en el desquite de la final continental con River.

Relegado, a comienzos de 2019 pidió irse a buscar continuidad en Lanús. Allí logró afianzarse. En julio de 2020 regresó al club con 25 años. Su confianza es otra, más allá de que en algunos encuentros pueda recibir goles y que en cada juego alterna muchas muy buenas con una o dos fallas que nada tienen que ver con su verdadero nivel (ayer fueron esa acción en el área chica y la salida en falso en el centro cruzado de Angileri del primer tiempo, que luego Fabra salvó ante el remate de Montiel).

Es imposible hacer futurología, pero si todavía quedaban dudas, ayer Rossi volvió a demostrar que puede ser el dueño del arco de Boca.